Todo llega cuando tiene que llegar; ni un minuto antes ni un minuto después.
Esto fue lo sucedido aquel martes, 27 de noviembre de 2012.
Durante años, como conté en Estoy bien, traté de localizar a una vecina del pueblo sevillano de Alcalá de Guadaíra. Según mis informaciones, la mujer había protagonizado un suceso intrigante. Estaba a punto de dar a luz y fue trasladada a un hospital de Sevilla. Por razones que desconocía, la parturienta permaneció en un pasillo, recostada en una camilla, a la espera de que la trasladaran a los paritorios. Pero el parto se adelantó. En esos críticos momentos se presentó un médico y ayudó a la mujer a dar a luz. En la bata se leía su nombre: López de la Manzanara. Y el médico desapareció. Pues bien, lo desconcertante es que ese doctor había muerto tiempo atrás, como consecuencia de un accidente de tráfico.
La búsqueda no dio resultado. Parecía como si se la hubiera tragado la tierra. Solicité ayuda a otros investigadores, pero fue igualmente inútil. No disponía de pistas. Me sentía fracasado…
Pero aquel 27 de noviembre, como digo, todo cambió.
A las 19 horas presenté en la ciudad de Sevilla mi último libro: Jesús de Nazaret: nada es lo que parece.
El acto se celebró en la librería Beta, en el centro.
Amén del pánico que siento en esta clase de actividades, todo fue bien.
Se desarrolló un coloquio y, finalmente, los que lo desearon, hicieron cola y procedí a firmar libros.
Una hora después llegó hasta mí un joven llamado Jesús Gómez.
Traía el libro en las manos.
Y solicitó que se lo dedicara.
Lo miré, con curiosidad, y pregunté:

Jesús Gómez (derecha), el día del providencial encuentro en la librería Beta, en Sevilla. (Foto: Blanca).
—¿De dónde eres?
—De Alcalá de Guadaíra…
Fue instantáneo.
Una idea se posó en mi mente. ¿Podía conocer a la mujer que buscaba? Y le planteé mi problema.
El muchacho escuchó con atención y terminó sonriendo.
—La conozco. Es fulanita… Su hijo, el que fue ayudado a nacer por ese médico, es conocido mío.
Me quedé de piedra.
Llevaba años intentando localizarla y, de pronto, de forma inesperada, aparece alguien con la solución.
Fue así como terminé llegando a la protagonista de la historia.
Nunca olvidaré a Jesús Gómez…
Su presencia en la librería Beta, sencillamente, fue un regalo del Padre Azul. Otro…