19
En poco tiempo el músico supo que sufría una forma de leucemia extremadamente rara. Se habían registrado muy pocos casos en el mundo y, por lo tanto, muy pocos tratamientos habían probado su eficacia. O, mejor dicho, todos habían demostrado su ineficacia y los enfermos habían fallecido al cabo de unos meses. Kyle quiso saber una fecha. El médico respondió «puede que un año» con voz vacilante. Kyle volvió a formularle la pregunta.
—Probablemente seis meses.
—Estamos a 25 de mayo.
El joven aceptó sin rechistar los medicamentos que el médico le prescribió. Lo que complacía a Jane y a Patsi. Él… ¿cómo decirlo? Él no estaba tan sorprendido por lo que le pasaba. Nunca se había detenido a pensar que semejante castigo pudiera borrarlo de la lista demográfica terrestre, nunca se había sentido enfermo, y sin embargo recibió la mala noticia sin asombrarse. La guardó en el casillero de las «historias ineludibles» para no sucumbir a ella y pensó que nunca tendría tiempo para terminar la tercera parte de las cosas que habría podido hacer aún. «Y ahora ya sí que no volveré a ver a Coryn.»
—¿Y esto…? ¿Es nuevo? —preguntó Patsi hojeando el calendario triangular que llevaba dos días encima de la mesita de noche de Kyle—. Pero… no veo el año. ¿Noviembre tiene dos días y julio cincuenta?
—Es un regalo de Jet. Dice que sirve para soñar rezándole al dios de las playas. No para contar los días que me quedan antes de morir.
—Es ingenioso.
—Es la verdad, Patsi.
Ella hizo caso omiso a sus palabras y siguió mirando las doce fotografías, diciendo que sobre todo debía imaginarse tomando el sol en cada uno de esos maravillosos lugares.
—Me parece que no tendré tiempo.
—Entonces ¿por qué no pruebas los nuevos tratamientos de tu matasanos? —repuso ella dejando el calendario con cuidado.
—Sí, por qué no…
—¡Mierda, Kyle! Cualquiera diría que tienes ganas de palmarla. ¡Lucha! Di que no estás de acuerdo. ¡Que no quieres! ¡Que no ha llegado la hora!
—Patsi. Estoy luchando. ¿Qué te crees? —La miró a los ojos—. Lucho cada minuto para no ver adónde… adónde me lleva todo esto. Estoy en primera fila.
Lo abrazó.
—A veces me pregunto si no has querido todo esto. Si no has querido dejar de vivir.
Kyle no se movió. Notaba que su corazón latía más rápido de lo normal. Patsi pensó en la sangre enferma que acabaría destruyéndolo. Y en lo demás. «Necesariamente.» Dijo que si se hubieran esforzado por triunfar en su vida juntos, puede que él no hubiera llegado a ese punto…
—… y sigo sin saber por qué dejé de quererte y por qué tú…
Patsi se soltó de su abrazo y se sentó en la cama. Lo contempló durante un minuto largo y la asustó descubrir lo pálido que estaba. No obstante, dijo, con toda tranquilidad, que estaba enfadada.
—Me gustaría encontrar al responsable y partirle la cara, y no puedo evitar pensar que si ella no hubiera desaparecido y no te hubiera dejado como un imbécil sin dar noticias…
—Coryn no tiene la culpa de nada.
Patsi se agachó para recoger su bolso maldiciendo su enorme barriga. Y esos kilos que temía no volver a perder nunca más.
—¿Cómo está?
—¿Quién?
—Tu bebé.
—¡Oh! Genial, considerando los puntapiés y los puñetazos que me da. Si es chico, te juro que me va a oír cuando salga, y si es chica…
Se calló.
—Si es chica… —repitió Kyle.
—¡Le diré que ha salido a su madre!
Kyle sonrió, y Patsi le lanzó un cojín y le anunció que no podría volver hasta dentro de dos días. Se acercó para darle un beso.
—Jet me ha dicho que pasaría y Steve…
—Voy a probar esos nuevos… —la interrumpió Kyle.
—Gracias.