¿Y cómo se vio envuelta la víctima?
Por simple casualidad. Cuando trataba de refugiarse de la lluvia observó que sus vecinas, Antonia y Pastora Sánchez, junto con los prometidos de ambas, estaban enzarzadas en una agria discusión con un individuo y quiso intervenir para que sus amigos se encaminaran a sus casas sin mayores males. Cuando lo había logrado, se dio cuenta de que el molesto agresor la había emprendido entonces con otro de sus amigos, Francisco Ortiz. Al tratar de deshacer el equívoco fue cuando el delincuente se volvió contra él, apuntándole con la pistola que tenía desenfundada. Perplejo, Antonio trató de razonar con el violento Carlos Leira, quien sin responderle siquiera apoyó la punta del arma en su cuello y disparó a bocajarro, perforándole la yugular y quitándole la vida.