Tu nueva amiga, la heladera
Si has leído el apartado anterior habrás visto que en algunas variedades heladas de postres se hace referencia a un artilugio básico si quieres hacer de este ámbito tu especialidad. Me refiero a la heladera.
Lo
que distingue un buen helado de otro que no lo es tanto es la
consistencia: ha de ser un producto final frío y ligero, que no
forme un bloque cristalizado y que se pueda coger con facilidad con
una cuchara sin tropezar con pequeños icebergs de hielo. Conseguir
eso depende de la mezcla. De ahí la importancia de la heladera,
sobre todo en el caso de los helados no grasos, ya que su contenido
en agua es mayor y de mezclarse mal podría dar lugar a
cristalizaciones indeseables.
Seguro, pues, que tras lo que te he dicho quieres saber más cosas de la heladera. ¡Pues, nada, sigue leyendo!
La heladera eléctrica
Vale la pena tener un aparato como éste en casa si eres un auténtico enamorado de este tipo de preparados y vas a consumirlos a menudo y no sólo en verano. Puedes encontrar en el mercado una amplia gama de heladeras, algunas de ellas profesionales cuyos precios y tamaños no son aptos para la economía familiar y los espacios de nuestra casa. Pero, lógicamente, también las hay de menor tamaño y coste, pensadas para quienes no pueden resistirse a elaborar sus propios helados caseros.
Si hablamos de heladeras eléctricas, existen dos modelos básicos:
Las que
requieren de una fuente de frío externa. Son recipientes con un mecanismo de pala que remueve el
helado, que debe ser depositado en el congelador para que se
enfríe.
Las que
tienen su propia fuente de frío. Son
auténticas heladeras, con diversos tamaños, que, además de remover
la mezcla, la enfrían durante el proceso.
El uso de estas heladeras es muy sencillo: sólo tienes que preparar la mezcla que quieres convertir en helado e introducirla en el aparato. Te recomiendo que vigiles el proceso, ya que, dependiendo de la composición de cada mezcla y del resultado que esperes, los tiempos de congelado varían y hay que evitar que la mezcla se congele por completo y se convierta en un cubo helado.
La heladera manual
Casi en proceso de extinción, la heladera manual emplea un sistema ingenioso de congelado y batido para confeccionar helados y sorbetes que adquieran la textura que corresponde a cada variedad sin llegar a cristalizarse.
El sistema no puede ser más sencillo: consiste en un cubo grueso, por lo general de madera, en cuyo interior se ubica otro recipiente, esta vez metálico, algo más pequeño, dentro del cual hay unas aspas que giran de forma manual cuando se acciona una manivela.
Con antelación (al menos media hora), se introduce en el cubo de madera varias capas prensadas de hielo y sal gorda (tres partes de hielo por cada una de sal). Más tarde se introduce la mezcla en el cubo metálico y se empieza a accionar la manivela. Poco a poco, la mezcla se irá transformando en helado y cada vez ofrecerá más resistencia a la manivela, hasta que alcance la textura deseada.
Helados sin heladera, ¿son posibles?
Si no dispones de heladera o, por el momento, prefieres experimentar e ir probando recetas para ver sus resultados antes de decidirte a adquirir una, puedes realizar helados caseros en casa sin necesidad de ella. El proceso será un poco más engorroso, pero si ensayas la técnica también te dará estupendos resultados.
Esa técnica es sencilla, aunque quizá algo laboriosa, pero es sólo cuestión de paciencia. En primer lugar debes elaborar la mezcla e introducirla en el congelador. Cada media hora tienes que retirarla y removerla con fuerza con un batidor, manual o eléctrico, para romper los cristales de hielo que se hayan formado. Tras varios batidos y algo de tiempo, obtendrás una congelación uniforme.