II

Todos se encontraban, desfondados, en el centro de operaciones, la trastienda de la librería. Era media tarde y los miembros femeninos del Club se habían escabullido de sus correspondientes domicilios para acudir a la reunión. Los únicos que mantenían la compostura eran, cómo no, la abuela y Norris. A la tímida Jules apenas se la veía, tal y como estaba, sumergida entre los múltiples cojines mullidos, en una postura propia de ella. Julia, en cambio, deambulaba por la habitación sin rumbo fijo y todo el mundo la observaba. Como si fuera a pasar desapercibida, pensó Mere, con esa melena que revoloteaba al vaivén de sus bruscos andares o su impactante altura. Como los chubascos repentinos en pleno verano, era una fuerza a tener en cuenta.

¡Es un cerdo!, con perdón sus labios formaron una mueca. Sabe que Norris estuvo indagando acerca de Abrahams y que Mere intentó sonsacar información en el baile al tentetieso de Pipi y no me agrada un pelo, porque es un hombre peligroso sus ojos se perdieron por un momento en algún lugar que únicamente ella parecía observar. Resultaba extraño e inquietante ver el ansia reflejada en los ojos de Julia.

Algo sabe acerca de la desaparición de las joyas, tesoros, o como queráis llamarlos, y sobre los huérfanos. Lo siento en las tripas.

Se hizo un largo silencio en la estancia al tiempo que Julia permanecía inmóvil, lo que dura un suspiro, para reanudar, más frenéticamente si cabía, su idas y venidas entre polvorientos libros ligeramente tocados de hollín y mullidos almohadones tirados por el suelo. Mientras deambulaba, Mere se preguntaba si su amiga era consciente del fervor y la pasión con que hablaba de Doyle Brandon, uno de los solteros más codiciados, perseguidos y ricachones de la hipócrita y aburrida sociedad londinense a la cual pertenecían para su eterna desdicha.

Ese hombre me inquieta y os aseguro que no es algo que me suela ocurrir su mirada se oscureció y se dirigió hacia Mere. Me preguntó por ti, como quien no quiere la cosa; comentó, y lo repito literalmente: “¿Está la menor de los Evers comprometida? Aunque me extrañaría que alguien se lanzara a domar a la fiera”. Más que las palabras, fue su expresión y la forma en que lo dijo. Y Mere, no creo que te hubiera gustado la mirada que te lanzó cuando estabas tirada en el suelo con las faldas por la frente antes de que John te alzara. Incluso juraría que le oí susurrar: “¿Lilas?”. ¡No puedo con ese hombre! Me supera su altivez, por muy rico o sofisticado o gran amante que sea, según se comenta, claro, no es que lo sepa de primera mano. ¡Es un asno descarado!

Mere se tapó la cara con las manos.

¡Oh! Por favor, lo sabía. Sabía que alguien se iba a fijar en las condenadas enaguas. Al menos me las quité y las lancé al fuego en cuanto pude, claro que el pequeño problemilla llegó después con John que...

Norris se encontraba pensativo mientras Mere continuaba con su diatriba, observando fijamente los rescoldos del fuego en la inmensa chimenea, su arrugado y serio rostro, tenso.

¿Qué estamos pasando por alto? en cuanto habló las conversaciones se paralizaron. Deslizó su mano por el espeso pelo canoso. Si Doyle Brandon anda indagando acerca de nosotros es por algo. Es un buen hombre, pero extremadamente inteligente, y si quiere puede ser muy peligroso. Me desagrada desconocer la razón de porqué lo tenemos a nuestras espaldas y, ante todo, me preocupa su interés por Mere vaciló un momento tendremos que actuar con sutileza y lo cierto es que no es nuestro punto fuerte.

¿Le conoces? preguntó la abuela.

Sí, desde hace años, y es un hombre hecho a sí mismo. Él y su hermano Peter. Son buenos muchachos pero me preocupa que puedan andar indagando lo mismo que nosotros.

A Mere se le iluminó la mirada.

Si quisiera podría ser sutil todas la miradas se fijaron en ella vamos, podría intentar obtener información del elegante señor Brandon y el porqué de su súbito interés en mí Julia resopló. Oh, venga Julia, ¿no creerás que está interesado en mí? Mere soltó una risilla apenas he cruzado dos palabras con él y en ambas metí la pata. Estaba en nuestra fiesta porque tiene negocios con papá. Y ahora que lo dices... rauda, se giró hacia la abuela Allison ¿qué negocios serán esos? Podría intentar sonsacar a papá o a Jar, o incluso a Dean. Thomas está descartado, y por supuesto, mis hermanos mayores, también. ¡Ja!, les daría un síncope si supieran...

La abuela suspiró, interviniendo a continuación.

Divagas de nuevo, cariño. No nos desviemos del rumbo. Toca ordenar ideas señaló desde su sillón preferido, plantado junto al de Norris. En primer lugar, con las novedades que nos ha relatado Mere y su próxima boda ya no hace falta involucrar al hijo de Norris como posible pretendiente se inclinó hacia su derecha extendiendo una mano que recogió el anciano sentado a su vera. Vaya, pensó Mere, me recuerdan algo a John y a mí, pero enseguida desechó la idea. La abuela era demasiado independiente como para terminar de nuevo amarrada a otro hombre. En segundo lugar, apenas tenemos información de por qué Doyle Brandon muestra ese repentino interés; aunque estoy de acuerdo con Julia, presiento que es un hombre a tener en cuenta. Y Mere, hija, lo tuyo no son los hombres... Tal y como está la situación con John y si queremos lograr que obtengas algo de información de Brandon, debemos involucrar a tu futuro marido y avisarle de nuestros planes. Si como consecuencia de un posible coqueteo, y no digo que lo vaya a haber, entre tú y el Señor Brandon, John pierde la cabeza, toda nuestra ventaja desaparecería, si es que tenemos de alguna, claro.

Uf, se va a poner furioso las cejas de Mere se elevaron hasta el infinito. Solo de imaginar su reacción le daba vuelcos el estómago.

Una vocecilla surgió de algún lugar entre los cojines.

Entonces, plantéale la situación como una cuestión de necesidad en la que tiene que participar por el bien de los niños. Que se dé cuenta de que no tiene otra opción que intervenir, por ti, por nosotros, por los muchachos a los que intentamos ayudar. Tendrás que contarle aquello en lo que andamos involucrados.

Todos observaron a Jules con asombro ¡Había hablado más de cinco palabras seguidas, sin sonrojarse!

Estoy de acuerdo; y salvo que alguien indique algo en contra, John está dentro la voz masculina no dejaba lugar a dudas el único aspecto en el que difiero es en no comentar lo que ocurre a mi hijo Rob. Preferiría que hablara con Doyle Brandon a la vez que las indagaciones de Mere. Se lo comentaré en cuanto retorne de su viaje a Bath y esperemos que se lo tome con resignación. Al fin y al cabo ya me conoce de sobra.

Amor entre acertijos
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