II
Cariño, tienes que soltarme en algún momento. Nos esperan abajo.
Sentía los labios de su gruñón posados en su coronilla, los brazos la apretaban contra él como si estuviera desesperado y necesitara absorber su olor, su forma, todo.
Te prometo que tendré cuidado. Además, Rob y todos vosotros estaréis muy cerca. A la mínima señal de peligro sé lo que hay que hacer.
¿Llevas el puñal?
Sí, en la bota.
¿El otro?
En el cinto, camuflado en la parte interior.
Bien. Promete que no dudarás en utilizarlo si fuera necesario.
Sabes que lo haré, por volver contigo haré lo necesario.
De golpe la apartó de ese musculoso cuerpo como si de pensárselo bien, le fuera a resultar imposible hacerlo más adelante. Rodeó con ambas manazas su carita y depositó un dulce beso en sus labios.
Otra cosa, cariño. Hemos mantenido a tus padres unos días con la abuela, en la casa de campo, pero creo que se huelen algo ya que han mandado aviso anunciando que quieren una visita nuestra en un par de días. Y si no aparecemos por allí, han lanzado una velada amenaza en el sentido de, y lo digo literalmente: “os invadiremos una temporadita”.
Cuando esto acabe ¿podríamos ir a hacerles una visitilla? Les echo en falta.
Claro, amor, en cuanto todo acabe haremos lo que quieras.
Gracias acarició ese fuerte mentón ¿vamos?
Su marido la retuvo brevemente impidiéndole avanzar.
Otro detallito...
Ay madre, no le gustaba nada, pero nada ese tono.
Acaban de llegar Thomas y Dean, agotados, mojados, enfurruñados, llamándote a gritos y berreando, entre otras cosas. O sea, su estado natural, al menos el de Tom. Creo que no se fían demasiado de que te encuentres sana y salva. Les he jurado que estás toda entera y les he dejado en compañía de Jared, para que les adelante lo esencial.
No quiero bajar su señor marido suspiró. Tarde o temprano tendrán que irse ¿no? John seguía sin contestar. Cariño, en cuanto baje y me vean con esta ropa les va a dar un soberano ataque de nervios, y ya les conoces, querrán acompañarme y se irá todo al traste. Los muchachos morirán y Rob se arriesgará en vano y...
Cariño.
Se irá todo al garete y bastante nerviosa estoy como para...
Cariño.
...pelearme con ellos, es que me agotan. Son tres y después nos arrepentiremos de...
¡Enana!
¿Qué?
Respira hondo.
No puedo, ¡me aprieta todo! se señaló con frenesí el busto todo apretujado bajo la camisa, la chaqueta y el chaquetón y las vendas reventarán y... la situación era tan angustiosa a la par que irreal, que no pudo evitar la risotada nerviosa que se le escapó ocasionando que su marido inclinara la cabeza para estudiarla de cerca. Con una de sus manos alzó su abotargada cara toda enrojecida.
Ay Dios, pero ¿qué rábanos estaban haciendo?
¿Quieres que baje a hablar con los brutos?
Sí, hombre, y así seréis cuatro brutos encerrados solos en una habitación llena de objetos frágiles sacudía la cabeza como si fuera la escenificación de una espeluznante pesadilla. No, bajaré yo dudó un segundo y aferró con desazón la enorme mano de su gruñón y tiró hacia ella, pero tú conmigo.
Asidos de la mano se dirigieron a la salida de la habitación como si se fueran a enfrentarse a un pelotón de fusilamiento.