El 4 de noviembre de 2005 fue otro día singular…
No lo olvidaré.
Esa mañana, cuando escribía Caballo de Troya 8, llevé a cabo la transcripción de un pasaje en el que el mayor describe extrañas «luces» en el firmamento[153].
Sinceramente, dudé.
¿Y si los diarios son una fantasía?
¿Inventó el mayor las siete luces en formación de «cruz latina»?
Efectivamente, que sepamos, nadie volaba en el siglo primero.
Y la «voz» que me habita susurró:
—Solicita una señal…
Me encogí de hombros, pero terminé acudiendo al cuaderno de pactos y señales. Y anoté con escepticismo: «Si lo que escribe el mayor es cierto, hoy recibiré una prueba». Pero no especifiqué qué clase de señal.
A las 14.30 horas, al sentarme a comer, Blanca me entregó un correo electrónico de Giorgio Bongiovanni. Acababa de llegar.
Palidecí.
Con la comunicación, mi amigo Giorgio había adjuntado una fotografía.
En ella se veían ¡siete luces! Eran siete ovnis, captados por Steven Burns el 14 de agosto de ese mismo año (2005), en Florida (USA).

Formación ovni, en «cruz latina», sobre Florida. (Foto: Steven Burns).
¡Y la formación ovni se presentaba en forma de «cruz latina»!
Sonreí para mis adentros…
Lo tenía merecido, por dudar.
Pero el asunto no terminó ahí.
Al finalizar la comida, mi esposa, al echar un vistazo al periódico, levantó la mirada y exclamó:
—¿Sabes qué película dan esta noche en televisión?
No tenía idea.
—Encuentros en la tercera fase…
Y volví a oír la «voz»:
—Hombre de poca fe…