Todo esto no impide a Yagüe seguir cumpliendo con eficacia el mando que desempeña. Al fin y al cabo es un profesional con más de dos décadas de experiencia.
Mientras estas cosas ocurrían, las autoridades republicanas no lograban normalizar la vida nacional. Pasadas las primeras semanas de fervor revolucionario, Alcalá Zamora y su Gobierno fracasaron estrepitosamente en lograr que la vida y la convivencia entre los españoles volviesen a unos cauces de normalidad. Los partidos y grupos más extremistas se hicieron con el control de las calles y de las clases populares, propiciando un ambiente revolucionario y violento. Socialistas y comunistas aspiraban a dar un vuelco a España al estilo de la revolución bolchevique. La CNT y la FAI se opusieron a las leyes promulgadas por Largo Caballero desde el Ministerio de Trabajo, por entender que favorecían al sindicato socialista UGT. Las sublevaciones armadas anarquistas contra los distintos gobiernos de la República, fuesen del color que fuesen, se convirtieron en una constante.
El 31 de diciembre de 1931 un grupo de unos cuatrocientos campesinos se manifestaba en el pueblo de Castilblanco dando vivas a la UGT y mueras a la Guardia Civil. Les salieron al paso cuatro guardias que les ordenaron que se disolvieran. Los agentes resultaron muertos a golpes, pedradas, tiros y cuchilladas, y sus cuerpos acabaron mutilados. Sanjurjo, que seguía siendo director general de la Guardia Civil, asistió al entierro, durante el cual acusó a los socialistas, y en concreto a la diputada Margarita Nelken, de haber incitado a sus correligionarios a la violencia. Nadie se preocupó de saber que durante los ocho meses que llevaba instaurada la República, en Castilblanco había seguido gobernando el municipio la oligarquía monárquica de siempre. Esto no justificaba la actuación de los socialistas locales, pero sí explicaba los sucesos protagonizados por una población inculta y radicalizada, permanentemente alentada y arengada por sus líderes con soflamas y discursos. Cinco días más tarde se reproducían sucesos parecidos en el pueblo riojano de Arnedo, en los que, en esta ocasión, los guardias no se dejaron matar, ocasionando seis muertos —de los que cuatro eran mujeres— y treinta heridos. Sanjurjo fue destituido, pasando a la dirección del Cuerpo de Carabineros. Su sustituto en la dirección de la Benemérita fue el general Miguel Cabanellas.
Mientras estas cosas ocurrían en la metrópoli, Yagüe seguía su relativamente tranquila vida de guarnición en Alcazarquívir. El 19 de enero de 1932 fue destinado a mandar el Grupo de Regulares de Ceuta n° 3, con lo que recuperó sus galones de teniente coronel en julio de ese año. Al mismo tiempo fue confirmado en el mando de los Regulares de Ceuta. En el discurso de despedida a sus hombres en Alcazarquívir, antes de salir para Ceuta, habló a sus compañeros de la labor cívica durante su mando:
... Y empecé a hacer este casino y, faltando a su reglamento, di entrada en él al elemento civil, que pasó también a formar parte de su junta, y empezaron las fiestas cuando esto era poco confortable y hasta poco limpio. Recordad aquellas cenas primeras y aquellas cretonas que trataban de tapar sin conseguirlo las ruinas del local y, sin embargo, qué beneficiosas fueron aquellas primeras fiestas. En ellas empezó la convivencia y el trato, empezó la vida social en una palabra; empezamos a dar pruebas de civilidad y cultura, y una vez que terminé este patio las fiestas fueron más frecuentes.