Pistas
• Fue la última manifestación criminal de importancia de aquel año de gracia de 1959, que tuvo lugar en el momento de mayor bullicio público.
• El crimen adquirió tal aire de esperpento que algunos de los testigos creyeron que se trataba de una broma más del Día de los Santos Inocentes.
• Los investigadores establecieron que el asesino había esperado a su víctima en las inmediaciones de su domicilio. Es decir, que conocía su lugar de residencia con anterioridad.
• El arma del delito era efectivamente un cuchillo de monte, ancho y afilado.
• Un testigo afirmó que la víctima al ver el rostro del agresor le reconoció, temiendo inmediatamente por su vida. De ahí que sus últimas palabras fueran: «No, no, no».
• La reacción del criminal fue de odio pues, una vez herida de muerte la víctima, volvió a hundirle el arma con saña.