IX
Acababa de pasar por uno de los momentos más vergonzosos de su vida y daba gracias a los dioses por llevar un chaquetón que ocultaba la más que evidente señal de que se le había ido por completo la cabeza.
El enrojecimiento de sus mejillas al menos quedaba semioculto con el postizo, aunque por los calculadores ojos plateados de su hermano sabía que no había perdido detalle de su reacción al abrazo del tontolaba, el cual, para su completo asombro, y apretado todavía contra su petrificada entrepierna, había comenzado a tararear una cruda canción de los muelles sobre un marinero que enterraba su cara entre los dulces, ¡santo cielo!, menuda lengua gastaba el canijo.
Jamás conseguiría olvidar este día, ni aunque quisiera.
Debía recobrar la compostura, como fuera. Tras lograr Doyle soltar el apurado agarrón, separó algo los muslos para colocar su abotargado miembro más cómodo aunque, gracias al cielo, comenzaba a remitir su endiablada erección. El brusco movimiento atrajo la maldita atención de su hermano quien le guiñó uno de esos transparentes ojos. ¡Maldición! No le dejaría en paz hasta que hablara.
Trató de sosegarse. Ahora debían salir de ese condenado lugar.
¿Cómo habéis conseguido pasar?
Es noche cerrada y los trabajadores han terminado la jornada.
¿Y los matones de Mansell?
La mueca de Doyle le adelantó el contenido de las siguientes palabras.
Guang ha dado buena cuenta de ellos.
Maldita sea, Doyle, mañana se darán cuenta de que algo ha ocurrido y darán la voz de alarma la preocupada mirada se oscureció aun más de lo que estaba y puede que cancelen la reunión en el burdel. Perderemos la posibilidad de acabar con los dos.
No. Nos llevaremos los cuerpos y dejaremos una nota.
No colará. Lo verán extraño, y si contactan con Saxton, adiós a nuestro plan.
No lo harán. Le temen demasiado
¿Y si pese a...?
Demonios, Peter, tendremos que arriesgarnos. Desde el momento en que soltaste la furia, no dejaste otra salida.
Dios, lo sé, hermano, ya lo sé; pero no podía dejar que ese enfermo le tocara, que le...
Los claros ojos se abrieron entendiendo perfectamente lo que intentaba explicar.
Peter...
Dios, D, no lo pensé; cuando se trata de él, mi cuerpo reacciona sin...
¡Peter! Está bien, hermano. Yo hubiera hecho lo mismo y no me arrepentiría ni un ápice.
Ambos hermanos se miraron y sonrieron. De fondo se escuchaba al beodo canturrear y lanzar cánticos de contenido subido de tono.
Era desesperante y ridículo. Propio de ellos.
Al menos es un borracho divertido.
¡Joder, Doyle!
¿Qué?
Que te centres...
El serio tono de voz anunciaba que no iba a permitir más distracciones.
Suelta a los chicos. ¿Los demás?
Esperando fuera, y Guang en el pasillo de entrada paseó la mirada por el suelo de la cueva, deteniéndose levemente en cada uno de los cuatro cuerpos que paulatinamente iban enfriándose ¿Fuiste...?
Sí.
¿Los cuatro?
La oscura mirada de nuevo era helada.
Lo golpearon y abusaron de él mientras no se podía defender...
Las palabras de poco servían con una frase de tal calibre.
Tampoco le extrañaba. Desde el mismo momento en que su hermano se preparó para ir en busca de Rob, supo que no dejaría vivo a ninguno de los que se lo habían arrebatado. Así había sido.