Pactos y señales (en realidad Cuadernos de pactos y señales) nació a raíz de mis investigaciones sobre los «resucitados»[1]. Tras muchos años de pesquisas llegué a la certeza de que «el más allá» existe[2]. La vida que conocemos no es la única realidad…
Pues bien, el siguiente paso fue inevitable. Alguien (con mayúscula) controla ambas realidades: el más acá y el más allá.
Y me pregunté: ¿podría comunicarme con ese Alguien?
Fue así, lenta y progresivamente, como fui descubriendo el apasionante «juego» (?) de los «pactos» y de las «señales».
Y así amaneció una colección de cuadernos en la que, durante años, he ido registrando, con detalle, mis aventuras con la Divinidad.
Hoy, 1 de septiembre de 2013, es el momento de hacer pública parte de dicha colección de cuadernos. Y debo hacer otra aclaración: no es mi intención convencer a nadie de nada. Sólo busco liberarme.
Pero ¿qué entiendo por «pactos y señales»?
Empezaré por las señales. Y lo haré con un suceso que habla por sí solo[3].