Nunca imaginé que mi relación con aquel símbolo fuera tan intensa y fructífera.
Ahora, cuando «tropiezo» con un «palo-cero-palo» (|0|), sé que Alguien me está transmitiendo algo o, simplemente, dando por buenos mis pensamientos. Pero iré por partes en esta nueva aventura.
Todo empezó en julio de 1996, en un inolvidable viaje a Egipto.
En aquellas fechas andaba enfrascado en otra investigación apasionante: Ricky, ya mencionada en páginas anteriores.
Después de meses de intensas pesquisas mi cabeza empezó a echar humo.
Necesitaba un descanso, y alejarme temporalmente del tema.
Y así lo hice.
Viajé a Egipto con Blanca y con unos amigos e intenté serenarme.
Lo conseguí a medias.
Ricky seguía en mi mente, hiciera lo que hiciera…
Y en la noche de nuestra llegada a El Cairo (en esos momentos no supe por qué), a eso de las dos de la madrugada, me levanté de la cama y me asomé a la terraza de la habitación.
Contemplé las pirámides y solicité una señal: «Si estoy en el buen camino, si el caso Ricky es auténtico… “ellos”[61] me darán una señal».

Ricky. (Archivo de J. J. Benítez).
Era, como digo, la madrugada del 16 al 17 de julio de 1996.
Tomé el cuaderno de campo y establecí el protocolo:
«Dos luces en el cielo… Una al encuentro de la otra y en rumbo de colisión… Y, al reunirse, un fogonazo».
Esa debía ser la señal…
Pasaron nueve días, pero no se produjo. No vi una sola luz.
Pero el 25 de julio sucedió algo especial, muy especial…
Nos habíamos trasladado al mar Rojo, a la zona de Sharm el Sheikh.
Por una serie de misteriosas «causalidades» tuvimos que retrasar el ascenso al macizo del Sinaí[62]. Y Blanca y yo optamos por bucear un rato. Fue en esas circunstancias cuando mi mujer «perdió» (?) un anillo de oro. Resultó herida en una pierna con un coral y «alguien», un extraño personaje, la sacó del agua. Yo me dediqué a buscar el anillo y lo hice durante más de una hora. El resultado, como era de prever, fue infructuoso. El anillo de Blanca estaba perdido.
Y al abandonar la mar ocurrió algo insólito: ¡encontré un anillo de plata!

El anillo de plata. (Foto: J. J. Benítez).

Sharm el Sheikh, lugar en el que J. J. Benítez encontró el anillo de plata. Cuaderno de campo de J. J. Benítez.

Teoría de Bartolomé Rey sobre «|0|».
El anillo en cuestión presenta dieciocho símbolos en su
perímetro exterior (ver imágenes). Se trata de «I0»
(«palo-cero»), repetidos nueve veces cada uno, aunque tengo un
amigo —el pintor Bartolomé Rey— que hace otra clase de lectura. Él
lo escribe así: , y argumenta por qué.
Pues bien, ahí quedó el asunto. Aparentemente, una casualidad. Pregunté por el posible propietario, pero no tuve éxito. Nadie sabía nada.
Al regresar a España me esperaba otra sorpresa…
El 16 de julio, horas antes de solicitar la señal frente a las pirámides, un vecino de la localidad de Los Villares, en Andalucía (España), fue testigo de la presencia de un ovni y de tres tripulantes. El hecho se produjo a las doce del mediodía, en las proximidades del referido pueblo. Dionisio Ávila, vecino de Los Villares, fue a «tropezar» con una nave en forma de media naranja. En lo alto del objeto aparecían unos símbolos que empezaban a ser familiares para mí: |0|.

Los Villares (Jaén): Dionisio Ávila (izquierda), con J. J. Benítez y el investigador Loren Fernández Bueno. (Foto: Iker Jiménez).

Tres seres aparecieron junto a la nave. (Dibujo de Néstor Rufino).
Quedé desconcertado.
Uno de los seres —según Ávila— lanzó una «luz» a los pies del jubilado. Cuando Dionisio la recogió, la «luz» se extinguió y, en su lugar, se presentó una pequeña esfera de piedra negra con la superficie cubierta por signos desconocidos. Tres de esos símbolos eran los ya referidos «|0|».
Me faltó tiempo para visitar a Dionisio en Los Villares[63].
Contó de nuevo la historia y me regaló el «lucerillo», como llamaba él a la piedra esférica.

El «lucerillo». (Foto: J. J. Benítez).
E inicié una exhaustiva investigación sobre la piedra y, por supuesto, sobre el no menos enigmático anillo de plata.

El anillo de plata encaja, a la perfección, en uno de los símbolos del «lucerillo». (Foto: J. J. Benítez).

Versión del pintor Bartolomé Rey sobre la posición de «I0» en el anillo.
«Ellos» habían respondido a la petición, y con una señal doble…
Fue así como nació mi romance con «|0|» o, si lo prefiere, con «I0» o con «0»…