Esa mañana del 1 de junio de 2013, Blanca y yo nos encontrábamos a punto de subir al tren que nos trasladaría desde Madrid a la localidad de Pinto.
Había quedado con José Manuel Rodríguez. Sabía de un caso ovni, protagonizado por un militar.
Y a las diez sonó el móvil de Blanca.
Era José Manuel.
El testigo se había puesto súbitamente enfermo.
Investigación aplazada.
Y nos dirigimos al hospital en el que se hallaba mi hija Lara. Dos días antes había dado a luz a Eric y a Alex, mellizos.
A los pocos minutos de nuestra llegada se presentó en la habitación Pilar Entrena, enfermera y amiga de Lara.
Al saber que preparaba un libro sobre pactos y señales me contó su experiencia:
—Mi padre se llamaba Pedro. Tenía ochenta y siete años cuando murió… Falleció en Gandía… Él y yo habíamos hecho el pacto… El primero que muriera, si hay algo al otro lado, debería avisar al superviviente… Le pedí que no me asustara… Y en 2012, dos años después de su muerte, tuve un sueño muy real… Mi padre apareció en el sueño y me dijo: «Estoy bien».
—¿Qué aspecto presentaba tu padre?
—Sólo vi la cabeza, muy cerca, a cosa de cuarenta o cincuenta centímetros.

Pedro Entrena, fallecido el 8 de diciembre de 2010. Se presentó a su hija, en sueños, dos años después. (Gentileza de la familia).
—¿Dijo algo más?
—Sí, pero no lo recuerdo.
—¿En qué lugar se hallaba?
—Tampoco sé definirlo. Parecía un sitio abierto, pero todo estaba lleno de una luz amarilla. De la cara también salía luz. Era traslúcido. Me recordó la película Ghost. Sonreía todo el tiempo, feliz.
—¿Usaba gafas?
—En vida sí; en el sueño, no.
—¿Te molestaba la luz?
—No, al contrario.
—¿Y qué sucedió?
—Le pregunté por Píter, mi marido, también fallecido. Él, entonces, dijo: «Mira, ahí viene». Giré la cabeza en el sueño y contemplé una especie de camino. Al fondo, a cosa de ochenta metros, lo vi. Caminaba con otro amigo, también muerto. Ahí terminó el sueño.
—¿Tuviste la sensación de que seguían vivos?
—Más vivos que en vida…
Y digo yo: ¿fue casualidad que el militar, amigo de José Manuel Rodríguez, se pusiera enfermo en esos momentos?
¿Fue cosa del azar que Pilar llegara al hospital esa mañana?
Obviamente no…

Pilar. (Foto: Blanca).

Cuaderno de campo de J. J. Benítez.