Más pistas
• El único familiar próximo era el hermano, Ramón, que no mantenía relaciones amistosas con la víctima.
• La víctima era un viudo sin hijos, el primogénito de una familia muy conocida. La esposa había fallecido en 1937, y desde entonces vivía encerrado.
• La finca consta de tres plantas. En la baja hay corrales, cuadras, bodegas. Dependencias en las que se alinean paja, cascotes, barriles, entre barro y restos de conejeras. También se encuentran allí prensas para la uva y restos de un molino. Por todas partes hay verjas desprendidas. Los portones tienen la madera carcomida. En los dormitorios, y por toda la casa, hay telarañas. En la planta principal hay un amplio comedor con cuatro sillas desparejas y la mesa con un hule viejísimo. Todo está abandonado y en estado ruinoso, como si hubiera caído una maldición; y eso que era una de las mejores fincas de la comarca.
• Los que conocían a la víctima apuntan que su mayor defecto era la desconfianza: ¡no se fiaba de nada, ni de nadie!
• El hermano más próximo al muerto también era millonario. Estaba casado en segundas nupcias con una mujer amante de lo esotérico, aficionada a los adivinos y a todo lo sobrenatural. Además tenían otros dos hermanos que vivían en Argentina, ricos, y como todos ellos, sin hijos. La madre había dicho más de una vez con un punto de ironía: «La familia será mala, pero no tendrá descendencia». Y había tenido razón. Ninguno de los cuatro hermanos tuvo hijos, ni la hermana tampoco, porque los cinco eran estériles. El marido de la hermana enviudó y se juntó con otra mujer con la que sí tuvo descendencia.
• El alguacil del pueblo más cercano a la finca contó que hablaba mucho con don José y que un día éste le confió que al entrar en su casa le salieron dos hombres al paso y se llevó un enorme susto.