Atila es un perro especialmente noble.
Se trata de un labrador retriever, de pelaje liso, negro brillante, corto y denso como una manta[82]. Tiene una mirada de caramelo. Es excepcionalmente inteligente y bondadoso.
Su dueño —Carlos Zuluaga— lo quiere a rabiar, y con razón.
Me entrevisté con Carlos en octubre de 2013 en la República Dominicana.
Y me contó su «aventura» con Atila:
—Sucedió el 24 de septiembre de 2012, día de la Merced… Me encontraba en Santo Domingo, en mi casa, en compañía de mi hermano Francisco… Eran las doce del mediodía… Recuerdo que estaba tomando una sopa de verduras… Y empecé a sentirme mal… Primero fueron sudores… Acudí al dormitorio y conecté el aire acondicionado… Pero seguía mal… Me senté en el sofá, en la sala, y ahí empezó el fortísimo dolor en el pecho… Era horrible… Mi hermano estaba sentado en el comedor… Fue entonces cuando el perro se puso visiblemente nervioso… Iba y venía entre mi hermano y yo… Se sentaba frente a Francisco y le miraba con ansiedad… Después caminaba hasta el sofá, en el que me hallaba, me observaba, y regresaba junto a mi hermano… Yo lo llamaba, pero casi no me prestaba atención… Atila seguía pendiente de Francisco… Y continuaba el dolor… El perro tenía la mirada fija en mi hermano… Parecía que le dijera: «¡Ayúdalo!»… Entonces mi hermano comprendió, y tomó la iniciativa… «Vamos a la clínica», dijo… El dolor en el pecho era muy intenso… Allí me hicieron pruebas y un electrocardiograma…
Carlos me mostró el electro. El ECG era anormal: presentaba síntomas de infarto anteroseptal (progresión anormal de la onda R).
—El perro, en definitiva, te salvó la vida…
Carlos asintió y acarició a Atila.
—¿Recuerdas si ladraba en esos momentos?
—No, sólo miraba a Francisco, y con una mirada que lo decía todo. Él percibió la gravedad del problema antes que nosotros, y nos advirtió con sus idas y venidas y, sobre todo, con sus miradas.

Carlos y Atila. (Foto: Blanca).

El instinto de Atila salvó la vida de Carlos, su dueño. Cuaderno de campo de J. J. Benítez.
Hoy, Carlos está recuperado, pero Atila sigue a su lado, pendiente…