El 7 de septiembre de 1993 recibí un regalo de cumpleaños muy especial: una fotografía de 23 por 29 centímetros en la que aparecen mis cuatro hijos: Iván, Satcha, Lara y Tirma. Acudieron a un estudio, la firmaron y me la obsequiaron.
La enmarqué y, desde entonces, permanece a la vista, muy cerca de mí.
Años después decidí hacer una foto de la foto.
Deseaba una copia más pequeña. Quería llevarla en la cartera…
Y así lo hice.
La sorpresa llegó al revelar la fotografía.
Sobre la cabeza de Lara se presentó un potente círculo blanco.
En un primer momento pensé en un reflejo luminoso, provocado por el flash de la cámara.
Rechacé la idea.
El flash no era circular; es más: ni siquiera usé flash…
Y ahí quedó el misterio.
Algún tiempo más tarde, para sorpresa de todos, en la parte posterior izquierda de la cabeza de Lara dio la cara un tumor de casi tres centímetros de diámetro.
Nos aterrorizamos.
Se trataba de un neurinoma del VIII par de 2,9 centímetros de diámetro máximo.
Afortunadamente era benigno.

Un potente círculo luminoso sobre la cabeza de Lara. (Foto: J. J. Benítez).
Fue intervenida el 17 de octubre de 2007 en el Hospital Universitario La Paz, en Madrid.
La intervención —translaberíntica— se prolongó durante trece horas y media.
Lara perdió la audición del oído izquierdo y necesitó rehabilitación.
Hoy está bien. Ha tenido, incluso, mellizos…
«Alguien», en efecto, me previno.