Siempre me impresionan los llamados «círculos de las cosechas». Empecé a interesarme en ellos al arrancar en la aventura ovni; de eso hace cuarenta años…
Y durante ese tiempo los he investigado en silencio.
Puede que algún día me decida a publicar lo mucho que he hallado. Puede…
No necesité demasiado tiempo para comprender que los «círculos» no son obra humana. Al menos la mayoría.
Para mí está claro: una inteligencia superior (no humana) los diseña y los materializa en cuestión de segundos (casi siempre durante la noche).
¿Se trata de mensajes a la humanidad?
Muy probablemente.
Pues bien, aquel 20 de noviembre de 2006 me encontraba en Venezuela.
Recuerdo que alternaba la investigación con la lectura. Uno de los libros que manejaba se titula El enigma de un arte anónimo, de Andy Thomas. Es un excelente trabajo sobre los «círculos». Lo recomiendo. Y al llegar a la página 194, una de las imágenes aéreas me llamó la atención. Fue descubierta en agosto de 1991 en la campiña inglesa de Barnes, al oeste de Milk Hill. Se trataba de una larga hilera de símbolos, compuesta por dieciocho signos.
Analicé cuidadosamente la figura y casi estuve seguro: ¡era beréber! ¡Eran los mismos signos que pueden contemplarse en los desiertos del norte de África!

Wiltshire (Inglaterra). Agosto de 1991. Imagen que recuerda el lenguaje beréber. (Foto: Andrew King).
Y las preguntas y las dudas llegaron de la mano: ¿qué relación hay entre la inteligencia creadora de los «círculos de las cosechas» y el anciano idioma de Tassili? ¿Me hallaba ante las mismas criaturas? ¿Eran los gigantes que descendieron en el Sahara hace diez mil o quince mil años los que daban forma a los «círculos»?
Lo he dicho: los creadores de las figuras, en los campos de cereales, son una inteligencia superior (no humana). Y voy más allá: esa inteligencia tripula naves. Los ovnis han sido vistos —a decenas— antes, durante y después de la aparición de las figuras.
Y una idea empezó a aletear a mi alrededor…
«Si los responsables de los “círculos” y los que guiaron a Abraham son los mismos…, solicita una prueba».
Al principio me pareció absurdo.
¿Quién era yo, pobre mortal, para hacer un pacto así?
Pero terminé aceptando. Me encantan los desafíos y los imposibles…
Y escribí:
«Si los “círculos de las cosechas” son obra de una inteligencia no humana, y si dicha inteligencia superior tiene relación con las criaturas que fueron pintadas en Tassili y que guiaron a Abraham desde Ur de Caldea, entonces recibiré una señal».

Cuaderno de campo de J. J. Benítez.
Me detuve.
Inspeccioné de nuevo la imagen con los dieciocho signos bereberes. Allí observé «palos» y «ceros». Y me pregunté:
«¿Qué señal solicito?».
Y llegó otra idea:
«Que aparezca “|0|” (“palo-cero-palo”) (101) en cualquier lugar del mundo»[23].
A las 18.20 horas concreté el pacto:
«Si sois lo que creo que sois, en la próxima temporada estival (2007), en algún lugar del mundo, aparecerá un “círculo de las cosechas” en forma de “|0|” (101)».
Los «círculos», como es sabido, se presentan fundamentalmente al final de la primavera y, sobre todo, en el verano, cuando las mieses están crecidas.
Sonreí para mis adentros.
¡Qué ridiculez!

Imagen «solicitada» por J. J. Benítez en noviembre de 2006. Se formó en Inglaterra en agosto de 2007. (Foto: Lucy Pringle).
¿Es que esta inteligencia (o lo que fuere) es capaz de leer los pensamientos de siete mil millones de seres humanos?
Pero hecho estaba…
Cerré el cuaderno y olvidé el singular pacto.
Nueve meses después recibí una grata sorpresa.
El 12 de agosto de 2007, en un paraje conocido como Alton Barnes, en Wiltshire, al suroeste de Londres, muy cerca del lugar en el que fue descubierta la larga expresión en beréber, fue detectada una impecable figura, con la forma que yo había solicitado: ¡«I0» o «O»! (según se mire).
Quedé tan desconcertado que guardé silencio. Nadie lo supo, hasta hoy…

Imagen aparecida el 12 de agosto de 2007 en Wiltshire (Inglaterra). (Foto: Steve Alexander).
Dos años después volvió a suceder…
Aquel jueves, 12 de junio de 2008, me encontraba en Madrid.
Investigaba varios casos ovni. Uno de ellos me pareció especialmente interesante. El testigo aseguraba haber tenido encuentros con una «ummita». La llamaba «Rayo de la Aurora».
Hablamos por teléfono y cruzamos algunas cartas.
Y, conforme avancé en la investigación, el caso se torció. Había detalles que no cuadraban. Y empecé a sospechar. ¿Podía tratarse de un loco o de una trampa?
Decidí verle la cara al supuesto testigo. Las miradas y los gestos no engañan…
La reunión sería a las 17 horas.
Y a las 16, cuando me disponía a salir del hotel, rumbo al lugar en el que habíamos quedado, llegó una idea.
Me pareció absurda.
Cuando investigo el fenómeno ovni no echo mano de asuntos así…
Pero la idea siguió martilleando: «Solicita una prueba».
Quise espantarla. No pude.
Y antes de salir de la habitación escribí:
«Solicito una señal a los creadores de los “círculos de las cosechas”».
Absurdo, me dije. Pero continué:
«Si el caso de la “ummita” es cierto, en algún lugar del mundo
(no importa dónde), antes de que finalice el verano, deberá
aparecer el símbolo de “Ummo”()».
Miré el reloj y apunté la hora: 16.20.
Y acudí a la entrevista.
Al finalizar, las dudas aumentaron.
Y olvidé la petición a los «señores de los círculos».
Un mes después, el 15 de julio, al chequear las nuevas imágenes de los «círculos de las cosechas» quedé perplejo.
¡No era posible!
Repasé las fotografías.
Allí estaba…
El mismo día de la solicitud —12 de junio— apareció un enorme símbolo «ummita» en los campos italianos. Ubicación: 44° 07′ 18″ N y 12° 11′ 21″ E.

Símbolo «ummita» aparecido en Lizzano (Italia) el 12 de junio de 2008. (Foto: Bruno Tommasini).
Indagué y supe que la figura fue descubierta en la mañana del citado 12 de junio. Curioso: yo formulé la petición a las cuatro y veinte de la tarde. ¿Cómo era posible que el símbolo fuera creado con horas de antelación? En el momento de la «solicitud», obviamente, yo no sabía nada de esa figura.
Pero el asunto no quedó ahí.
Por si tenía alguna duda, el 27 de junio (2008) fue descubierta otra figura, también con el símbolo «ummita». En esta ocasión, el hallazgo se produjo en los campos de cereal de Alemania[24].

Baden (Wuerttemberg), en Alemania. Reportado el 27 de junio de 2008. (Foto: Rolf Holderfied).

Diagramas de Andreas Müller. En el dibujo superior, representación de la figura aparecida en Italia. En el inferior, réplica de los «círculos» detectados en Alemania el 27 de junio. El símbolo de «Ummo» es nítido.
Me faltó tiempo, claro está, para acudir ante mi notario favorito —José María Florit—, en Sevilla (España), y rogarle que levantara acta de una tercera petición a los «señores de los círculos». Florit, eficaz y generoso, lo hizo sin parpadear. El documento dice así:
«Por la presente solicito a los responsables de los círculos de las cosechas que, antes de que concluya la temporada 2008, aparezca el siguiente símbolo (no importa en qué país):
|0|0|0|0|0|0|0|0|0
(Nueve “palos” y nueve “ceros”).
En Ab-bā, a 16 de julio de 2008».
De momento, que yo sepa, no se ha cumplido…[25]

Solicitud no cumplida (hasta el momento).

Protocolo 1208.
El universo de las señales no conoce límites.
Lo vivido por Agustín Amaya lo demuestra, una vez más.
Supe del caso por Miguel Ángel del Puerto, un viejo y entrañable amigo. Él levantó la liebre, como se dice en periodismo…
Y el 14 de julio de 2008 pude conversar con Amaya.
En síntesis, la experiencia fue la siguiente:
—Sucedió en la primavera de 1979 —relató Amaya—. Yo tenía veinte años. Ese día me encontraba en la casa de mi abuela, en un cortijo próximo a río Grande, en Tólox (Málaga). Recuerdo que estaba aburrido. Tomé papel y lápiz y me puse a garabatear. E hice una serie de dibujos. Fue algo inconsciente…
Le interrumpí.
—¿Qué quieres decir?
—Dibujé sin ninguna intención. La mano iba sola. A eso me refiero cuando digo de forma inconsciente. Y surgió un triángulo. Después, sobre los lados, dibujé sendos cuadrados. Al final rematé el dibujo. Y salió lo que salió. Estaba asombrado.
—¿Por qué?
Amaya se echó a reír.
—Soy muy mal dibujante. «Aquello», sin embargo, era perfecto. Nunca supe cómo lo logré. Y lo guardé como un tesoro. No me preguntes por qué, pero así fue. El dibujo me tenía intrigadísimo. Lo llevé a un platero del pasaje de Chinitas, en Málaga, y fabricó un llavero. Después hice un colgante y lo llevé colgado del cuello.

Agustín Amaya junto a la figura que dibujó en 1979. En la esquina del cuadro, el llavero de plata y el colgante de oro que diseñó con dicha figura. (Foto: Miguel Ángel del Puerto).
—¿Conoces el significado del dibujo?
—He preguntado a personas que dicen tener capacidad paranormal, pero las respuestas no me han convencido.
Y pasaron los años…
—Un buen día, en 1996 —prosiguió Agustín—, al hojear una revista me llevé el susto de mi vida. Era Enigmas. En uno de los reportajes se hablaba de los «círculos de las cosechas». Pasé las hojas, sin más, pero, de pronto, como digo, me asusté. Una de las imágenes me resultó familiar; muy familiar… ¡Era el dibujo que había hecho dieciséis o diecisiete años antes!
Amaya se refería a una figura aparecida el 23 de julio de 1995 en Inglaterra. Concretamente en Winterbourne (Wiltshire). Años antes, un médium norteamericano llamado Anka dijo haber recibido dicho dibujo mediante «canalización».

Figura aparecida en 1995, en Inglaterra, idéntica a la dibujada por Amaya. (Foto: Steve Alexander).
Examiné lo trazado por Amaya en 1979, y las fotografías tomadas sobre Wiltshire, en 1995, y llegué a la única conclusión posible: eran idénticos (!).
¿Qué sucedió?
La respuesta es simple: la inteligencia superior a la que me he referido había vuelto a actuar.
Fue Miguel Ángel del Puerto quien me puso tras la pista de otro fenómeno relacionado también con los «señores de los círculos».
Indagué y quedé no menos perplejo.
El 22 de julio de 1991 aparecieron en Grasdorf (Alemania) unos magníficos «círculos». Fueron fotografiados y difundidos y, al poco, un buscador de tesoros llegó al lugar. Paseó el «buscametales» por el interior de los «círculos» y encontró tres placas de oro, plata y bronce (casi puros). Se hallaban a medio metro de profundidad. Lo más asombroso es que las referidas placas lucían unos extraños grabados, idénticos a las figuras localizadas en el cereal.
Es evidente que «alguien» trata de comunicarnos algo…

«Círculos de las cosechas» en Alemania (22 de julio de 1991). (Foto: M. Hesemann).

Grabado en una de las placas metálicas halladas bajo tierra, en el lugar en el que fueron localizados los «círculos» de Grasdorf (Alemania). Nadie, hasta el momento, ha descifrado los símbolos. (Foto: M. Hesemann).