Amo el cine y, en consecuencia, amé también a Emilita.
Emilia Acereto Muñoz murió con ochenta y ocho años, pero todos la conocían como Emilita.
Decía que todo el mundo es bueno y, posiblemente, tenía razón.
Era la mujer más «viajada» de Barbate, y no porque hubiera hecho muchos kilómetros, que nunca los hizo, sino porque viajaba con la imaginación.
Emilita era taquillera del cine Avenida y del Puerto, el inolvidable cine de verano. Allí nos sentábamos con los jazmines y las damas de noche y disfrutábamos de las películas y de las estrellas.

Emilita, la mujer más «viajada» de Barbate. (Gentileza de la familia).
Emilita —dicen— llegó a ver más de diez mil películas. En otras palabras: dio varias veces la vuelta al mundo.
Lo sabía todo de todo el mundo.
Un día, cuando la conocí, me propuse imitarla: yo también quería ver diez mil películas.
Y voy camino de ello…
El caso es que el 21 de mayo de 2008, cuando escribía sobre Emilita, se me ocurrió hacer el pacto con ella.
Le encantaba el número «66». Lo jugaba a los «ciegos», casi a diario.
Me fui al cuaderno de pactos y señales y escribí: «Si estás viva, por favor, regálame un “66”».
No especifiqué cómo… Tampoco establecí plazo.
Y al día siguiente acudí a Correos, como era habitual.
¡Sorpresa!
Una de las cartas, certificada, contenía un regalo. Lo enviaba una lectora de Bilbao: Iris Fernández Santamaría. Se trataba de un cuaderno en blanco. Me encantan…
Pues bien, en el sobre, destacado, leí un número: «66» (!).
Era el peso del envío.
Para mi asombro, la carta había sido matasellada el 15 de ese mes de mayo: ¡seis días antes de que formulara la petición!
Lo dicho: ¿quién mueve los hilos?

Emilita cumplió el pacto. (Foto: Blanca).