VIII YAGÜE REGRESA AL FRENTE DE MADRID: BRUNETE
El asalto a Madrid había fracasado, pero esto no implicaba la renuncia de Franco a conquistar la ciudad antes de que terminase el año. El 23 de noviembre el Caudillo ordenó que cesasen momentáneamente los ataques. Madrid había resistido gracias a la insubordinación de dos militares republicanos, Miaja y Rojo, que desobedeciendo las órdenes de Largo Caballero y del Estado Mayor habían defendido la capital siguiendo su propio criterio y las directrices de los comunistas y sus asesores soviéticos. Por su culpa Varela había fracasado. El 29 Franco estaba decidido a intentar de nuevo rendir Madrid. Simultáneamente, en el lado republicano es aprobado el Estatuto Vasco, el precio que Largo Caballero tuvo que pagar para que los gudaris del PNV se sumaran al esfuerzo bélico del Frente Popular. José Antonio Aguirre, el lehendakari, quería conquistar Álava. Un plan que coincide con la idea de Asensio Torrado y de Largo Caballero de lanzar una gran ofensiva en el norte que permita a la República seguir conservando Madrid.
A comienzos de diciembre los nacionales se lanzan de nuevo sobre las trincheras rojas que defienden la ciudad. Miaja logra resistir gracias a los brigadistas internacionales y a los carros T-26, que llegan en grandes cantidades a Madrid. Los combates son durísimos. Ninguno de los dos bandos cede terreno sin acumular antes grandes pérdidas. Entre el 11 y el 14 de diciembre varias unidades de brigadistas son prácticamente aniquiladas.
El 13 de diciembre tres columnas, con apoyo de carros y artillería de la Legión Cóndor, se lanzan sobre Villanueva del Pardillo y Majadahonda. Otras dos columnas sublevadas fijan al enemigo en Pozuelo. El 16 son conquistados por los soldados de Franco los pueblos de Villanueva de la Cañada y Boadilla del Monte. La brigada del Campesino quedó aislada, librándose de su completa aniquilación de milagro.
Una vez más ambos contendientes han tenidos muchísimas bajas sin lograr que se mueva sustancialmente el frente. Después de estos sangrientos combates, Franco, por fin, parece desistir de tomar al asalto Madrid, lo que no implica que este frente vaya a quedar tranquilo. Una dura y exasperante guerra de trincheras, de golpes de mano y de pequeños ataques continuó durante meses. Hasta mayo de 1937 un importante contingente de soldados del ejército de Marruecos estuvieron combatiendo en las trincheras y pozos de tirador de los arrabales de Madrid, bajo el mando de Ríos Capapé con la finalidad de fijar a numerosas fuerzas republicanas.
Viendo la duración y aspereza de estos combates resulta imposible mantener la teoría de que Franco no quería tomar Madrid para alargar la guerra y así garantizar y consolidar su exclusivo poder personal sobre España y perpetuarlo durante cuatro décadas. Franco no era adivino. Si hubiese sido un maestro de ajedrez en el imprevisible tablero de la política nacional e internacional de su tiempo, capaz de prever con absoluta certeza los movimientos de amigos y enemigos, sin lugar a dudas no habría sacrificado los excepcionales soldados de «su» ejército de África en el asalto a Madrid cuando realmente no quería tomar la ciudad. A finales de 1936 no estaba nada claro quién iba a ganar la guerra, y Madrid era una de las grandes bazas, por no decir la más importante, de cara a lograr la victoria.
El primer intento de entrar en Madrid al asalto había fracasado, y las maniobras para aislar la ciudad por el norte sólo habían tenido un éxito parcial. El ejército sublevado estaba al límite de sus fuerzas, sin recursos para volver a intentar un ataque y lanzarse a tomar Madrid combatiendo casa por casa, esquina por esquina, piso por piso. La única opción realista era intentar embolsar la ciudad, cortar sus comunicaciones con Levante y rendirla por hambre y falta de recursos de todo tipo. Para lograrlo, las tropas de Franco tenían que avanzar a campo abierto, donde eran claramente superiores, por el valle del Jarama hasta cortar la carretera de Valencia y luego seguir hasta llegar a Alcalá de Henares, cortando así también la carretera de Barcelona. Si lograban sus propósitos habrían puesto un anillo de fuego y acero en torno a la ciudad que terminaría por estrangularla.
Franco va viendo cómo crecen sus efectivos. Cuenta con casi sesenta mil hombres, organizados en la División Reforzada de Madrid, de los que aproximadamente un 50 por ciento son tropas de África. Al frente directo de esta unidad se encuentra el general Orgaz, aunque la dirección de las operaciones la va a llevar Varela. La actuación de estas unidades se verá reforzada por una ofensiva que, desde Sigüenza, deben lanzar los regimientos mandados por Moscardó. El ataque conjunto de ambas fuerzas debe cortar las carreteras de Valencia y Barcelona, dejando Madrid indefenso ante las tropas atacantes.
En enero de 1937 el avance de unidades del ejército de África hasta Pozuelo, Aravaca y Las Rozas permitió cortar la carretera de Madrid a El Escorial y lograr el control del valle del río Manzanares. Esto permitió cerrar el frente por su ala izquierda, siguiendo los planes propuestos por Yagüe, que seguía convaleciente de su enfermedad. Mientras, por el otro lado de las líneas nacionales se planeaba cerrar el frente tomando los valles del Jarama y el Tajuña, alcanzando el Tajo y cerrando la bolsa de Madrid hasta llegar a la sierra de Guadarrama.
Simultáneamente, Miaja y el general Pozas planeaban también una gran operación que salvase Madrid. Quieren cruzar el Jarama, y hacerse con el control de la carretera de Andalucía y Toledo, e incluso llegar a la de Extremadura. Este ataque se fija, tras varios retrasos, para el 12 de febrero de 1937. Para la operación contaba Pozas con una masa de combatientes formada por cincuenta y cuatro brigadas mixtas, más las numerosas unidades que defienden Madrid bajo las órdenes de Miaja.
El 22 de enero, Franco, que conoce la reorganización y acumulación de tropas que están realizando sus enemigos, va a concentrar veintidós mil hombres de la división de Orgaz, aunque no estarán listos para atacar, por problemas en el despliegue debidos a las lluvias y la dureza de clima invernal, hasta el 6 de febrero. Un retraso de dos semanas que permitirá a los republicanos mejorar notablemente sus líneas defensivas.
La Orden General de Operaciones n° 9, dada en Navalcarnero el 22 de enero de 1937, decía:
Misión de la división (División Reforzada de Madrid): forzar la línea del frente enemigo, atravesar el río Jarama entre Vaciamadrid y Molino del Rey, avanzando al este del mismo río Tajuña y Henares hasta la línea Alcalá de Henares — Villalbilla — Pozuelo del Rey — Valdilecha — Perales de Tajuña, con objeto de interceptar las comunicaciones de Madrid con Andalucía y Valencia por Aranjuez y Arganda: así como las que, soslayándolas, puedan llevar hasta Madrid por Alcalá.