¿Y quién era ese «tercer hombre»?
El dueño de la masía en la que estaba realquilado Miguel Ventura, Pedro Plaja Aguilar, quien enterado de que la víctima iba propalando que antes de irse mataría al menos a tres, se dio por aludido y decidió, junto con Bartolomé, quitarle la vida. Se daba además la circunstancia de que Bartolomé y la nieta del dueño de la masía pensaban trasladarse a vivir allí cuando se casaran, por lo que necesitaban la amplia y luminosa habitación que ocupaba Miguel.