El cortejo estuvo a punto de desviarse para ir con el féretro a las Cortes, pero varios jefes y oficiales de la Guardia Civil lo impidieron. Poco después la CNT llamaba a la huelga general contra los militares y el fascismo con la oposición de la UGT. Estos hechos fueron determinantes para retrasar el golpe que algunos complotadores tenían pensado para el 19 de abril. Otra de las causas que frenó el alzamiento militar de abril vino motivada por la petición realizada por el general Rodríguez del Barrio, muy enfermo, que solicitó a Varela que le visitase en su casa con el único objetivo de rogarle que retrasara el golpe, petición que le fue concedida por los golpistas.
Este retraso permitió al general Masquelet actuar, dejando inmediatamente como disponibles forzosos a Orgaz, al que fijó su residencia en Canarias, y a Varela, que fue enviado a Cádiz. A estos «destierros» se sumaron poco después los de los generales Fanjul, Villegas, Rodríguez del Barrio, Saliquet y González Carrasco. Ya desde la victoria del Frente Popular el Gobierno fue quitando de los puestos de responsabilidad a los muchos militares que no comulgaban con el nuevo estado de cosas.
El mismo febrero Franco y Goded fueron apartados, aunque no fueron confinados en un castillo —prisión militar— como le ocurriría a Varela poco después. En lugar de eso, fueron destinados uno a Canarias y el otro a Baleares, donde no podían hacer daño.
De estas fechas conocemos la carta enviada por Yagüe a Franco felicitándole por su nuevo destino en Canarias y dándole noticias de cómo iban las cosas por Marruecos. Yagüe ya trabajaba decididamente a favor del alzamiento militar que dirigía Mola:
[...] Por aquí hemos tenido algunos incidentes desagradables: saqueo de la Tabacalera, de Acción Popular, conato de incendio en una iglesia, palizas a individuos aislados por grupos de eufóricos, etc.
Mola y Benito se fueron a sus respectivos destinos y vinieron Gómez Morato y Capaz; el día que llegó el primero hubo en el muelle algunos vivas al general digno, al general honrado, contestados por media docena de conscientes; luego hubo una reunión de jefes y oficiales, después otra de jefes de cuerpo y después no le he vuelto a ver...
Hace unos días al capitán que estaba en la puerta del Casino le dieron un prospecto que tiró al suelo, y el repartidor, ayudado por algunos camaradas, le exigió en forma violenta que leyese él papel; el capitán hizo mención de sacar la pistola y no pasó nada hasta el día siguiente, que lo arrestaron por falta de tacto en su trato con el elemento civil.
En fin, mi general, aquí me tienes a tus órdenes cada día más inflado, trabajando con más gusto y viendo que las luchas y contrariedades sirven para seleccionar a los hombres; que esta selección se tendrá que hacer porque todos se irán dando cuenta de quiénes son los acomodaticios, los flojos, los vividores, y quiénes son los que ponen por encima de su bienestar y de sus conveniencias el cumplimiento del deber por duro que sea...
Dar Riffien, 25 de marzo de 1936.