El postre está en el horno
La cocción de tartas y pasteles es una de las últimas etapas de la elaboración de una receta y se lleva a cabo, por lo general, en el horno. La función principal del horneado es la transformación química de todos los ingredientes de las masas crudas y húmedas en un producto cocido y digerible.
Es uno de los pasos más importantes en una receta, ya que si el horno no ha sido adecuadamente precalentado puede echar a perder el resultado. Del mismo modo, si la temperatura de cocción no es la idónea es probable que la masa no llegue a cocerse del todo o que se te pase. Por eso es muy importante que te familiarices con tu horno, sus tiempos y el control del termostato.
Horno hay más de uno
Si quieres triunfar en el mundo de la pastelería, debes contar con un horno a la altura de las circunstancias. Aunque tranquilo, tampoco tendrás que cambiar toda la disposición de la cocina para dar entrada a un horno profesional. A continuación te comentaré los distintos tipos de hornos que hay y tú mismo verás cuál de ellos es el que tienes en casa o el que necesitarías:
Horno de
gas. Su combustión impulsa un flujo de
aire caliente que se desplaza a gran velocidad y de manera
uniforme.
Horno
eléctrico. En este tipo de aparatos el
flujo de aire caliente por convección es menos uniforme. Por eso la
temperatura acostumbra a ser mayor en la parte superior que en la
inferior, razón por la que suelen ir equipados de un ventilador que
redistribuya en la medida de lo posible el flujo de aire caliente y
logre una temperatura homogénea tanto en la parte superior como en
la inferior.
Horno
microondas. Es el menos aconsejable en
repostería. Durante la cocción, una serie de ondas penetran en los
alimentos y agitan las moléculas hasta que quedan cocidos. Pese a
que su uso reduce los tiempos de cocción considerablemente, las
masas no crecen como en los hornos convencionales, por lo que el
resultado deja mucho que desear.
A
lo que sí puede ayudarte el microondas es a preparar los
ingredientes. Por ejemplo: para descongelar rápidamente un
alimento, ablandar una mantequilla, fundir chocolate o calentar
leche. Pero para la cocción de la tarta o el pastel, lo dicho,
prescinde de él.
Llega el momento de la cocción
Existen dos
modalidades de cocción:
Cocción
húmeda. El producto se cocina en un medio
líquido o al vapor.
Cocción
seca. Los alimentos se cuecen con la
grasa que llevan incorporada sin necesidad de añadir ningún
líquido.
En repostería, la cocción de los preparados se lleva a cabo principalmente en el horno (en la tabla 7-1 puedes consultar los valores de cocción en este aparato) y, salvo en casos muy concretos, el tipo que se utiliza es la cocción en seco. Esto se debe a que las masas empleadas para la elaboración de tartas o pasteles y de muchos de los rellenos ya tienen incorporadas cantidades de agua que hacen de ellas productos húmedos.
Es precisamente esa humedad de los alimentos la que ayuda a cocer el preparado. Al entrar en calor, los ingredientes sueltan su jugo y las altas temperaturas hacen que el preparado quede dorado por fuera y cocido por dentro. Así se garantiza la conservación de los jugos internos a la vez que se da al resultado final un sabor intenso y un alto valor nutritivo.
La cocción húmeda en repostería sólo se emplea para preparar algunos de los ingredientes que vamos a utilizar, como la confitura de frutas, o para ligar chocolates, mantequillas o yemas de huevo. La técnica que se utiliza es el baño María (si quieres saber más sobre este método, puedes consultar el capítulo 2).
Los mejores trucos para tu horno
Teniendo en cuenta el gran papel que desempeña el horno en el resultado final de una tarta o un pastel, creo que merece la pena darte algunos consejos que le saquen el mejor partido posible. Si los sigues, no te garantizo que el resultado esté para chuparse los dedos, pero que estará bien cocido, de eso no tengo dudas. Apunta:
Si tu horno es eléctrico
necesitará unos 15 minutos de precalentamiento para alcanzar la
temperatura que indique la receta. En los hornos de gas basta con
unos 5 minutos de precalentamiento. Es imprescindible que el horno
haya alcanzado la temperatura idónea antes de introducir el
preparado, de lo contrario el resultado no será el
esperado.
Si al
precalentar el horno has sobrepasado la temperatura indicada,
puedes bajarla introduciendo un recipiente con agua durante unos
minutos.
Vigila la
cocción durante el horneado. Una vez introducido el preparado en el
horno no olvides mantener una vigilancia constante, puesto que el
calor debe ser homogéneo (a menos que la receta indique lo
contrario). No pierdas de vista el termostato y calcula
adecuadamente los tiempos.
Es posible que la receta
indique una escala de medición de la cocción que no se adecúe al
tipo de horno que tienes en casa. De modo que las primeras veces
que elabores una receta, debes estar atento. Una vez que hayas
cogido el punto a una receta, sabrás con exactitud los tiempos y la
temperatura idónea que requiere en tu horno.
No es
conveniente abrir y cerrar la puerta del horno para comprobar la
marcha de la cocción. El aire y el cambio de temperatura pueden
estropear una receta. Si es imprescindible abrirlo, intenta que
sean las menos veces posibles, y siempre con cuidado y durante el
menor tiempo posible.
Evita tocar o
mover el molde o fuente mientras no haya cuajado la pasta. La
cocción es uniforme y, mientras no se ha realizado, la masa se
encuentra en estado semilíquido. Si se mueve o decanta demasiado
puede provocar que la cocción no sea uniforme y se eche a perder la
receta.
Ten en cuenta
tanto la cocción interna como la externa. Si no has calculado bien
las temperaturas de cocción o el calentamiento previo puede suceder
que un postre llegue a cocerse por fuera pero siga crudo por
dentro. Si sucede eso, lo mejor es cubrir el preparado para que el
calor penetre suavemente sin que continúe quemando la
superficie.
Es importante
desmoldar cuando antes un preparado que ha sido horneado, aunque no
es posible hacerlo inmediatamente, ya que primero tendrás que
dejarlo enfriar un poco. Después de 5 o 10 minutos podrás hacerlo
sin quemarte. Cuando lo hagas, deposita el pastel o tarta sobre una
rejilla para evitar que la humedad que se desprende al enfriarse
pueda apelmazarlo. Esa manera de quitar el molde puede ser una
tarea difícil, sobre todo si has usado un molde rígido no plano.
Por esta razón han comenzado a comercializarse un tipo de moldes
flexibles que facilitan mucho la tarea.