Me equivoco muchas veces. Dos de cada tres…

Supongo que así consta en mi «contrato».

Menos mal que el Padre Azul, y su «gente», están al loro.

Esto fue lo que sucedió en la historia de Valentina.

La primera parte del caso tuvo lugar el martes, 20 de marzo de 2001.

Esa mañana llegamos a Uyuni, en Bolivia.

Me acompañaban Blanca y mi hijo Iván, periodista. Procedíamos de la cordillera de los Andes.

Llevaba años empeñado en la búsqueda de Valentina Flores, una campesina y pastora que, al parecer, se había enfrentado a un tripulante ovni en 1967. La mujer la emprendió a palos y a pedradas con un ser de pequeña estatura que estaba matando sus ovejas. Golpeó al tipo en la cara y en un brazo, obligándole a huir. Y lo hizo en una «silla voladora». En el corral quedaron 63 ovejas muertas…[129]

Pues bien, después de mil peripecias, conseguí localizarla.

Vivía en una remota población, al sur de Bolivia.

La cadena de señales recibidas, hasta dar con ella, fue impresionante.

Ese día (20 de marzo de 2001) llamé por teléfono para confirmar que Valentina vivía en la referida aldea. Era el único teléfono del pueblo.

Negativo.

Allí no vivía nadie con ese apellido.

Consulté de nuevo a mi fuente y confirmó lo dicho: «Valentina Flores vivía en…, con su marido». El sujeto de la «silla voladora» los dejó en la ruina y tuvieron que emigrar.

Volví a llamar.

Negativo.

Blanca, a la derecha, con Valentina. (Foto: Iván Benítez).

—Aquí no vive ninguna Valentina Flores —respondió una señora al otro lado del hilo telefónico.

Estaba perplejo.

¿Qué hacía? ¿Abandonaba la investigación? ¿Me arriesgaba y viajaba al pueblo? Eran muchos kilómetros…

En esas estaba cuando Blanca recibió la noticia de la muerte de Rafa Basurto, un viejo amigo de Algorta, en Vizcaya (España).

Y se me ocurrió hacer el pacto con él. Un pacto interesado, lo reconozco…

Y escribí: «Mañana acudiré a… Si estás vivo, como creo, encontraré a Valentina Flores».

Al día siguiente, 21, nada más entrar en la aldea, dimos con Valentina (!).

Su primer apellido no era Flores, sino Polo. De ahí que no la conocieran.

Y Valentina confirmó la historia y amplió detalles. El caso, en mi opinión, era espectacular.

Pasó el tiempo y, cuando me dispuse a escribir Pactos y señales, comprobé que no tenía fotografías de Rafa Basurto. Quería publicar una… Pero habían pasado doce años y carecía de pistas sobre la viuda. Blanca me ayudó, pero los resultados fueron infructuosos. Mari Carmen Ardanza, viuda de Basurto, había desaparecido.

Finalmente terminé por archivar el caso.

Disponía de otros cuatrocientos…

Pero, obviamente, los planes del Padre Azul no eran esos.

Y llegó el jueves, 21 de noviembre de 2013.

Por razones familiares, Blanca y yo viajamos a Bilbao.

Y sucedió algo imposible…

Leo en el correspondiente cuaderno de campo:

«A las 09.40 horas, Blanca y yo salimos del hotel y nos dirigimos al metro… No sé qué pasa, pero nos equivocamos de línea y tomamos la que discurre por la margen izquierda de la ría… Nuestro destino es Algorta, en la margen derecha… ¿Estamos dormidos?… Retrocedemos y tomamos el metro correcto… Esto supone un retraso… Llegamos a Algorta a las 10.30, justo para acudir a la reunión con los informáticos… La remodelación de mi página web me gusta… Doy la aprobación a lo diseñado por Alain y compañía… A las 13 horas nos presentamos en el banco, en la calle Euskalerria… Miguel Ángel, el director, está ocupado… Tomamos café en un bar cercano y hacemos tiempo… Regresamos a las 13.30… Conversamos con Miguel Ángel y firmamos no sé cuántos papeles… Blanca llama a su hijo Alain y quedamos directamente en el restaurante… Pensábamos en el Ugartena pero cambiamos de opinión y nos decidimos por el Boga… Son las 14.20 horas… Caminamos por Amesti y por la avenida de Algorta y, al llegar a la calle Basagoiti, nos cruzamos con un hombre… Blanca lo reconoce y se vuelve, llamándolo… No sé quién es… Blanca me refresca la memoria: es el hermano de la viuda de Basurto (!)… Nos facilita un teléfono de Mari Carmen y consigo las fotografías de Rafa… Asombroso… Algorta tiene 39 184 habitantes y fuimos a cruzarnos con el hermano de la viuda… Es más: de no haber sido por la confusión en el metro, por el retraso en la reunión con Miguel Ángel, y por el cambio del restaurante, lo más probable es que no hubiéramos estado en el lugar adecuado y en el momento justo…

Rafa Basurto sigue vivo. (Gentileza de la familia).

Pero Él sabe…».

Recorrido de Blanca y J. J. Benítez por Algorta. Señalado con el círculo: lugar del providencial encuentro con el hermano de la viuda de Rafa Basurto (una contra 40 000). Cuaderno de campo de J. J. Benítez.

Pactos y señales
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