A veces, cuando termino una carta, o al firmar ejemplares de mis libros, me gusta rematar lo escrito con un pequeño dibujo: generalmente un ovni (sonriente).
Es una forma de rendir homenaje al que ha sido (y es) uno de mis enigmas favoritos.
Pues bien, en cierta ocasión sucedió algo mágico, relacionado con ese inocente ovni.
Me encontraba en la Feria Internacional del Libro, en Guadalajara (México).
De pronto, en una firma de ejemplares, fui abordado por un joven…
Traía un libro en las manos.
—¿Me lo puede dedicar? —preguntó con timidez.
Accedí, encantado.
Y aproveché para sondear:
—¿Qué le ha parecido?
El muchacho —Daniel Díaz— replicó:
—De la mano con Frasquito es pura magia…
Y relató lo siguiente:
—Me hallaba en mi casa, leyéndolo. Estaba tan impresionado que me detuve y dirigí el pensamiento a los cielos. Y solicité una señal…
Sonreí para mis adentros. Eso me sonaba.
—«Si todo esto es cierto —prosiguió el joven—, dadme una prueba»…
—¿A qué se refería?
—Al contenido del libro.
—¿Y bien?
—Salí al jardín y vi un papel en el suelo…
Daniel me mostró el papel.
Quedé asombrado.
En él aparecía el dibujo de un ovni, parecido al que yo suelo pintar.
¡Era un ovni sonriente!
Sin comentarios…

«Respuesta» a Daniel Díaz.

Ovnis dibujados habitualmente por J. J. Benítez.