XIV

Es la única forma, ir a la fábrica y contarles la historia. Aunque no se la crean, sembraré la duda y no se arriesgarán a que Saxton se entere de que ya lo sabían y no hicieron nada.

Te metes en la boca del lobo y... solo.

Maldita sea, Doyle, ya lo sé, deja de repetirlo una y otra vez se pasó la mano por los cabellos en un gesto nervioso. Si creen que uno de los muchachos es un chivato de la policía me llevarán a ellos para identificarle y así me aseguraré de que Mere está bien. Les diré que no lo es y ya se me ocurrirá algo para salir del paso.

Es un plan sujeto con pinzas ahí estaba esa voz que le ponía el vello de punta. Desde la maldita conversación no le había mirado ni una vez, se tensaba como una vara si se le aproximaba algo y como si los demás también lo sintieran, le dejaban espacio Saldrás malparado.

Valdrá la pena.

Eres imbécil lo dijo con tal odio en la voz que todos alzaron las miradas atónitos.

Rob tragó como pudo antes de contestar.

No es tu decisión.

Eso es evidente, amigo el sarcasmo calaba todo alrededor.

¿Se puede saber qué diablos os pasa? ni un suave sonido rompió el silencio generado tras el grito de Doyle ¡Arregladlo! Me importa poco cómo lo hagáis, con un abrazo, una conversación o un... beso, ¡simplemente hacedlo!

Ni queriendo podía haber dicho algo peor el muy zopenco y por la tensión en el cuerpo y rostro de Peter, había terminado de empeorarlo.

Antes muerto.

Eso le llegó.

¡No digas eso, Peter!

Diré lo que me venga en gana seguía sin mirarle. Dios, ¿cómo podía alguien ser tan tozudo, gruñón, peleón, obtuso y animal? ¿Acaso no se había dado cuenta de que no tenía otra salida?

Sintió la mirada por primera vez sobre él, alzó los ojos y las miradas se enzarzaron, la de Peter abrasadora. Rob agradeció que no estuvieran a solas. Se giró hacía Doyle.

No pasa nada, ya lo arreglaremos.

Lo dijo, pero al observar la sonrisa malévola que desplegaron los carnosos labios de su mejor amigo, dudó y un nudo se formó en su estómago.

Las iba a pagar, si la mirada de Peter no engañaba, y nunca lo hacía. Maldita sea, era lo que menos necesitaba ahora, preocuparse por su volátil amigo, bastante tenía con todo lo demás.

No tenemos tiempo para esto Peter apretó los labios. Dios, de nuevo había metido la pata ya habrán traído a Cotton así que allá voy.

Hijo ¿y la barba?

No hay tiempo, papá, no lo hay. No puedo ir a casa a colocármela, perderíamos un tiempo precioso que puede que Mere no tenga.

¿Y si alguien te reconoce? las palabras de su padre estaban llenas de incertidumbre, de desesperación.

No era necesario que dijera más ya que entendía a qué se refería.

¿Y si Saxton te reconoce? sabía que Peter lo diría. Al igual que la noche seguía al día y la luna guiaba las mareas.

No hay otra salida, no la hay, y seguimos perdiendo tiempo.

Ven aquí la bronca voz no vaciló y Rob alzó la mirada de golpe, de inmediato ¿Nos dejáis un momento a solas? la pregunta iba dirigida a todos los demás mientras con pasos sigilosos se colocaba entre Rob y la puerta, cortándole el paso.

¡No tenemos tiempo!

Lo tenemos para esto.

Cuando empleaba ese tono nadie, ni siquiera su hermano replicaba. ¡Le estaban dejando a solas con el bestia!

Se negaba a hacer lo que pedía.

Antes de que su padre cerrara la puerta del todo Rob se encaminó hacia ella apresuradamente, rodeando al ogro, pero Peter de nuevo le cerró el paso. Mierda.

Se quedó quieto, sin hacer movimiento alguno. No podía con él ni aunque quisiera y lo sabía el muy cabronazo.

Aunque lo que me gustaría en estos momentos sería darte una paliza, lo que voy a hacer es abrir esa hueca cabeza a todas las posibles salidas de este maldito embrollo hablaba frío, helado, sin calor y eso retorció las entrañas de Rob. Tenía frente a sí al extraño.

Sé que vas a intentar liberar a Mere aunque te lleven por delante, y lo lograrás porque no tienes sentido común cuando se trata de tu bienestar. Ni una palabra Rob calló lo que iba a decir ¿llevas las dagas?

No.

¿Armas?

No

Claro, hacer lo contrario hubiera sido demasiado lógico para ti.

Se estaba enfadando. No era su padre para darle sermones, ni castigarle como si fuera un niño pequeño que necesitara guía.

Ya está bien. Di lo que te pasa por la mente de una puñetera vez. No necesito sermones.

Peter entrecerró los ojos. Por su expresión iba a ser brutal.

No tientes al diablo Rob, créeme, no quieres ver de lo que sería capaz.

¿Me estás amenazando? esto para rematar el día.

Ni contestó, ni lo negó, simplemente se quedó mirándole fijamente con esos ojos inescrutables, que ni él era capaz de interpretar.

Si te capturan, si Saxton te captura, no pelees. Tan solo aguanta a que lleguemos, a que yo llegue.

¿Había perdido la cabeza?

¿Cómo dices?

Lo has oído.

¿Qué aguante? ¿Has perdido la cabeza?

Escúchame con atención. Lo que tiene planeado para ti...

Ya lo sé, sé lo que planea.

La sorpresa inundó esa negra mirada.

Me lo dijo el hombre que capturamos en el carruaje, mientras tú ibas a por la libreta.

Por ello te negabas a hablar conmigo...

Dios, no tenía tiempo para esto. De nuevo se dirigió hacia la puerta pero una manaza le aferró del cuello, lo giró y colocando otra enorme mano sobre su esternón lo empujó desplazándole hasta quedar su espalda contra el mueble bar. Del duro golpetazo todas las licoreras vibraron. Con ambas manos sujetó ese fuerte antebrazo que lo inmovilizaba.

¡Suéltame, Peter!

Nada dijo, ni movió un músculo, manteniéndole totalmente inmovilizado. El corazón de Rob parecía a punto de explotar. Se estaba cansando de que le trataran como a un pelele. Con un brusco empujón de ambas palmas sobre el inmenso pecho consiguió desplazarlo. O quizá se había dejado desplazar. No lo sabía. Tampoco importaba.

Me pides que vaya contra mis instintos.

Lo sé.

No lo hagas.

Peter le miró con una expresión que le quemó por dentro. El enfado permanecía ahí, también la ira y, sin duda, el dolor inmenso por el rechazo, pero también oculto detrás se escondía algo todavía más profundo...

Parecía a punto de añadir algo, pero lo que hizo fue dar un paso atrás dejando espacio suficiente para que pasara sin restricciones. Y así lo hizo, sintiendo a su espalda calor, quemándole. Sabía que lo miraba, que estaba enfurecido, airado y toda su furia se centraba en él, pero si se volvía, si retiraba lo dicho, Peter querría ir con él o impedir que fuera por su cuenta, y no podían.

Abrió la puerta con un gesto tranquilizador y se enfrentó a los demás mientras escuchaba a sus espaldas que Peter se les unía. Se dirigió hacía su padre quien lo aplastó fuerte contra su cuerpo y lo besó amoroso en la mejilla, como cuando era un niño. Rob pasó su fría mano, suave, por la áspera mejilla de su padre y dejó a todos en círculo a su espalda, alcanzando únicamente a escuchar un gracias, Rob del hombre desolado que tendría que esperar encerrado en esa casa al menos cuatro horas, el tiempo pactado para que él lograra sacar a Mere de donde estuviera.

Amor entre acertijos
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