Aquella aventura, en Lima, fue un aviso…

Pero lo capté a medias.

Han pasado casi cuarenta años. Ahora entiendo…

Me hallaba en Perú, en un nuevo viaje informativo con los Reyes de España.

Esa noche, después del trabajo, un grupo de periodistas decidimos salir a cenar.

Éramos ocho: Pilar Cernuda, Ana Zunzarren, Alberto Schommer, Iñaki Gabilondo, Monchi Rato, Gianni Ferrari, Jaimito Peñafiel y yo.

En realidad, el suceso no encerraría mayor importancia, de no haber sido por la atmósfera que lo precedió.

Aclararé antes un «detalle», vital para comprender el alcance del «incidente».

Aquellos viejos amigos llevaban tiempo polemizando con una de mis habituales cantinelas: «La nave nodriza proveerá».

El contencioso había discurrido siempre entre la broma y la superficialidad. Salvo contadas excepciones, nadie deseaba entrar en el fondo del asunto. Resultaba muy comprometedor, decían…

Comprendí.

Servidor, cuarenta años atrás, también sonreía maliciosamente cuando alguien hablaba de la Providencia.

Y aquella noche, mis compañeros vieron el cielo abierto. E, implacables, me retaron.

Y lo hicieron, comprometiendo a los cielos con algo de poca monta, palpable, inmediato y, en consecuencia, de juicio sumarísimo.

Deseaban y exigieron una prueba —una señal— por la vía de urgencia. Una demostración, en fin, de la realidad de ese invisible y benéfico gobierno de los cielos.

Y digo yo que fue cosa igualmente de la Providencia que el momento, lugar y forma se presentasen como se presentaron.

A saber:

Dos de la madrugada.

Los periodistas abandonamos el restaurante Las Trece Monedas, en la ciudad de Lima.

Nuestra intención era regresar al hotel, pero nos hallábamos a mucha distancia.

Y nos encontramos en mitad de una interminable, oscura y desierta callejuela.

Transcurridos un par de minutos, alguien se alzó por encima del jolgorio y advirtió de lo avanzado de la hora y de la dificultad para encontrar un medio de transporte.

Curiosamente, nadie se alarmó. La solución estaba a nuestras espaldas. Bastaba con entrar de nuevo en el local y telefonear a una parada de taxis.

Pero, de pronto, espontáneamente, el grupo desenfundó las acostumbradas chanzas. Y me situaron en el punto de mira, desafiándome:

—¿Y para qué está la nave nodriza?

La iniciativa cobró fuerza.

—Telefonear es una tontería…

Y el ataque se generalizó.

—¿Qué mejor oportunidad? Si la Providencia, como predicas, está al loro, que lo demuestre…

Y alguien remató:

—Necesitamos dos taxis…, y en treinta segundos.

Me observaron y dieron por hecho que me echaría atrás.

Mi reacción los desarmó:

—Muy bien —repliqué sin perder la sonrisa—. Treinta segundos. ¿Quién cronometra?

Se hizo el silencio.

Lo que empezó como un juego empezó a desmandarse.

Alguien consultó el reloj y cantó el pistoletazo de salida:

—¡Ahora!

No podía creerlo: la Providencia buscando taxis…

Pero el reto iba en serio.

Dirigí la mirada hacia uno de los extremos de la calle y el personal, intrigado, se unió a la exploración.

Yo mismo estaba sorprendido. Mi seguridad era tal que ni siquiera me molesté en formular la petición: «Dos taxis en treinta segundos».

La zona, alejada del centro, no se prestaba a este tipo de bromas.

—Veinte segundos… —anunció el cronometrador.

La negra callejuela continuaba desierta. Ni una luz, ni una señal de vida.

—Veinticinco…

Las mujeres se agitaron, inquietas.

Nadie comprendía mi absoluta e irritante calma (yo tampoco).

—Veintisiete…

De pronto, todos palidecieron.

¡Un piloto verde flotaba en la lejanía!

Y avanzó, lento, hacia el grupo.

Alguien, tartamudeando, comentó:

—Dijimos dos taxis…

Y el silencio se espesó.

Y, en un alarde, los cielos enviaron una segunda y diminuta luz verde.

—¡Treinta segundos! —proclamé, feliz.

Y los ánimos se desataron:

—¡La madre que lo parió!… ¡Imposible!

Del resto no recuerdo gran cosa.

La nave nodriza (el Padre Azul) había escuchado…

Y sucedió por segunda vez…[91]

En esta ocasión me encontraba en Madrid.

Fue el 20 de octubre de 2007, sábado.

Había terminado una investigación y me disponía a regresar a Barbate.

El avión salía a las diez de la mañana, rumbo a Jerez.

Y sigo leyendo en el cuaderno de campo:

Desde mi petición al Padre Azul hasta la aparición del taxi pudieron transcurrir dos minutos. Cuaderno de campo de J. J. Benítez.

«… A las siete me despiertan… Estoy en el hotel Rosales… Blanca se ha quedado en “Ab-bā”… Debo darme prisa… Al afeitarme, como de costumbre, oigo la radio… Dan la noticia del asesinato de un taxista, en Madrid… Los taxistas, indignados, han declarado un día de huelga… Dicen que se concentrarán en la plaza de Cibeles… Me echo a temblar… ¿Cómo llego al aeropuerto?… Consulto el billete… El vuelo sale a las 10.05… Terminal 2… Estoy perdido… Sólo queda una solución: el metro… El problema es que soy un despistado… Puedo aparecer en Cuenca… Pregunto en recepción… Debo tomar la línea 6, en Argüelles (frente a El Corte Inglés), y bajarme en Nuevos Ministerios… Allí tendría que buscar la línea 8 (siempre en dirección a Moncloa)…

—No tiene pérdida —intenta tranquilizarme el amable recepcionista.

—Si tú supieras…

Cargo la pequeña maleta y salgo del hotel… Instintivamente miro al cielo… Y solicito ayuda al Padre Azul… “Puedo perderme —le digo—. Estate atento”…

Camino hasta la calle Princesa y me detengo en los semáforos… Al otro lado está la boca del metro…

Recibo del oportuno taxista.

Sigo preocupado…

“Me perderé, seguro”.

El semáforo continúa en rojo.

De pronto, procedente de la plaza de España, veo un taxi… Se aproxima lentamente… No luce el piloto verde… Supongo que está ocupado… Y el vehículo se detiene… El taxista baja del coche y me pregunta:

—¿Adónde va?

Luz verde. Camino a su encuentro, al tiempo que respondo:

—A Barajas, al aeropuerto…

El taxista mira a derecha e izquierda. No hay compañeros a la vista. Y replica:

—¡Suba!

No puedo creerlo.

En Madrid hay veinte mil taxis. Todos en huelga, menos uno. Y ése coincide en mi camino, nada más salir del hotel.

¡Imposible, pero cierto!

Y una familiar voz susurra en mi interior: “Hombre de poca fe…”».

Pactos y señales
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
dedicatoria.xhtml
citas.xhtml
cuaderno_ps.xhtml
cap_001.xhtml
cap_002.xhtml
cap_003.xhtml
cap_004.xhtml
cap_005.xhtml
cap_006.xhtml
cap_007.xhtml
cap_008.xhtml
cap_009.xhtml
cap_010.xhtml
cap_011.xhtml
cap_012.xhtml
cap_013.xhtml
cap_014.xhtml
cap_015.xhtml
cap_016.xhtml
cap_017.xhtml
cap_018.xhtml
cap_019.xhtml
cap_020.xhtml
cap_021.xhtml
cap_022.xhtml
cap_023.xhtml
cap_024.xhtml
cap_025.xhtml
cap_026.xhtml
cap_027.xhtml
cap_028.xhtml
cap_029.xhtml
cap_030.xhtml
cap_031.xhtml
cap_032.xhtml
cap_033.xhtml
cap_034.xhtml
cap_035.xhtml
cap_036.xhtml
cap_037.xhtml
cap_038.xhtml
cap_039.xhtml
cap_040.xhtml
cap_041.xhtml
cap_042.xhtml
cap_043.xhtml
cap_044.xhtml
cap_045.xhtml
cap_046.xhtml
cap_047.xhtml
cap_048.xhtml
cap_049.xhtml
cap_050.xhtml
cap_051.xhtml
cap_052.xhtml
cap_053.xhtml
cap_054.xhtml
cap_055.xhtml
cap_056.xhtml
cap_057.xhtml
cap_058.xhtml
cap_059.xhtml
cap_060.xhtml
cap_061.xhtml
cap_062.xhtml
cap_063.xhtml
cap_064.xhtml
cap_065.xhtml
cap_066.xhtml
cap_067.xhtml
cap_068.xhtml
cap_069.xhtml
cap_070.xhtml
cap_071.xhtml
cap_072.xhtml
cap_073.xhtml
cap_074.xhtml
cap_075.xhtml
cap_076.xhtml
cap_077.xhtml
cap_078.xhtml
cap_079.xhtml
cap_080.xhtml
cap_081.xhtml
cap_082.xhtml
cap_083.xhtml
cap_084.xhtml
cap_085.xhtml
cap_086.xhtml
cap_087.xhtml
cap_088.xhtml
cap_089.xhtml
cap_090.xhtml
cap_091.xhtml
cap_091_1.xhtml
cap_091_2.xhtml
cap_091_3.xhtml
cap_091_4.xhtml
cap_091_5.xhtml
cap_091_6.xhtml
cap_091_7.xhtml
cap_091_8.xhtml
cap_091_9.xhtml
cap_091_10.xhtml
cap_091_11.xhtml
cap_091_12.xhtml
cap_092.xhtml
cap_092_1.xhtml
cap_092_2.xhtml
cap_092_3.xhtml
cap_092_4.xhtml
cap_092_5.xhtml
cap_092_6.xhtml
cap_092_7.xhtml
cap_092_8.xhtml
cap_092_9.xhtml
cap_092_10.xhtml
cap_092_11.xhtml
cap_092_12.xhtml
cap_093.xhtml
cap_093_1.xhtml
cap_093_2.xhtml
cap_093_3.xhtml
cap_093_4.xhtml
cap_093_5.xhtml
cap_093_6.xhtml
cap_093_7.xhtml
cap_093_8.xhtml
cap_093_9.xhtml
cap_094.xhtml
cap_095.xhtml
cap_096.xhtml
cap_097.xhtml
cap_098.xhtml
cap_099.xhtml
cap_100.xhtml
cap_101.xhtml
101ConInev.xhtml
librosJJB.xhtml
autor.xhtml
notas.xhtml