La llamaré Ali.

Es otra criatura especial…

En 2013 vivió una interesante experiencia. He aquí su testimonio:

El 24 de enero mi padre fue operado… Tenía cáncer… Estando en el hospital me faltaron las fuerzas para seguir dándole ánimos… Había días en los que empeoraba y se venía abajo… Fue entonces cuando decidí pedir una señal… Si yo estaba convencida de que saldría adelante, también podría convencerle a él… Y le pedí a Ab-bā, al Padre Azul, una señal: «Si es verdad que mi padre se va a curar —le dije— hoy veré un colibrí»… «No importa cómo: en una fotografía, en la tele, en un dibujo… Como sea»… Y esa misma noche (yo estaba agotada, y mi madre se quedó en el hospital, para que yo durmiera en su casa), viendo la televisión, durante la publicidad, apareció un colibrí hermosísimo… Sí, mi padre se curará… Y recuperé las fuerzas… Y así fue… Mi padre está curado.

Cuando solicité detalles, Ali aclaró:

… Mi padre fue operado de un cáncer de colon… Le extirparon todo el intestino grueso, empalmando el intestino delgado con el recto… Desde el día de la intervención hasta el alta hospitalaria transcurrieron veintiún días, con sus correspondientes y larguísimas noches… La operación fue bien, larga pero sin complicaciones… Los tres primeros días, como es lógico, fueron muy molestos y dolorosos… El cuarto día notó mejoría… Estaba contento y optimista… Lo peor había pasado…

El intestino aún no funciona… La sonda nasogástrica le duele… Nervios, bajones de ánimo…

Pasan los días y el intestino empezó a funcionar… ¡Genial!… Le retiraron la sonda… ¡Qué alivio!… Pero volvieron los vómitos y tuvieron que colocarle la sonda de nuevo… Mi padre se desesperaba… Creía que la cosa iba mal… Pero ahí estaba la familia, la mejor del mundo… Le dábamos ánimos… Yo le hacía reír… Pasaron los días… Le fue retirada la sonda… Empezó a pasear por la planta del hospital, «suero en mano»… Y aparecieron nuevamente los vómitos… Mi padre lloraba… No quería que le colocaran la sonda… Pero no había más remedio… Mi padre se vino abajo, una vez más… No sabía qué hacer… No sabía cómo animarlo… No sabía cómo convencerlo de que todo iba a salir bien… Y pasaron los días y empecé a agotarme… No tenía fuerzas… Yo era la primera que debía convencerme de que mi padre terminaría curándose… Sólo así podría ayudar… El caso es que solicité una señal… Fue el sábado, 9 de febrero… Eran las seis de la mañana… Había bajado a la primera planta, a buscar un café largo de máquina… Volví a la habitación y me lo fui bebiendo, apoyada en la repisa de la ventana… Miré las estrellas y dije:

—¡Por favor, Ab-bā, necesito fuerzas! ¡Necesito una señal tuya! Si mi padre va a salir de ésta, si todo va bien, si se va a curar, por favor, Papá, ¡dame una señal!

Me quedé pensando unos segundos y se me ocurrió:

—Hoy quiero ver un colibrí. Me da igual cómo, dónde y de qué manera: en foto, en dibujo, en la tele…

Pasó el día y, llegada la noche, mi madre me dijo que me fuera a casa, a dormir y que descansara… Tito me recogió y nos fuimos a casa de mis padres… Serían las 21.30 horas, más o menos… Tito preparaba algo para cenar mientras yo descansaba en el sofá (estaba como si me hubiera caído de un quinto piso)… Veía la tele… Daban las noticias… No recuerdo el canal… Pusieron anuncios antes de dar los deportes o el tiempo, no sé… El caso es que, en uno de los anuncios (creo recordar que de telefonía móvil), en dibujos, apareció un árbol con muchos colores y muchas flores (predominaba el naranja) y por la derecha se presentó un increíble y precioso COLIBRÍ, también en dibujos… Se me erizaron hasta los pelos de las zapatillas… ¡La señal!… ¡Mi señal estaba ahí!… Sí, Dios me decía que sí, que mi padre se curaba… Ahora sí, ahora sí que estaba eufórica… Mi padre ya no se hundiría jamás… Y así fue… Mi padre mejoró… Le dieron el alta… Hoy puedo decir que ha superado el cáncer.

Ali y su padre. (Gentileza de la familia).

Cuaderno de campo de J. J. Benítez.

Pactos y señales
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