Supe de los diarios del mayor, por primera vez, en 1981 y 1986[168].
Los he leído muchas veces.
Por una serie de circunstancias «especiales» (que algún día me gustaría contar), varios de los pasajes del Caballo 9 me impresionaron vivamente.
Una de estas secuencias tiene por protagonista un cáliz de metal.
Jesús de Nazaret lo recibió en las bodas de Caná.
Ticrâ, madre del novio, se lo regaló en agradecimiento por la «conversión» del agua en vino.
El regalo, como cuenta el mayor, fue premonitorio[169].
En numerosas ocasiones, mientras conversaba, el Maestro tomaba el cáliz y lo acariciaba…
Esas escenas, como digo, me impresionaron.
Yo sabía que aquella copa de metal encerraba una historia secreta y emocionante. Pero no lo supe por los diarios…
Pues bien, el Caballo 9 vio la luz en noviembre de 2011.
Hechas estas aclaraciones me centraré en la señal, propiamente dicha.
En septiembre de 2006 —cinco años antes de la publicación del mencionado Caballo 9— recibí una carta procedente de México.
La firmaba la doctora Olivares, pediatra.
Con la misiva llegó también una fotografía que me tocó el corazón.
Parecía expresamente dirigida a mí…
La carta decía, entre otras cosas:
Estimado J. J. Benítez.
Le envío un cordial saludo y mis más sinceros reconocimientos por toda su trayectoria literaria. He leído varios de sus libros y siempre me han dejado mucho en mi interior. En esta ocasión intento ponerme en contacto con usted para solicitarle AYUDA y analizar una fotografía que el VIERNES SANTO de 1995 me tomaron, en la cual, estando la TV apagada, aparece una imagen hermosa de JESUCRISTO resucitado…
En la fotografía se veía un aparato de televisión y, en la pantalla, la imagen del Maestro, sentado, mirando a cámara, ¡y con un cáliz en las manos!

La doctora, en el salón de su casa. En el televisor se aprecia la imagen. (Gentileza de la familia).

El Maestro, con un cáliz en las manos, mirando a cámara. ¡La escena del Caballo 9! (Gentileza de la doctora Olivares).
No podía dar crédito…
Solicité detalles y Olivares, encantadora, respondió a todas mis preguntas[170].
¿Pudo tratarse de una coincidencia?
Sí y no…
La madre de la doctora Olivares llevó a cabo la foto y lo hizo en el momento justo en el que el Hombre-Dios (probablemente en una película de las que acostumbraban a proyectar en Semana Santa) miraba a cámara (!). Ni antes ni después.
¡Qué increíble y maravillosa «coincidencia»!
Obviamente, no fue tal…
Era la escena que tanto me impresionaba y tomada mucho antes de la aparición del Caballo 9.
Lo tomé como un guiño del Jefe…
En marzo de 2014 pude conversar personalmente con Rosa Elena Olivares, en México, y confirmó cuanto me había adelantado.