Al leer aquella secuencia tuve que detenerme.
Me ahogaba…
Durante días no fui capaz de pensar en otra cosa.
Hoy, transcurridos más de treinta años, la flagelación de Jesús de Nazaret en el Caballo de Troya 1 me parece una de las escenas más duras que conozco.
El mayor enumera los impactos que detectaron: 225 puntos «calientes»[147].
Pues bien, el 18 de enero de 2010 (veintiséis años después de la publicación del citado Caballo 1), al releerlo, caí en la cuenta.

El Maestro, según Caballo de Troya, presentaba 225 puntos «calientes» en su cuerpo (resultado de la flagelación). «225», en Kábala, equivale a «señal y marca» (!).
La «guía» de la flagelación encierra una lectura subterránea y secreta. Una lectura imposible…
Consulté al maestro de Kábala y confirmó mis sospechas.
He aquí su respuesta:
18 de febrero de 2010
Querido Juanjo:
Hoy, Miércoles de Ceniza, que nos recuerda que nuestro cuerpo volverá al polvo, al barro de la tierra, de donde RÚAS, el Soplo Divino, lo sacó, hoy es un buen día para escribir esta carta, contestación a la tuya del 19 de enero (2010) sobre las marcas que dejaron las tabas de los flagrum romanos en el cuerpo de Jesús de Nazaret…
Lo primero que te digo es que me acerco a ello con el mayor respeto y humildad. No deseo ni la más mínima frivolidad al aplicar numerología a los números que me propones. No quiero que esto sea un tonto divertimento destinado a asombrar a gente aburrida. Jesús de Nazaret merece el mayor de los respetos y no sólo porque sea Él (que también por eso), sino porque cualquier hombre torturado hasta la muerte por ser consecuente con sus creencias o por el bien de los demás merece un total respeto.
Así que esta carta queda entre tú y yo, porque los números que me indicas sí que pueden tener una lectura.
El cuerpo humano tiene una zona, a nivel de la cintura, que lo divide prácticamente en dos. Es la zona lumbo-sacra, en la parte posterior, donde el peso de la cabeza, tronco y miembros superiores, descansa sobre el sacro y se transmite a las dos «columnas» que soportan el peso: los miembros inferiores.
Esa crucial zona lumbo-sacra tiene veintinueve marcas de las tabas de los látigos romanos. Da escalofríos… «29» lleva a la palabra DAKÁ («quebrantamiento»), y a esta otra que se escribe con las mismas letras: DIKÁ («machacar, humillar»).
También el NÚMERO TOTAL DE MARCAS (225) lleva, no por casualidad, a HEKER («señal, marca»), pero también a «reconocimiento y distinción».
El número «14», que se repite en tres zonas diferentes, con distinta valoración según la zona, lleva a la palabra YAD («mano, poder, fuerza»).
Así, en el pecho, aparece el «14» y en su zona posterior, la espalda, el «54», que nos lleva a DAN, que no sólo es el quinto hijo de Jacob, sino que significa «juzgar».
Así que el pecho y la espalda nos dicen:
«PODER PARA JUZGAR».
Estamos hablando de Jesús de Nazaret.
De la parte superior del tórax (pecho y espalda) salen dos miembros superiores. El izquierdo tiene catorce marcas y aquí sí le doy el significado de «mano», que está en su porción más distal. El derecho tiene veinte marcas. «20» es el valor numérico de la letra KAF que jeroglíficamente representa (¡qué casualidad!) una «mano abierta, en posición de ir a coger algo». Pero también, jeroglíficamente, por extensión del símbolo, significa «copa o cáliz». Pero, en Kábala, la letra kaf se interpreta a través de la palabra KAVOD («honor y gloria»).
Honor y gloria a Jesús que con sus manos sujeta el cáliz.
Como vas viendo, esto es muy impresionante. Ningún divertimento ni curiosidad.
El conjunto «vientre» (por delante): seis marcas; nalgas (por detrás): catorce marcas y genitales: dos marcas, nos lleva a lo siguiente:
- «6» es la letra vav, jeroglíficamente significa «HOMBRE», que se hinca por debajo, en la tierra, y su cabeza se eleva al cielo. Pero en Kábala también significa «hijo y enlace».
- «14» es el «poder y la fuerza» y también «ofensa e insulto».
- «2» es la letra bet («asa, templo y dentro de»).
Interpretación: Jesús penetra dentro de nuestra casa o templo interior para, mediante su poder de Hijo, darnos la fuerza para enlazar desde nuestra naturaleza terrestre con la región celeste del Reino.
Sigamos.
Todo el conjunto de nuestro cuerpo sostiene en su cúspide la cabeza. En la cabeza hay una marca en cada lado. Así que tenemos el «1» repetido dos veces. El «1» es la letra alef, la Unidad (principio de la Manifestación) y dos veces es ARIJ ANPIN («el Gran Rostro»).
Llamamos «Gran Rostro» al conjunto de las tres primeras séfiras del Mundo de la Manifestación: la Corona, la Sabiduría y la Inteligencia de Dios. Allí radica la inmensa «Luz» de Dios que, si alcanzara directamente a nuestras conciencias, las anularía porque nos sentiríamos tan uno con ella que nuestro yo dejaría de tener sentido y no podríamos evolucionar. Pero el sentido de esa evolución es la búsqueda y ascenso a ese Gran Rostro a través de las siete séfiras inferiores o «Pequeño Rostro» donde sólo queda la «luz» atenuada del Espíritu de la Verdad o Shejiná, que nos guía. Jesús desciende al mundo, como dijimos, para servir de enlace. Él es el camino y la verdad que lleva a la VIDA verdadera. Él nos conduce al Gran Rostro a través del Reino y el Conocimiento…

«Guía» de los azotes en el cuerpo de Jesús de Nazaret. (Archivo de J. J. Benítez).
Y sosteniendo todo el edificio del cuerpo están los miembros inferiores. El izquierdo, en la zona frontal, presenta once marcas; en la dorsal, veintidós (el doble). El derecho, en la frontal, diecinueve y en la dorsal, dieciocho marcas.
Veamos:
«11» (EI) = «dónde, cómo, qué».
«22» (BAJ) = «en ti» (masc).
«19» (GUEVÍ) = «cuerpo».
«18» (JAI) = «Dios, ser, viviente, existente».
Así que, sosteniendo todo lo dicho, tenemos la pregunta: «¿Qué en ti?» o «¿Qué hay en ti?». O, dicho de otro modo, la gran pregunta: «¿Quién eres tú, Señor?».
La respuesta (a través de la «guía» de los azotes) sobrecoge: «CUERPO-DIOS». ¡Un cuerpo humano que contiene a Dios!
No quiero hacer ningún comentario. Sólo cabe rezar: ¡honor y gloria a Ti, Dios y Rey de la Gloria!
Un abrazo.
Yo tampoco deseo hacer comentarios.
Magia, pura magia…