Más pistas
• Francisco había conocido a Julio de forma casual a través de un anuncio insertado en el diario Ya. El texto de este reclamo publicitario solicitaba dinero en préstamo ofreciendo a cambio un puesto de trabajo. Cuando acudió a la cita no imaginaba que el anuncio no era más que una estratagema.
• Ramona se encontró con Julio en uno de los locales nocturnos donde solía ir. Le pareció un hombre adinerado y decidido. Pero esa impresión no la mantendría durante mucho tiempo. En seguida se dio cuenta de que era una persona con pocos escrúpulos dispuesta a beneficiarse siempre de todas las situaciones.
• Herminia acudió a Julio a través de un amigo. Se entregó a él confiada, dejándose llevar por su instinto, que le jugó una mala pasada. Prácticamente firmó los documentos que le puso delante sin leerlos siquiera. No pasaría mucho tiempo antes de que se enterara de que el amigo que la había encaminado a Julio no era de fiar y que todavía menos formal y fiable era el prestamista.
• Los encargados del caso descubrieron que tanto las bodegas como el despacho de la víctima no eran más que «una fachada» para ocultar la auténtica actividad de Julio Sánchez: captar dinero de inversionistas valiéndose de engaños e invertirlo realizando operaciones de préstamo con réditos de hasta un cien por cien.
• La oscura actividad y la falta de escrúpulos de Julio Sánchez le habían llevado a varias situaciones comprometidas. Tenía varios pleitos con acreedores a los que no les daba mayor importancia porque en su beneficio sabía evitar el acoso de los que le reclamaban, a la vez que exigir de forma implacable a los que desgraciadamente para ellos habían caído en sus redes.
• Julio era, a su manera, muy «popular». En el barrio donde fue muerto era tenido por uno de esos hombres a los que conoce mucha gente pero a los que muy pocos miran con afecto.
• Según había trascendido, la víctima no hacía mucho tiempo que había sufrido un percance en el que medió una pistola. Sucedió que estaba con una persona a la que le debía dinero, tal vez de la forma acostumbrada, es decir, porque había conseguido engañarle para que le diera alguna cantidad importante a cambio de falsas promesas. Durante la discusión que se produjo, Julio aprovechó un descuido de su interlocutor para robarle el recibo que le había entregado, en reconocimiento de la deuda, con la intención de introducírselo en la boca y hacerlo desaparecer tragándoselo. Pero el otro sacó el arma y le obligó a devolverle el recibo. El incidente no quedó entre ellos, presentando el presunto estafado una denuncia que se añadió a los muchos otros líos en los que estaba metido Julio.
• A raíz de algunos percances desagradables, la víctima había pensado en disponer de un arma, tal vez una pistola, ignorándose si llegó a comprarla o incluso si fue con esta supuesta pistola de su propiedad con la que se cometió el homicidio.