El 26 de enero de 2013 nos reunimos a almorzar con Moisés Garrido y Lourdes Gómez.
Moisés, a pesar de su juventud, es un veterano investigador.
Lo conocí hace treinta años.
Ha luchado, y lucha, por esclarecer el complejo fenómeno ovni.
He leído sus libros, y muchos de sus reportajes, y sé que trabaja con tanta paciencia como minuciosidad.
Por eso me fié —desde el primer momento— de lo que nos contó aquel sábado, en Zahara de los Atunes.
Lourdes Gómez es una joven y activa periodista que investiga también el universo de los misterios. Llegó avalada por Moisés. Fue suficiente.
Y contaron una singular experiencia, vivida en una playa de Huelva (España).
Se trataba de otra señal…
Tras oírles rogué que lo escribieran. Y así lo hicieron.
He aquí una síntesis:
A veces ocurren hechos anómalos —escribió Moisés—, curiosos «guiños» que desafían las leyes de la causalidad, «señales» que parecen estar dirigidas intencionadamente por supuestas «fuerzas invisibles»… Una de estas extrañas «sincronicidades» me sucedió la noche del 8 de octubre de 2011.
Después de asistir a la presentación del libro De Tartessos a Marte, escrito por mi buen amigo y paisano Ignacio Garzón, un grupo de colegas del misterio, que habíamos asistido al evento, nos desplazamos a El Cruce, una playa a escasos kilómetros de Punta Umbría (Huelva).
Teníamos la intención de llevar a cabo una «alerta-ovni», como en otras ocasiones.

Raúl M. Ortega (izquierda), Lourdes y Moisés, en la noche del 8 de octubre de 2011. La suma de los dígitos de las fechas de nacimiento de los tres testigos es igual a 171. Pues bien, en Kábala, «171» tiene el mismo valor que las palabras «señal» y «rastro». (Gentileza de Moisés Garrido).
En un principio pensamos en ir a Mazagón, pero sugerí que fuéramos a El Cruce. En dicha playa, el 25 de julio de 1982, el rejoneador Rafael Peralta tuvo un importante encuentro ovni[26].

Encuentro de Rafael Peralta con un ovni en 1982. Cuaderno de campo de J. J. Benítez.
Tengo por costumbre, cada vez que voy al campo o a la playa para realizar una alerta ovni, alejarme durante unos minutos del resto de participantes. Me encanta meditar mientras observo el cielo estrellado.
Me alejé unos cincuenta metros del grupo, hacia la orilla del mar.
La luna iluminaba el entorno.
Y llevé a cabo una llamada mental a las inteligencias que pudieran estar viéndonos.
Fue una petición…
Me concentré y formulé lo siguiente: «Si estáis ahí, dadme una señal…».
Pasaron los segundos, pero no ocurrió nada. Ninguna nave alienígena hizo acto de presencia (tampoco la esperaba, la verdad).
Pero, cuando retrocedí sobre mis pasos, con el fin de volver al grupo, se acercó Raúl M. Ortega, psicoterapeuta junguiano. Y preguntó qué hacía.
Confesé sin rubor lo que había solicitado a los de arriba y sonrió, comprendiendo que merecíamos alguna «señal». Eran muchos años detrás de los no identificados.
En ese momento, ambos nos percatamos de la existencia de una frase, escrita en la arena húmeda con enormes letras mayúsculas, muy bien alineadas.
Nos quedamos perplejos.
La frase decía, en castellano: «ESTUVIMOS AQUÍ».
No dábamos crédito a lo que estábamos viendo.
¡Era una casualidad imposible!
En ese momento se acercó la periodista Lourdes Gómez.
Contamos lo ocurrido y quedó asombrada.
La frase aparecía a escasos metros del lugar donde Rafael Peralta vio un ovni y una especie de robot.
Pero lo más extraño estaba por suceder…
Le pedí a Lourdes que hiciera una fotografía con su teléfono móvil, ya que yo no tenía la cámara a mano.
Al sacar el móvil del bolsillo, para hacer la referida foto, una ola, con más fuerza que las anteriores, avanzó por delante de la orilla y borró lo escrito en la arena.
Era como si la «señal» fuera, únicamente, para nosotros.
Si la frase hubiera sido escrita a cien metros a la derecha, o a la izquierda, no la habríamos visto. Estaba en el lugar correcto, en el día correcto, y a la hora correcta.

Reconstrucción de la frase «ESTUVIMOS AQUÍ». (Gentileza de Moisés Garrido).
Fue una respuesta, clara y contundente, a mi petición.
Así lo sentimos los tres amigos…
El relato de Lourdes fue, básicamente, idéntico.
Al día siguiente de nuestra conversación —a petición mía—, Lourdes y Moisés regresaron a la playa en cuestión, dibujaron las dos palabras —ESTUVIMOS AQUÍ—, las fotografiaron, e hicieron comprobaciones.
He aquí los resultados:

Moisés Garrido midiendo una de las letras. (Foto: Lourdes Gómez).
- Las letras del 8 de octubre de 2011 medían del orden de 1,10 metros de altura por 50 centímetros de ancho (cada una).
- Aparecían bien marcadas en la arena mojada, con una profundidad aproximada de tres o cuatro centímetros.
- El trazo era impecable, sin señal alguna de error, duda, o rectificación. (Como sabes —decía Moisés—, no es fácil mantener la línea recta cuando uno dibuja sobre la arena. Muy frecuentemente te vas a los lados).
- Eran letras estándar. No vimos ninguna que se saliera de lo común. La Q era tal y como la dibujamos. Recordamos que la «i» (de «aquí») estaba acentuada. Las letras repetidas eran gemelas. La primera «i» presentaba un punto.
- No recordamos ver pisadas junto a las palabras…
- Este detalle me pareció especialmente significativo. Si alguien hubiera escrito desde la arena, las huellas habrían aparecido muy cerca, necesariamente. Conclusión: la frase fue ejecutada desde lo alto.

Mapa del lugar de los hechos, según estimación de Moisés Garrido y Lourdes Gómez.
- La distancia entre el punto en el que vimos la frase y el lugar del encuentro ovni de Rafael Peralta es de trescientos metros, exactamente.
Y la imagen de los «señores de los círculos» regresó a mi mente…[27]