También se interesó por la situación de los precios, las condiciones de vida de los españoles y multitud de temas relacionados con la vida diaria, intentando siempre poner su nombre y su cargo en lo que él entendía que era lo mejor para el bien común. En octubre de 1946 escribe al general Pablo Martín Alonso, jefe de la Casa Militar del Generalísimo, con la finalidad de que informe al Caudillo sobre la enorme subida de los precios de los alimentos, en comparación con la subida de los sueldos. Apuntando, fruto de su visión autárquica de la nación, que la situación era fundamentalmente culpa de las autoridades. Dice Yagüe: «Creo que la organización estraperlista es tan amplia, y la desvergüenza y la inmoralidad están tan extendidas, que si no nos decidimos a actuar todos en la medida de nuestras fuerzas, nos vamos a ahogar en hambre y porquería».[619] Martín Alonso se puso al habla con el ministro de Agricultura e informó a Franco.
En octubre de 1951 escribe al ministro del Ejército, que le responde con fecha 29 del mismo mes: «Contesto tu carta de fecha 23 del actual en la que me das cuenta de la deuda a diversos labradores por compra de cebada en el año 1949 por un importe de 157.078,23 pesetas. El día 26 del actual se te ha hecho una consignación en la que va incluida la citada cantidad, quedando con ello cancelada la deuda».[620] Yagüe le pedía dinero para pagar la cebada comprada por el ejército y que no se había abonado, siguiendo una práctica de la administración que perdura hasta la actualidad.
Una de las cuestiones que tuvo pendiente el franquismo en los años que siguieron al final de la Guerra Civil era el regreso a España de los militares que lucharon con la República y que no tenían condenas por delitos de sangre. Yagüe fue uno de los generales de Franco que más interés manifestó en la cuestión, en su etapa en Burgos, tanto por motivos ideológicos como por ser su capitanía general la responsable del sector occidental de la frontera con Francia. En relación a la forma de lograr y organizar el regreso a España de los militares republicanos, escribe en enero de 1946 a Dávila, entonces ministro del Ejército:
La cuestión de la repatriación de los oficiales que están en Francia tropieza con el inconveniente de que los consulados no prestan la colaboración que fuera de desear. Un capitán que mandé a Hendaya se encontró con que las documentaciones que había pedido ocho días antes estaban sin despachar y sin hacer gestión alguna. Creo que en estos consulados se debía poner vicecónsules militares como se hizo en Argelia y Marruecos.
Ahora han empezado a pagar a los militares y a reorganizar el ejército republicano. El general Bedia, que quería pasar, ha sido nombrado general del Ejército del Sur; otros que estaban en negociaciones las han roto también al recibir su paga, pero hay algunos que insisten en pasar [a España].
La moral de esta gente varía de una manera notable según las noticias que reciben, y un día están llenos de esperanza y al siguiente desesperados, por eso los consulados deben dar la documentación en el momento que la pidan y ya en España se hará la depuración.