Pistas
• La víctima era un hombre mayor considerado como bondadoso e inofensivo en los lugares que frecuentaba. En varios establecimientos de bebidas solían acogerle y darle comida. Vestía ropas muy humildes, casi andrajos.
• Nadie sabía que en otro tiempo José fue propietario de una hacienda de regular importancia y vivía con su esposa y cinco hijos. Un mal día salió huyendo, abandonándolo todo, viéndose obligado a una existencia nómada, sin domicilio ni ingresos fijos.
• El cuerpo fue descubierto por unos cazadores que iban en busca de gorriones y estorninos. Tenía puestas unas sandalias muy usadas de suela de neumático, con cintas negras, y se cubría con una zamarra rota por varios sitios. A simple vista se le apreciaban anchas heridas en la cabeza y cara, seguramente producidas por tres o cuatro piedras y pedazos grandes de ladrillos que dentro y fuera de la casilla aparecían manchados de sangre.
• Según el informe forense, el cuerpo tenía nueve heridas contusas con fractura de cráneo y de los huesos de la nariz, frente y maxilares, algunas de ellas con proyección de masa encefálica, mortales de necesidad.
• Las ropas de la víctima parecían haber sido registradas ya que se encontró uno de los bolsillos vuelto. Pero, a pesar de eso, en el pantalón fue hallada una importante cantidad de dinero que un supuesto ladrón no habría abandonado de buena gana: cerca de treinta pesetas en monedas.
• Sin embargo, no se le encontraron al fallecido ni documentos de identidad, ni papeles que acreditaran su domicilio, nombre u oficio. Si era verdad que guardaba algún secreto inconfesable entre sus ropas dentro de un hatillo, había desaparecido.