Supe de Raquel Nalvaíz a raíz de una fotografía ovni, tomada por ella misma en las costas alicantinas en el verano de 1989[32].
Raquel se interesó por el fenómeno ovni y, poco a poco, fue viviendo otras experiencias. Dos de ellas encajan en el trabajo que llevo entre manos: pactos y señales.
Así contó la primera vivencia:
Sucedió el 25 de marzo de 2003, cuando vivía temporalmente en Villanueva de Gállego, un pueblo situado a doce kilómetros de Zaragoza… Hacía footing por la carretera bajo la luz de las estrellas… Serían las diez y media o las once de la noche… Mentalmente me dirigí a «ellos» y me ofrecí para cualquier plan que sirviera a la humanidad… Con el corazón inflamado por la hermosura del cielo estrellado, y completada mi rutinaria carrera, me dispuse para terminar cuando, de pronto, desde el fondo estelar, apareció una luz preciosa… Era de color verde esmeralda… En apenas cuatro segundos pasó de ser del tamaño visual de una canica al de sesenta centímetros de diámetro… Dejó de tener la apariencia de esfera y se convirtió en lo que te dibujo…

Raquel Nalvaíz. (Gentileza de la familia). (Arriba).
Ovni sobre Benidorm (1989). (Foto: Raquel Nalvaíz). (Abajo).

Ampliación del ovni «invisible» que sobrevoló Benidorm en el verano de 1989.

Cuaderno de campo de J. J. Benítez.

Como detalle destacable te diré que en torno al objeto había algo así como vapor; como si la nave estuviera muy caliente y desprendiese dicho vapor… Pero lo curioso es que la luz verde esmeralda que emitía el objeto, al reflejarse en el vapor, resultaba de color rosa intenso… ¿Cómo una luz verde puede provocar un reflejo rosa?… Ni que decir tiene que la sensación interna fue totalmente positiva, sin ninguna señal de miedo… Todo lo contrario: sentí alegría y cierta sorpresa y asombro… Todo ello en el más absoluto silencio… El objeto desapareció por detrás de un puente que se eleva sobre el terreno… Me di la vuelta y me fui pitando para casa, adentrándome en el pueblo… A todo esto observé cómo un coche aparcó en un lateral y el conductor, que seguro vio lo mismo que yo, se bajó y quedó mirando al cielo. No quise acercarme… En los días siguientes se sucedieron «comunicaciones» a nivel mental… Pedí más pruebas de que aquello era lo que parecía ser, y no un mentalismo… Y se me dijo: «Quita la maceta de la ventana, o la flor que tanto te gusta será arrancada mañana»… Evidentemente no hice caso… Me pareció absurdo… A la mañana siguiente, la flor había sido arrancada… Nunca supe por quién… Yo no había comentado el encuentro ovni con nadie… Imagínate mi sorpresa… Por lo que pude averiguar, en esas fechas hubo varios incidentes con ovnis, detectados por los radares militares que se ubican cerca del pueblo, concretamente en los montes de Zuera…
La segunda experiencia de Raquel, relacionada con «señales», tuvo lugar veinte meses después. Sucedió el 6 de noviembre de 2004. He aquí su testimonio:
Mentalmente solicité a los hermanos mayores un nuevo «encuentro»… Quería fotografiarles, dado que me había sido sustraída la famosa foto de Benidorm… Total, por pedir… Y alguien debió de escuchar… El caso es que en la tarde del 6 de noviembre (2004) sentí una gran inquietud interior… No sé por qué pero me sentí impelida a salir a la terraza… Me hallaba en el piso de mis padres, en Zaragoza… Entonces lo vi… En el horizonte, un gran punto luminoso blanquiazul presidía el cielo… Las estrellas no habían aparecido aún… El tamaño del objeto era como el de Venus a simple vista… Pero no era Venus… Me metí en la casa y grité a mi hermana: «¿Quieres ver un ovni?»… Fui a buscar la cámara de fotos… A lo que regresé, el punto luminoso ya no estaba… Sentí una gran decepción… Pero una fuerte inquietud interna, como el fluir de un pensamiento, me dijo: «Haz la foto, saldremos»… Así lo hice, aunque no de muy buena gana… La primera escéptica soy yo… Así me va, claro… Para mi sorpresa, al revelar la película, aparecieron tres puntos luminosos…
Las experiencias de Raquel Nalvaíz me recordaron un lejano suceso, vivido por mí en 1976. Llevaba cuatro años investigando el fenómeno ovni. Un buen día, en compañía de José Luis Barturen y Javier Fuentes (fotógrafo) ascendimos al monte Gorbea, en Vizcaya (España). Teníamos la intención de comunicarnos con «ellos» (!). Dejamos atrás los bosques de hayas y robles y nos detuvimos a cosa de 1300 metros de altitud. Allí acampamos. Y allí permanecimos toda la noche, pendientes del cielo.
No vimos nada, claro está, pero, de madrugada, los tres percibimos algo extraño: se hizo un silencio absoluto en la peña y, acto seguido, notamos calor.
Lo comentamos.
Ni el silencio ni la súbita oleada de calor eran normales, y menos a 1300 metros de altura.

Imagen captada por Raquel Nalvaíz en noviembre de 2004 en Zaragoza (España). (Gentileza de Raquel Nalvaíz).
Fue en esos instantes cuando «escuché» (?) aquella «voz» (?) en mi mente: «Estamos aquí… Dispara junto a la luna».
No dije nada a mis compañeros. Sentí pudor. Pero disparé e hice varias fotografías. La luna llena resplandecía.
Al revelar la película (en blanco y negro) me llevé la gran sorpresa: junto a la luna aparecía una esfera enorme y luminosa. Calculé un tamaño diez veces superior al de la luna.
Ahora lo sé: fue un guiño de «ellos», los tripulantes de las naves.

Imagen tomada por J. J. Benítez en el monte Gorbea (1976). La esfera tenía un diámetro superior al de la luna. Cuaderno de campo de J. J. Benítez.
