XIII
Le estaba resultando complicado apartar la mente de Mere, pese a saber que eran muy capaces de valerse por sí mismas y que Doyle y Norris no permitirían que algo malo les ocurriera, siempre que no la liaran con algún estrambótico plan de última hora.
El silencio inundaba el carruaje. Se habían dividido en dos coches, acompañándole en el primero Peter y Rob, quienes prácticamente ocupaban la totalidad del asiento de enfrente, y pese a ello se las arreglaban para no tocarse ni rozarse tan siquiera.
Estaban peleados. Ya se agotarían de estar en ese estado y retornarían al normal de hablarse, molestarse mutuamente y terminarse las frases.
¿Cómo lo hacemos?
Contestó Peter.
En cuanto lleguemos tendremos que esperar un rato. Guang, Thomas y Jared ya habrán entrado. Tenemos la suerte de que se trata de un burdel muy frecuentado, por lo que no llamará la atención que en una noche en particular se incremente la clientela. Por lo que lograron sonsacar Guang y los chicos, en el primer piso al fondo hay una habitación el doble de grande que el resto y está convencido que es donde se encuentran Saxton y su mujer.
Prosiguió Rob.
Aparte de mis propios hombres, estarán apostados cerca de las salidas otros tres o cuatro agentes.
Una bendición, ayuda caída del cielo.
Entonces, ¿dio resultado tu petición de ayuda en la policía?
Las rodillas extendidas de Peter que casi alcanzaban las suyas, sentado enfrente, se tensaron como rocas. ¿Qué demonios? No era momento de estar tenso.
Peter, ¿qué pasa?
Los oscuros ojos se desviaron hacia el exterior, viendo pasar los ruinosos edificios que ocasionalmente aparecían entre otros en perfecto estado de conservación, reflejando una sociedad que ignoraba o trataba de ocultar los podridos problemas que la inundaban bajo la superficie.
No me fío de que así sea.
¿El qué?
Que la policía esté de nuestra parte.
Para inmensa sorpresa de John, Rob saltó de inmediato.
¡Maldita sea, Peter! Tú no lo conoces así que...
No, desde luego no tanto como pareces hacerlo tú.
Tras ese extraño exabrupto que dejó a ambos hombres ladeados, enfurecidos, mirándose como un par de boxeadores en plena contienda, decidió que algo se le escapaba y no era hombre de andarse con remilgos.
¿Qué diablos os pasa? Y lo más importante ¿va a influir vuestro repentino enfrentamiento en lo que vaya a ocurrir esta noche?
Los dos pares de ojos se clavaron en él ofendidos.
¡No!
La contestación a gritos apaciguó su intranquilidad.
Es algo entre nosotros, John, y por el bien de todo el grupo, sé que lo tendremos que arreglar.
Mientras lo decía Rob miraba de soslayo al inmenso hombre en cuyo rostro resaltaba como nunca esa tortuosa cicatriz, dándole un aspecto intensamente siniestro, pero este ni respondió ni hizo ademán de mirar al rubio hombre que parecía descorazonado.
John aspiró una bocanada de aire frío.
Aparcad vuestras diferencias, al menos esta noche. Nos jugamos demasiado. Si cualquiera de vosotros siente una ínfima duda acerca de la gente que supuestamente ha de apoyarnos, deberemos estar en guardia. ¿Peter?
La oscura cabeza se apartó de la ventanilla.
Puede que la intención del superintendente sea la correcta, pero nos arriesgamos a que cualquiera de sus hombres no sea lo honrado que se espera que sea.
Maldita sea.
De acuerdo, cambiaremos los planes. Los agentes estarán apostados en el exterior. Guang, Thomas y Jared ya estarán en sus posiciones ocupando al menos una habitación y los otros dos en los salones de la planta baja vigilando. Dean, Williams y otro par de mis hombres iban a quedarse fuera del edificio al acecho.
Tomó la palabra Rob.
Mis dos agentes también estarán haciendo guardia en el exterior.
¿Cuántos hombres iba a enviar tu jefe?
Cuatro como mucho. No disponía de más personal con las revueltas a cuenta de los irlandeses, los problemas entre bandas y los hermanos Bray.
Joder, esto se nos complica. Si debemos vigilar a parte de los vigilantes quedaremos diezmados en el exterior.
Contempló las escuetas opciones.
Bien, por nuestra parte, contándome a mí y a tus dos agentes sumamos siete, frente a cuatro agentes potencialmente peligrosos y corruptos. Nos deja con tres hombres para vigilar a la gente que accede y sale del burdel suspiró tendremos que arreglárnoslas.
Frente a John ambos asintieron y Peter intervino.
Dentro estaremos cinco. Guang y los demás saben qué hacer. Nosotros solicitaremos los servicios de una versada joven en satisfacer a dos hombres al mismo tiempo.
¿Qué?
El estruendo surgió de la garganta de Rob mientras John intentaba evitar la jocosa mueca que se iba formando en su cara. Dios, la expresión del rubio había sido de horror virginal.
Lo que has oído, canijo.
No me llames así, idiota.
¿El qué? ¿Canijo?
Chicos Dios, eran agotadores a veces ¡Chicos!
Pararon de golpe y le miraron.
Mientras no hagáis nada que no queráis, todo estará bien los ojos de Rob parecían a punto de salirse de las cuencas con ella, claro, no entre vosotros.
Dios, lo estaba disfrutando, hasta Peter había enrojecido.