Más pistas
• José no era un hombre que se doblegara fácilmente cuando creía que tenía razón.
• De hecho, el día del crimen se puso el capote, montó en su caballo y marchó a las veredas del monte desapareciendo en un aguacero imponente.
• Aparentemente, la familia de la víctima no se inquietó al observar que José no volvía como había indicado. La esposa, que sufrió un conato de intranquilidad, fue rápidamente aplacada por la hija y el yerno, que le explicaron que con toda seguridad había visto cómo empeoraba el temporal y se habría quedado en el pueblo hasta el día siguiente.
• Fue entre las siete y las ocho de la mañana cuando se presentó un ganadero que al marcharse por el monte con sus reses se había topado con un horrible hallazgo. Preguntó al yerno: «¿Sabes algo de tu suegro?», y al escuchar la respuesta de que había salido a un asunto del que no había regresado, incapaz de callar por más tiempo, le dijo: «Pues imagino que no va a volver». Acto seguido, condujo a la esposa y al yerno al lugar donde encontró el caballo y el amo yerto.
• José Ramón, al ser interrogado, confesó que desde luego estaba muy resentido con José porque trataba de arrebatarle una finca que era de su exclusiva propiedad, asunto del que afirmaba tener papeles que lo acreditaban, «pero de eso a matarlo —y enfatizó esta parte de su declaración—, hay mucho camino», que él no llegó a recorrer.
• Los investigadores, al examinar los terrenos próximos a la escena del crimen, encontraron rastros, aunque imprecisos por la lluvia, de al menos tres personas.
• Uno de esos rastros fue rápidamente identificado como perteneciente a la víctima, ¿a quién pertenecían los otros? ¿Era alguno de ellos el que había dejado el asesino o asesinos?
• La inspección ocular descartó que el crimen fuera debido al robo. En uno de los bolsillos del cadáver fueron halladas las cerca de 400 pesetas de aquellos tiempos, en billetes que llevaba, excepto unas 30 o 40 que se supuso se había gastado.
• Las personas con las que se entrevistó en el pueblo al que hizo el último viaje de su vida fueron interrogadas por los encargados del caso. Todas ellas parecían de reconocida solvencia moral.