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Planeaban la forma más suave de informar a los dos hombres que faltaban acerca de la identidad de los cabecillas de la organización. Fue unánime la decisión de que la fuente de la información fuera Doyle y también de que si, como adelantó este, Peter se enfurecía y salía disparado como un exhalación en busca de Martin Saxton, le retendrían entre todos. Si resultaba necesario, iba a ser realmente dificultoso ya que Peter era un magnífico luchador nato.

Seguían debatiendo cuando las puertas se abrieron con un tremendo golpe y apareció la figura del hombre del que hablaban. Al principio Mere pensó que había ocurrido algo, que el hombre que cargaba al hombro era Rob y que le habían herido o algo peor. Su pecho se comprimió de la impresión y asió la mano de su John apretándola con fuerza hasta que vislumbró la rubia figura entrando tras los dos primeros. Respiró con algo más de tranquilidad.

Con tanto sobresalto, no sabía si iba a salir muy sana de todo esto.

John devolvió con suavidad el gesto y tras soltarse se acercó a Peter. Entre ambos colocaron la carga en una silla que Jared colocó en medio de la habitación. Todos se miraron con sorpresa.

¿Peter? Doyle se dirigía a ambos al indagar.

Intentaron atacarnos y secuestrar a Rob las exclamaciones y gruñidos ahí estaban de nuevo.

Más sobresaltos. Al menos esta vez su corazón no había saltado descontrolado.

¿Quién? lanzó Norris tras aproximarse a su hijo y mirarle a los ojos directamente.

Imagino que Saxton Peter no perdía de vista la reacción del cautivo al decir el nombre. Ahí estaba, la dilatación de las pupilas y la expresión de asombro que la mordaza no ocultó. Confirmado. Fue Saxton, el hijo de puta se adelantó hacia el impresionado hombre al que todos miraban y desde su tremenda altura le preguntó ¿Por qué?

Este orientó la mirada hacia Rob e hizo un gesto en su dirección.

¿Está relacionado con Rob?

Se encogió de hombros. Peter hizo ademán de ir a quitarle la mordaza, pero Rob, apoyando su mano en su antebrazo, no le dejó.

No, primero convendría que nos pusieran al día de todo. Traemos la libreta. Hagamos lo que teníamos pensado. Después tendremos tiempo de interrogar a este..., a esta basura.

El asco que traslucía el sonido de su voz asombró a todos ya que no era hombre de guardara rencores u odios. Era Rob.

Algo había ocurrido desde que salieron de esta misma habitación por la mañana, pensó Mere, algo que había trastocado a ese hombre. Si así lo creía oportuno lo mejor era hacerle caso. Iba a hablar y a apuntar lo que pensaba cuando se le adelantó el grandullón.

Estoy de acuerdo miró a todos, recibiendo asentimientos en contestación, por lo que salió un momento del comedor y volvió con Williams. Custodiad a este hombre hasta que os avise y tened cuidado, es... Peter lo confirmó con el gesto que hizo a la muda pregunta de John...peligroso. Dejadle la mordaza puesta y no atendáis a nada de lo que intente decir.

De inmediato Williams, con ayuda de otros dos hombres, desapareció de la vista arrastrando al hombre que lanzaba miradas de odio en todas direcciones.

Sentaos.

De nuevo la alargada mesa se llenó. Peter alcanzó la libreta y la abrió en la página que marcaba la primera anotación.

“030365CL en B 05 tot(3vy2h)/ 2R/1otros

:Lancaster, Hamstead/Matthews”

Mere se lanzó de cabeza.

Es lo que os dije. Creo que el primer grupo hace referencia a una fecha, tres de marzo del año sesenta y cinco, y justamente detrás es lo que recordé fugazmente mientras hablaba con Anderson. CL en B. ¿Y si se trata de Santa Clara en Bath?

De acuerdo, imaginemos que es así. ¿Y lo demás? preguntó Jared.

No lo sé.

Sigamos el criterio asentado antes. Tenemos la primera fecha y podríamos indagar si en esa fecha compraron muchachos en el hospicio.

No os olvidéis de la segunda parte Jules cogió la manoseada agenda y leyó en voz alta “030365986 libras, Lancaster (marfiles y plata), Hamstead (cadenas y platadiez por ciento)”. Si se han denunciado robos en esas casas, los objetos denunciados como tal puede que coincidan con lo que escribió Cecil Worthington.

Hasta ese momento Rob y Peter se limitaban a escuchar.

Eso lo podrían hacer mis agentes, pero antes os agradeceríamos un breve resumen de lo que nos hemos perdido.

Tardaron lo necesario para explicarlo con detalle y la reacción de los dos hombres acorde con sus temperamentos, no se hizo esperar. Rob juró y lanzó maldiciones. Peter calló como un muerto, sus ojos turbulentos.

Doyle no le quitaba la vista de encima.

Les narraron todo salvo la última parte, la de la identidad de los cabecillas. Lo dejaban para el final, para cuando estuvieran preparados, plenamente preparados para intentar parar al menor de los Brandon.

¡Dios! Es una locura, una completa locura.

Sí, y por eso debemos pararles con pruebas sólidas.

De acuerdo, mañana mismo hablaré con mi superior para que me asigne más personal. Si los nombres que aparecen en el apunte son de las familias en las que se infiltraron, tendremos que interrogarles se le ocurrió algo ¿Alguien tiene relación con ellas o algún conocido?

Yo la respuesta surgió de la abuela Marietta Lancaster es una buena amiga.

¿Te ves capaz de acudir a su casa y hablar con ella? preguntó con suavidad Norris.

Sí. Tiene mi edad, pero sus dos hijas coinciden con el tipo de mujeres que podrían ser las perfectas víctimas. Espero que no, que no sea el caso, pero sí, lo haré.

Bien continuó Norris. Se dirigió a Rob hijo, deberéis investigar lo que ocurre en los hospicios y las familias que aparecen anotadas. Propongo que nos centremos en la primera anotación, los Lancaster, los Hamstead y la familia Matthews. Deberán ser familias que reúnan los requisitos que hemos averiguado.

También tendremos que interrogar al hombre que habéis capturado.

Lo haré yo contestó Peter me ayudará Rob.

No.

La mirada que lanzó a este el más alto expresaba bien a las claras que algo quedaba pendiente entre ellos, pero los demás lo dejaron pasar, incluso Doyle. Si quería, ya le contaría su hermano lo que ocurría. No era el momento de presionar.

Había llegado lo que temían. Con un gesto suyo, Jared y John se situaron frente a la puerta y las mujeres se hicieron a un lado, con tranquilidad. Norris se colocó junto a su hijo apoyando una huesuda mano en su hombro.

Doyle se acercó a su hermano hasta que este quedó a su alcance. Con suavidad posó la palma de su mano derecha en su rostro y fijó su mirada en la interrogante de su hermano menor, en esos profundos pozos negros.

¿Qué ocurre?

Creemos saber quién es, Peter.

El cuerpo de su hermano sufrió una tremenda transformación, pero esos ojos permanecieron fijos en él.

Odiaba el dolor, el odio y la rabia que iban apareciendo en ellos.

La voz que salió de los llenos labios no parecía la de su hermano. Era irreconocible.

Dilo.

Doyle buscaba las palabras, las malditas palabras.

Dímelo, hermano.

Los ojos brillaban como si reflejaran fuego. El mayor de los Brandon habló.