Samuel Hadas fue el primer embajador judío en España.
Lo conocí en 1985, por mediación de Pilar Cernuda, una de las mejores periodistas españolas.

Samuel Hadas. (Gentileza de la familia).
Samuel Hadas me recibió en diferentes oportunidades.
Nos caímos bien, creo.
Él supo de mis investigaciones en Israel, siempre tras los pasos del Jefe, y tuvo a bien regalarme La Misná (1436 páginas sobre la ley oral judía). Aprendí mucho con su lectura.
Pues bien, el 13 de enero de 2010, miércoles, al leer la prensa, tropecé con la noticia: Hadas acababa de fallecer.
Le deseé un tránsito rápido y apacible y pensé, de inmediato, en hacer el pacto. Samuel, como buen judío, disfrutaba de un agudo sentido del humor…
Me fui al cuaderno de pactos y señales y escribí:
«Si estás vivo, dame una señal».
Y redondeé: «Envíame una estrella. No importa cómo. Plazo: 24 horas».
Y dudé.
¿Una estrella de David o una de cinco puntas?
No importaba. La cuestión era recibir una estrella.
La verdad es que casi me eché atrás. La señal se me antojó difícil. Pero mantuve el protocolo.
Hadas es puntual y cumplió.
Al día siguiente, jueves, en el correo, encontré una carta de Diego Vallejo, de Navarra (España). Junto a la misiva había adjuntado un precioso regalo: dos dibujos, fabricados con recortes de papeles de colores. Uno era para Blanca y el otro para mí. En el mío se distinguían siete estrellas (!) de cinco puntas cada una. Formaban la constelación de Orión, mi favorita. Todo un detalle por parte de Vallejo y de Hadas… En el cuadro de Blanca no aparecía ninguna estrella.
Me di por satisfecho.
Hadas está vivo.

Cuadro de Diego Vallejo, con siete estrellas. (Foto: Blanca).