V
Terminaron de reorganizarse en pocos minutos y decidieron que fueran Dean y él quienes controlaran las entradas al burdel.
No podía perder de vista la entrada trasera aunque llevaba al menos media hora esperando y nada destacable había acontecido. Lo único que llamó su atención fue la salida de Guang e imaginó que iba en busca de ayuda.
Hablando de refuerzos...
Maldita sea, Williams no había llegado aun y eso no le agradaba. Significaba que algo fuera de lo previsto había ocurrido y afectaba a Mere. Le inquietaba desconocer lo que estaba ocurriendo en la sesión a celebrar en casa de Julia, pero Williams haría lo necesario para mantener a su mujer a salvo y solo sabiéndola protegida, acudiría al burdel, no antes.
¡Dios! Odiaba la incertidumbre de no saber lo que ocurría al otro lado de la ciudad. Con la situación en el estado en que se encontraba, frente a los cuatro agentes de policía asignados por el superintendente Stevens, a los que se veían obligados a vigilar, ellos quedaban reducidos a seis. Lo que en un principio habían considerado una inestimable ayuda, se había vuelto en su contra en el peor de los tiempos.
Sus dos hombres y los agentes de Rob, Wilkes y Evans, se habían apostado, tratando de pasar desapercibidos, vigilando a los agentes cedidos, mientras Dean controlaba la entrada principal, pero no iba a ser sencillo. Conforme transcurría la noche se daba cuenta de que nada iba a acontecer como necesitaban. Entraban y salían continuamente demasiadas personas como para no tener dificultades a la hora de identificar a Saxton, y más teniendo en cuenta que nunca le había visto y tendría que identificarle por el parecido con su hermano mayor Lawrence.
Las probabilidades de que algo se torciera se incrementaban exponencialmente.
La noche era helada. Comenzaba a sentir el frío y una parte incontrolable de su mente no podía dejar de preguntarse qué demonios estaría ocurriendo con las mujeres. Sabía que ello no ayudaba pero en lo concerniente a Mere, los sentimientos podían con su raciocinio.
Afinó el oído. También había movimiento en la parte trasera. Mucho. Imaginaba que de clientes que no deseaban ser vistos accediendo por la puerta principal, hombres casados o a punto de estarlo, con familia, que trataban de mantener el anonimato. Como si ello fuera posible.
Mantenía fija la mirada al frente hasta que presintió una presencia a su espalda. Se había distraído y caído en una maldita trampa. Supo que le faltaría tiempo para reaccionar.
La jodida noche empeoraba a pasos agigantados. Sintió un dolor agudo en la parte posterior de la cabeza y después nada. Oscuridad.