I
No sabía si estaba preparado para narrarlo, no lo sabía. De lo que sí estaba seguro era de que de alguna manera debía impedir que Rob se aproximara a esa familia. Doyle conocía lo que le había ocurrido, pero no esa parte, el último retazo que guardaba para sí mismo, como si fuera un pecado, como si él no hubiera sido víctima sino cómplice. Enderezó la espalda y miró a su mejor amigo.
Las amenazas eran lo peor, lo demás..., llega un momento en el que te da igual todo respiró profundamente. Recobré el conocimiento en un lugar oscuro, atado con cadenas, colgando del techo. Salvo los pantalones estaba desnudo, ni siquiera me habían dejado los zapatos. No recuerdo cuánto tiempo pasé allí, quizá un par de meses. Me alimentaban y empleaban un mecanismo para alargar las ataduras, sobre todo a la hora de comer o dormir. Eran extremadamente cuidadosos. Y siempre, antes de que llegaran las visitas, me vendaban los ojos, los muy cabrones.
Se desplazó del lugar que ocupaba, en pie junto a la puerta, hasta sentarse en una butaca orejera situada junto al ventanal. Así la sensación de opresión disminuía.
¿Qué relación tiene tu cautiverio con que acuda a la mansión Saxton, Peter?
Enseguida lo entenderás. Mucho más adelante descubrí que me habían estado vigilando largo tiempo, desde que llegó a sus oídos que andaba haciendo preguntas indiscretas. Nunca supe quién era el vigilante, pero no era al único al que mantenían controlado. Creo que el que me capturaran fue aleatorio su vista se alzó hacia donde se encontraba su hermano podrías haber sido tú, Doyle, y, por Dios, que doy gracias porque no lo fueras.
¿Qué quieres decir? preguntó Rob.
Peter ignoró la pregunta y siguió como si no hubiera escuchado. Se le quedó mirando pero nada dijo.
Al principio sentía la presencia, escuchaba su respiración pero nadie hablaba. Permanecía en la habitación unos minutos y se retiraba, repentinamente, como si algo le hubiera enfadado. Eran dos y poco a poco comencé a reconocerlos por el olor. El de él era una extraña combinación de tabaco y colonia. El de ella... aspiró por las fosas nasales para eliminar la súbita necesidad de vomitar. Mierda, después de tanto tiempo solo con rememorar el olor sentía nauseas. Si me preguntáis a cuál de ellos odio más, no titubearía. Ella gana. Me trasladaban aproximadamente cada cuatro o cinco meses, pero no podría precisar ya que el tiempo llega a difuminarse.
¿Llegaste a coincidir con alguna otra persona?
¿Otros cautivos?
Sí.
En dos ocasiones, pero era tan extraño. Intentaba hablar para evitar perder la razón pero no me contestaban, maldita sea, nunca contestaron salvo en una ocasión. Por el tono de voz era más joven que yo y estaba aterrado. Apenas habló, tanto por falta de fuerza como por miedo. Yo hablaba y hablaba de la familia, de mi vida, de Doyle y... de Rob, y creo que eso le calmó algo. Únicamente alcanzó a decir que los entrenaban en función de lo que se esperaba de ellos. Solo eso. Y desde entonces me cuesta apartarlo de mi mente, me cuesta mucho, pero no consigo imaginar a qué se refería. Para cuando quise darme cuenta oí sonido de golpes y no volví a escuchar esa voz. Si lo hubiera sabido no habría hablado, pero era joven, estúpido y estaba asustado.
¿A qué demonios te refieres, Peter? barboteó Rob, con exasperación.
A que se obsesionó contigo, maldita sea.
¿Quién, Peter? ¿A quién demonios te refieres?
A él.
La conversación se paralizó hasta que la retomó con cansancio.
Mi problema era ella y antes de que lo preguntéis, no podría reconocerles salvo por la voz y por su maldito olor. Él aparecía con menos frecuencia, se limitaba a observar y escuchar todo lo que hablábamos cuando estaba la puta esa o al quedarme solo. Creo que disfrutaba, se excitaba con el sufrimiento ajeno. Ella acudía todas las puñeteras semanas.
¿Para qué?
Rob sabía que esa pregunta abriría de nuevo la caja de pandora para su mejor amigo, pero si no lo sacaba de su pecho de una puñetera vez, lo iba a arrastrar con él a su infierno particular y, por todos los demonios, no lo iba a permitir.
Peter apretó los ojos con fuerza y tras abrirlos segundos después, los miró a los ojos, descansándolos finalmente en su hermano.
Este hizo un suave gesto de apoyo.
Comenzó con caricias al principio, nada más. Llegaba con el sonido del roce de sus faldas, pasaba una de sus manos por mi espalda o por mi pecho o... por mis labios, y desaparecía durante otra semana. Con el transcurso del tiempo sus avances aumentaron hasta que intentó besarme. Creo que jamás lo olvidaré. Fue mi primer enfrentamiento con la zorra y el momento en el que comprendí lo enfermos que estaban. Al mostrar oposición me asieron, me tiraron del pelo y una voz masculina me dijo al oído que era sencillo, si me negaba a hacer lo que ella quisiera, me traerían de compañero de celda a mi mejor amigo, y que en parte lo deseaba, esperaba que me negara para disfrutar con un nuevo juguetito. ¡Dios! su mirada no se apartaba del entarimado suelo al momento entendí que se refería a ti, Rob las expresiones de quienes le rodeaban expresaban una cierta combinación de sorpresa, ira y rabia, intensa rabia, por lo que había tenido que sufrir para sobrevivir. Por mi culpa un maldito hijo de puta se había obsesionado contigo, jamás podré perdonármelo. Por eso debes entenderlo, ¿y si en un momento de descuido por mi parte, desapareces? Creo que perdería la cabeza. Sería mi culpa ¿entiendes?, mi culpa.
¡Y una mierda, amigo! No lo sería, los únicos culpables serían ellos, no tú, jamás tú. Y si es necesario te lo meteré a golpes en esa dura mollera.
La angustia que asomaba a los ojos del menor de los Brandon se difuminó algo, no del todo, pero si algo, y un fantasma de sonrisa asomó a sus labios.
Eso sería, si pudieras, canijo suspiró con sosiego y continuó. Lo que yo desconocía, por aquel entonces, era que, desesperado por localizarme, habías entrado a trabajar como agente en Scotland Yard y que ello dificultaba el que te secuestraran. Pero esa voz, se notaba la desesperación en ella y en las cosas que decía, las amenazas... Peter se pasó las manos por el rostro, áspero con algo de barba crecida.
Rob intervino.
¿Y si lo decía únicamente para aplacarte?
No.
¿Cómo lo sabes?
Porque lo sé, amigo, créeme.
Joder, Peter, tiene que darnos algo...
¡No, Rob! Lo sé.
Las miradas de ambos se cruzaron hasta que Rob desvió la suya con un gesto de resignación.
Está bien por ahora, amigo mío. En algún momento tendrás que contármelo todo. Esperaré a que te sientas preparado, no antes en sus labios se formó una sonrisa que aligeró el ambiente. De todos modos sabes que me puedo cuidar solo y con lo que nos has contado, no tienes más remedió que enseñarme esa forma de lucha que tanto me chifla.
La segunda sonrisa desde el inicio de la conversación asomó a los labios del menor de los Brandon.
Eres un cabronazo...
Y a mucha honra, y terco, así que ya sabes, no tienes escapatoria. De todos modos ¿sigues pensando que no debería ir a la reunión en casa de los Saxton?
No lo sé, suspiró reconozco que puede que me esté basando en mi intuición o incluso en mi miedo, más que otra cosa, pero pensemos un poco. En cuanto me puse a indagar en la fábrica Saxton, me secuestraron, así que lo lógico es pensar que alguien de esa familia o relacionado con esa familia no quiere que se investigue lo que sea que ocurre allí. ¿El duque de Saxton? Sería lo más lógico al ser él quien más tiene que perder.
¿Y si no tiene que ver con Saxton?
El origen de todo es la fábrica, así que tenemos la primera oportunidad de meter las narices ahí. Es nuestra mejor pista, muchachos.
Entonces, vale la pena acudir, aunque nos arriesguemos a que las personas que te tuvieron prisionero estén en la fiesta. Incluso puede que reconozcas su voz o su olor la mueca en el rostro de Peter mostraba sin trabas la repugnancia que le causaba el simple pensamiento. Peter, estaremos allí contigo y si por casualidad los descubrieras, podrías avisarnos a todos, avisar a Rob para que esté preparado.
Este confirmó la idea agitando con firmeza la cabeza.
No me gusta, ¡joder! No alcanzáis a comprender las mentes retorcidas y las perversiones que..., que llegaron a... quedó callado como si sorpresivamente se hubiera dado cuenta de lo que iba a narrar.
John intervino.
Estaremos los cuatro y en guardia. Después de lo que has relatado no perderemos de vista a Rob y estaremos al tanto por si reconoces a alguien. Pero cuantos más vayamos, más posibilidades tendremos de descubrir algo.
Miró atentamente a todos.
Enviaré una nota a Saxton, anunciándole que me agradaría acudir acompañado de tres caballeros con los que habitualmente hago negocios y con los que estoy convencido que le agradaría tratar. Esperemos que no rechace la propuesta. Tendremos que tener un plan elaborado para mañana.
Las palabras fluyeron de la boca de Norris por primera vez desde el inicio de la reunión.
Prometedme que tendréis mucho cuidado y que actuaréis con prudencia sus ojos se posaron en Peter, haciéndole entender que dejaba en sus manos el bienestar de su hijo, porque confiaba en él plenamente, como lo había hecho toda su vida. Peter se lo agradeció con una dulce sonrisa. Si todo está relacionado quizá mi asesino ande rondando la zona y no quisiera que os pillaran desprevenidos estando en terreno desconocido.
Otro punto sobre el que preocuparse. Norris continuó.
¿Qué vamos a hacer con las mujeres? No van a estarse quietas a la espera, y si se conforman con estarlo, es que ha llegado el momento de ponerse histéricos.
El gemido fue colectivo pero ninguno tan agónico como el de John.