La minuciosidad de Caballo de Troya asombra.
Ejemplo: en el primer volumen (Caballo 1), el mayor describe un objeto que, al parecer, provocó las célebres tinieblas, previas a la muerte del Galileo[150].
Pues bien, el narrador ofrece el diámetro de dicho objeto —1757,9096 metros—, idéntico al de una esfera que fue «vista» por el mayor durante un sueño (?), en el Firán, uno de los afluentes del río Jordán[151].
En aquel tiempo (década de los años ochenta) solicité un estudio de la secuencia de las «tinieblas» sobre Jerusalén a un experto de la Armada Española.
El informe, minucioso e impecable, confirmó la exactitud de la información proporcionada por el mayor[152].
Y el diámetro del disco —no sé por qué— quedó grabado en mi memoria.
Y la «bella intuición» avisó.
Aquel «1757,9096» ocultaba «algo»…
Pero, absorto en otros menesteres, olvidé el asunto y dejé pasar el tiempo…
¡Sólo veintiún años!
Y en 2005, el Destino me situó de nuevo ante el diámetro del disco que provocó las «tinieblas».

Un gigantesco disco —de 1757,9096 metros de diámetro— se situó entre el sol y la ciudad de Jerusalén, provocando las célebres «tinieblas». Al morir el Maestro, el objeto desapareció. Cuaderno de campo de J. J. Benítez.
¿Qué encerraba aquel misterioso «1757,9096»?
Y solicité ayuda al doctor Larrazabal.
El 3 de diciembre de 2005 llegó la respuesta.
Decía, entre otras cosas:
… Si separamos los millares de las centenas (1757,9096) tendremos:
«1» (ALEF) = Símbolo del Absoluto.
«757» es la suma de las letras de KETEM OFIR; es decir, «oro».

El diámetro de aquel objeto guardaba varios «mensajes». Cuaderno de campo de J. J. Benítez.
El «oro» alquímico que emana del Absoluto. La transmutación del alma del hombre que se hace posible por la enseñanza de Aquel que muere y resucita.
Segunda cifra. Hacemos lo mismo:
«9» (TET) = Símbolo de la «percepción», entendida como «fuente de conocimiento».
«96» es el resultado de la suma de las letras de la palabra SOD YHWH: «El secreto del Eterno».
Quedé nuevamente perplejo.
El «mensaje» decía: «Oro (puro y alquímico) es la intuición: el secreto del Eterno» (!).
¿Cómo podía ser?
¡La bella intuición es el secreto del Padre Azul!
E hice caso a la «bella»…
Según el mayor (ver Caballo 1), Jesús de Nazaret murió a las 14 horas, 57 minutos y 30 segundos del viernes, 7 de abril del año 30 de nuestra era.
Sumé los dígitos (14 + 57 + 30 + 7 + 4 + 30). Todo ello me llevó al «7».
¡Sorpresa!
En Kábala, el «7» tiene el mismo valor que «Dios, mi Señor de la Tierra, y morir». Interpretación: «Dios murió» (a la hora citada).
Sencillamente prodigioso…
Y repito: ni en mil años hubiera sido capaz de construir semejante bellinte.