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En verdad, Coryn no estaba triste. Estaba frustrada. Era consciente de que la habían manipulado durante el juicio y de que no había podido contar las cosas tal como habían sucedido. Había pasado muchas noches en La Casa analizando su existencia. De su infancia acortada se había visto lanzada a propulsión a la vida adulta. Y la conclusión era sencilla: había perdido mucho tiempo en no existir. Hasta que Kyle le había enseñado a vivir.
Jamás renunciaría a ese regalo. Hizo a un lado cuidadosamente su odio y su ira «para vivir». Puso en un lugar destacado su determinación, y sintió, emocionada, la fuerza que la habitaba de nuevo. Pensó cada día en lo que Kyle había dicho y escrito: «Te quiero».
Se aferraba a esas palabras cada vez que corría el riesgo de tambalearse. En el juzgado, así como metida en su cama en la oscuridad, ese «te quiero» fue su árbol.
Mucho antes de que finalizase el juicio la joven mujer tuvo la convicción de que no serviría para nada. Y antes de que se retiraran a deliberar miró a los miembros del jurado y supo quién votaría contra ella. Y quién la defendería. Supuso que no obtendría una amplia mayoría. Miró a Jack que, como en todas las sesiones, bajaba los ojos cuando tocaba y ocultaba juiciosamente sus manazas. No sobrepasó la línea que su abogado le había marcado. Se mostró cortés y apasionado. Tenía testigos…
Sí, Jack había sido muy hábil. Ni siquiera entonces comprendió Coryn hasta qué punto la había manipulado.
El veredicto se pronunció un miércoles a las cinco y cincuenta y tres de la tarde. Coryn levantó la vista hacia el reloj de la sala, como había hecho al dar a luz a sus tres hijos. Oyó que tenía cuatro años de tregua hasta que todo empezase de nuevo, porque Jack aseguró:
—Conservar a nuestros hijos es lo más preciado para mí. Deseo demostrar a Coryn que puedo cambiar y que los quiero más que a nada en el mundo. Me esforzaré cada día y lo conseguiré.
No cometió ni un solo error en la elección del tono. Menos aún en la de sus palabras. Aceptó el veredicto con un alivio muy bien disimulado.