XII ¡ARRIBA, ESCUADRAS, A VENCER, QUE EN ESPAÑA EMPIEZA A AMANECER!

El 1 de abril de 1939 la guerra había terminado. España, la España nacional, se teñía de azul en todas y cada una de sus esquinas. De todas las fuerzas políticas que se habían aglutinado bajo la bandera roja y gualda, la Falange era la que había resultado vencedora indiscutible del proceso darwinista que el conflicto civil había provocado en la sociedad española. Falange era una ideología de tiempos heroicos y, sin lugar a dudas, no había existido desde la Guerra de la Independencia un suceso más crucial para la vida de los españoles que la guerra que acababa de terminar.

Antes del 18 de julio el nacionalsindicalismo, forma españolizada de los valores, ideología y estética del fascismo en su proyección hispana, había tenido escaso éxito en la sociedad española. Era una ideología demasiado nueva, vanguardista e intelectualmente rompedora para que la sociedad española de las décadas de 1920 y 1930 pudiese comprenderla, asumirla y apoyarla de forma masiva.

Hasta el inicio de la guerra las ideologías que reinaban en España eran las de siempre. Las elecciones se sustentaban en los viejos idearios políticos surgidos de la Revolución Francesa y de sus secuelas revolucionarias de 1820, 1830 y 1848. Liberalismo y nacionalismo habían nacido como consecuencia directa de estos sucesos. Incluso los partidos aparentemente revolucionarios, y entonces más actuales, hundían sus raíces en los viejos ideales nacidos en el calor del París de Danton, Robespierre y Graco Babeuf. Pensadores y políticos como Owen, Saint-Simon, Bakunin, Marx y Engels... eran hijos directos de estos sucesos y habían formulado sus teorías políticas en las décadas inmediatas al gran ciclo revolucionario que cambió los cimientos de Europa entre 1789 y 1848.

Las ideologías que estaban más en boga en España durante la II República habían fraguado, en algunos casos, hacía más de un siglo. Anarquismo, socialismo y comunismo pretendían cambiar la estructura social y de poder del mundo occidental con idearios que incluso antes de haber llegado al poder se demostraban como anticuados, irreales e ineficaces. Únicamente el triunfo de los bolcheviques en 1917 en la Unión Soviética había logrado hacer soñar, con algún atisbo de realidad, a los numerosos desheredados, obreros industriales y campesinos sin tierra con un mundo mejor y más justo para sus hijos.

Junto a estas ideologías revolucionarias de izquierdas pervivían los viejos partidos de siempre. Los mismos perros aunque con distinto collar. Los bienintencionados carlistas sobrevivían en España en un mundo que estaba cambiando y en el que no tenían cabida. Su tradicionalismo, defensor de valores ultramonárquicos y absolutistas, con una visión religiosa y social anterior a los cambios de todo tipo que había forzado la Revolución Francesa y el imperio napoleónico, pervivía con razonable fuerza en el alma de algunos españoles, aunque sin que éstos comprendiesen que su tiempo había pasado y que nunca iba a volver.

La derecha, en sus diferentes versiones, estaba sólidamente asentada en España. Tenía un gran éxito entre el electorado, pero permanecía ciega a las necesidades de cambio, modernización y justicia social que reclamaba, a grandes voces, más de la mitad de la población. La CEDA y los populistas seguidores de Lerroux nunca llegaron a comprender que el futuro era suyo: el desarrollo tecnológico del modelo capitalista iba a triunfar trayendo en pocos años una calidad de vida que ningún español, y seguramente ningún ciudadano occidental de los años treinta, podía imaginar. El comunismo, la gran amenaza a las libertades en el medio siglo que siguió al triunfo de la Revolución Rusa, iba a caer solo, fruto de sus contradicciones internas y de su incapacidad para lograr una mejor calidad de vida y una mayor libertad para las sociedades en las que gobernaba.

En la década de 1930 el futuro del dominio social era para las derechas, siempre que fuesen capaces de comprender por dónde iba el hilo de la historia. En España fueron incapaces de promover los grandes cambios sociales y económicos a que estaban obligados a finales de la monarquía de Alfonso XIII y durante la II República española. Su falta de visión abrió las puertas a la revolución anarquista, socialista y comunista, que arrastraría a los españoles a una cruenta guerra civil y a cuarenta años de gobierno autoritario de Franco.

Junto a estos partidos y grupos de la izquierda revolucionaria y de la derecha «de siempre» habían nacido algunos nuevos partidos de centro y centro izquierda, junto a un pequeño grupo de partidos defensores de un rancio nacionalismo periférico. El centro y centro izquierda quedó rápidamente inhabilitado, por sus propios líderes, para desempeñar un papel relevante en el gobierno de España. Personalidades como Alcalá Zamora, Miguel Maura, Alvaro de Albornoz y sobre todo Azaña demostraron, desde un primer momento, su incapacidad para gobernar por su egolatría, su ambición desmedida de poder y falta de visión política. Unos defectos, eso sí, revestidos de brillantes palabras y de discursos supuestamente inteligentes, que les hizo tener en sus manos el futuro de España y echar a perder una oportunidad histórica.

A comienzos de la década de 1930 eran estos partidos, sin lugar a dudas, la opción política teórica mejor y más lógica para la modernización de España, para lograr el cambio de sus anquilosadas estructuras sociales y económicas... Sin embargo, la estupidez de sus líderes y su falta de capacidad para lograr el apoyo popular les arrastró a un estruendoso y trágico fracaso. Junto a ellos, el PNV y los partidos separatistas catalanes y gallegos actuaron decididamente para que una joven República, nacida fruto de una situación de urgencia nacional, se convirtiese en una solución imposible para los graves problemas que acosaban a España.

En este dificilísimo ambiente era en el que los partidos de extrema izquierda —socialistas, comunistas y anarquistas— querían hacer la revolución a cualquier precio; los de centro eran incapaces de actuar carentes de proyecto, de verdaderos líderes y de votantes; y la derecha estaba más preocupada por sus intereses estrictamente particulares que por salvaguardar un sistema político que se les deshacía entre los dedos y que en su día no habían querido o sabido cambiar y proteger. En este ambiente, pues, surgió en toda Europa la hora del fascismo.

En 1922 Mussolini había llevado al poder en Italia a un joven partido que propugnaba un ideario nuevo y rompedor, y que, aparentemente, poco tenía que ver con las viejas ideologías que hasta ese momento habían peleado por conseguir el poder en Europa.

El fascismo se hizo con el gobierno de Italia de forma irregular, pero desde su llegada supuso una ráfaga de frescura y esperanza para muchos europeos hartos de los seniles discursos y promesas de la derecha y de la amenazante revolución que se propugnaba desde la izquierda. Su mensaje moderno, vitalista, nacionalista y ajustadamente patriotero, en el que se mezclaban de forma imperceptible tradición y vanguardia, todo presentado bajo una estética de rabiosa actualidad en su momento —banderas, uniformes, marchas y desfiles, llamadas a la inquebrantable unidad social y nacional al servicio de una gran causa, la patria—, bajo la luz cálida de la Roma imperial de los césares, convertía al fascismo en una ideología imparable.

Mussolini, hoy vilipendiado, se convirtió en el líder con más carisma de su tiempo. Sus discursos, sus gestos teatrales cuidadosamente ensayados, su llamada constante a la defensa de la patria y su permanente manifestación del orgullo de ser italiano, unido a su éxito al salvar a la Italia de Víctor Manuel III de la revolución, le convirtieron en un héroe y en el más popular de todos los primeros ministros que han tenido la monarquía y la república italiana en su historia.

El Duce gobernó desde 1922 hasta julio de 1943. A lo largo de veintiún años convirtió a la recién nacida nación italiana en una potencia industrial y cultural de primera magnitud. Situó a Italia en el grupo de las grandes naciones de su tiempo, y si no llega a equivocarse de bando durante la II Guerra Mundial, no resulta descabellado pensar que Mussolini hubiese muerto en la cama gobernando, entre la admiración y pena del pueblo italiano, y que hubieran asistido a su entierro todos los grandes líderes políticos y gobernantes del mundo.

En la ponderada biografía que Jasper Ridley ha escrito sobre Mussolini se afirma, sin lugar a dudas, la admiración que figuras tan poco dudosas de ideas fascistas como Churchill, Gandhi o Chamberlain tenían hacia el Duce durante los años veinte y treinta: «Lady Chamberlain se sintió más impresionada por Mussolini que la señora Churchill. Le pidió una insignia del Partido Fascista, que puso con orgullo en la solapa de su chaqueta durante su estancia en Liorna [...]. Chamberlain rindió homenaje públicamente a Mussolini cuando habló en Londres en la Conferencia Imperial».[440] En el periodo de entreguerras una importante parte de la población de Europa vio en el fascismo la solución a los grandes problemas y amenazas que atenazaban sus vidas.

El triunfo de la Marcha sobre Roma, la llegada del fascismo, de su nueva ideología, en la que se pretendían unir las reivindicaciones sociales de la izquierda y el patriotismo de la derecha, amalgamados por un sentimiento de modernidad sembrado por los futuristas y por una visión militarista, totalitaria e innegablemente revolucionaria en su organización del Estado, de la sociedad y de la economía, aportado por el propio fascismo, impactó en muchos sectores de la población europea y mundial, hartos de las viejas estructuras y formas de hacer política. En toda Europa, en Hispanoamérica, en países como Estados Unidos, Japón. o Sudáfrica surgieron nuevos partidos inspirados en las formas de gobernar, en el estilo, en el modelo nuevo de sociedad que el fascismo estaba conformando en Italia.

España no quedó fuera de la fascinación que el fascismo provocó fuera de las fronteras de Italia. El dictador Miguel Primo de Rivera, cuando visitó Italia acompañado de su hijo José Antonio, regresó admirado por los cambios y logros conseguidos por Mussolini en tan poco tiempo. Su admiración fue tanta que no tuvo rubor en señalar que le gustaría ser el Mussolini español.

La dictadura de Primo de Rivera, regeneracionista y con un leve aire fascistoide, sirvió para que en la década de 1920 en España nadie se plantease seriamente fundar un movimiento fascista en la línea de los que habían surgido por todo el mundo imitando al creado por el Duce en Italia.

La insospechada caída de la monarquía de Alfonso XIII como consecuencia de una elecciones municipales, y el nacimiento de una convulsa República marcada por continuos desmanes, intentos de ruptura de la integridad nacional y bajo la amenaza permanente de una revolución anarquista, socialista o comunista, hizo lógicamente que algunos sectores de la sociedad española viesen en la creación de un partido fascista la solución a los males que a su criterio sufría la patria.

El 29 de octubre de 1933 se celebraba en el madrileño Teatro de la Comedia el mitin fundacional de Falange Española. En él hablaron José Antonio Primo de Rivera —líder indiscutible del nuevo movimiento—, junto a García Valdecasas y Ruiz de Alda. Falange nacía técnicamente como un partido antipartido. El fascismo español, a imitación del italiano, surgía como la auténtica revolución de la modernidad, como la auténtica expresión de un pueblo latino y católico que transcendía el materialismo y la artificialidad de la política, elevando la cultura popular y el ambiente nacional a la altura de una misión violenta y trascendental.[441] Desde un principio los falangistas pidieron la unidad nacional sobre todas las cosas, la independencia económica de España, el fortalecimiento de su ejército y de su marina de guerra. Defendían un nacionalismo autoritario y militarista, con fuertes exigencias económicas y una gran conciencia social. Falange nacía contra las «izquierdas venenosas y antinacionales y las derechas pusilánimes y egoístas».

Falange se fundaba para superar las deficiencias de los partidos de izquierdas y derechas, por encima de la lucha de clases, para defender a cualquier precio la unidad nacional, e implantando un modelo de Estado moderno y autoritario, al estilo del que gobernaba exitosamente en Italia desde 1922.

Falange ofrecía una idea política nueva, de avanzado contenido social y decididamente opuesta al marxismo, comunismo y socialismo. Sostenía una suprema concepción del ser humano como portador de valores eternos, uniendo de manera exacta la filosofía política con la moral católica. Formulaba una arquitectura orgánica de la representación y la participación política que venía a destruir el mito de la representación inorgánica detentada por los partidos políticos en exclusiva. Afirmaba con rotundidad, frente al separatismo vasco, catalán y gallego, la indisoluble unidad de España, aunque, eso sí, reconociendo sus diversidades regionales. Finalmente, consideraba a las fuerzas armadas como una de las columnas vertebrales de la sociedad, al tiempo que reclamaba el papel —dentro de una visión claramente expansionista— que le correspondía a España, a los españoles, a su cultura y su lengua, en el mundo de mediados del siglo XX.

Desde su fundación, Falange fue un partido minoritario. En las elecciones de febrero de 1936 sólo consiguió 44.000 votos en toda España, el 0,7 por ciento. Ni un solo falangista salió elegido. En estas fechas estima Payne que Falange podía llegar a tener unos 20.000 miembros,[442] entre afiliados y adheridos, incluidos algunos estudiantes menores de edad. Cifras muy exiguas a pesar de ser un partido interclasista, con afiliados de todos los grupos y clases sociales. Su cualidad más destacada era la gran cantidad de jóvenes —estudiantes y trabajadores— e intelectuales que formaban en sus filas. Era en aquellos momentos la ideología de las vanguardias intelectuales y que gobernaba en muchos países de Europa. Se puede decir que en los años treinta la sociedad española no se encontraba en los mismos niveles culturales, sociales y económicos que las naciones de su entorno, y esto provocaba que la Falange tuviese un éxito mucho menor que sus partidos hermanos en Italia y Alemania, ya que en materia política la sociedad española iba al menos medio siglo por detrás que las grandes naciones europeas.

Entre los falangistas de primera hora, junto a sus líderes José Antonio Primo de Rivera, Onésimo Redondo y Ramiro Ledesma Ramos, nos encontramos intelectuales y artistas de primera fila, como Agustín de Foxá, Dionisio Ridruejo, Giménez Caballero, Sánchez Mazas, García Serrano, Rosales, Tovar, etc., que estaban al corriente de las vanguardias y movimientos culturales y políticos que imperaban en la Europa de su tiempo. Incluso figuras tan prestigiosas como el líder monárquico y derechista Calvo Sotelo, que aunque no llegó a ingresar en Falange, declaró en varias ocasiones su admiración, respeto y afinidad ideológica con los valores y formas de gobierno propugnados por el fascismo.

Entre los jóvenes afiliados a Falange nos encontramos nombres como los de José Antonio Girón, Manuel Valdés Larrañaga, Agustín Aznar, etc., que habrían de destacar y desempeñar importantes papeles en diferentes sectores de la sociedad española en las décadas siguientes.

El carácter nacionalista, modernizador, en línea con el regeneracionismo español de principios de siglo, y su estilo y planteamientos netamente militaristas, hizo que muchos militares profesionales viesen con simpatía a Falange. No podemos olvidar los éxitos alcanzados por Italia y Alemania y el desarrollo que sus fuerzas armadas habían alcanzado con Mussolini y con la llegada de Hitler al poder. Las importantes reformas militares acometidas en Alemania nada más ser nombrado Hitler canciller fueron vistas con enorme simpatía por una oficialidad que, en gran medida, era tradicionalmente germanófila y que tenía en el ejército prusiano un modelo a imitar, prestigio que con la llegada de los nazis al poder se había visto reforzado. ¿Si Falange llegaba al poder no haría lo mismo?

No fueron pocos los jefes y oficiales de las fuerzas armadas españolas que manifestaron sus simpatías por el nuevo partido fascista español fundado por el hijo del dictador Primo de Rivera. Unos de estos militares que antes de la Guerra Civil se vinculó a FE de las JONS fue el teniente coronel Yagüe. Junto a él, otros militares se afilaron clandestinamente a Falange, pasando a estar encuadrados en la estructura paramilitar y netamente conspiratoria, aunque no antirrepublicana, que lideraba José Antonio Primo de Rivera.

En el archivo secreto de militares afiliados a Falange, que en la actualidad parece estar en posesión del investigador José Luis Jerez, junto a Yagüe seguramente nos encontraríamos nombres como los de Asensio, Muñoz Grandes, Iniesta Cano, Beigbeder, etc. No olvidemos que durante la maniobras en el Llano Amarillo eran muchos los jóvenes oficiales del Ejército de África que gritaban «CAFÉ» (Camaradas, Arriba Falange España) a pleno pulmón.

Cuenta José I. Escobar que Yagüe era un falangista convencido, al que gustaba cuadrarse antes del 18 de julio ante un modesto comerciante de Valencia, Ramón Cazañas, al que José Antonio Primo de Rivera había nombrado jefe territorial de Falange en Melilla.

Para el historiador y general Alonso Baquer, el general falangista por excelencia era Yagüe: «El portavoz de esta alternativa no era más que un teniente coronel en 1936. [...] Cerca de él se va a situar, temporalmente, el coronel Juan Beigbeder y un conjunto de nombres que incorporan a Muñoz Grandes, a Moscardó, a Barrón, a Serrador, a Asensio Cabanillas y a los jurídicos de la Armada Fernández Cuesta y del ejército José Solis».[443] Para Ridruejo es también Yagüe el militar que mejor representaba la tendencia falangista, una de las dos predominantes entre los militares profesionales al terminar la Guerra Civil.

En los prolegómenos del alzamiento militar del 18 de julio Yagüe ya estaba claramente identificado como azul, posición que se acentuó nada más dar comienzo la guerra y que quedaba evidenciada por su costumbre de llevar camisa azul de uniforme y tener siempre en su escolta personal miembros de las milicias de Falange. García Venero señala las buenas relaciones existentes entre Yagüe y Hedilla, que llevaron al nacimiento de una corriente entre los azules para nombrarle jefe de la Primera Línea —las milicias de FE de las JONS—, lo que hubiese convertido a Yagüe en uno de los hombres de confianza de Hedilla y pilar fundamental en las rencillas internas y durante el proceso de la unificación.

Yagüe, desde antes del 18 de julio, era claramente falangista. No sólo un simpatizante y votante del pequeño partido de José Antonio: era también un afiliado que unía en su persona la doble militancia en FE de las JONS con su participación activísima en la conspiración que preparaba Mola. No existen testimonios escritos sobre si Yagüe informó a sus jefes en Falange acerca del golpe de Estado que se preparaba, pero sí podemos formular la hipótesis, sobre bases razonables, de que la Falange tenía noticias de aquél, entre otros por Yagüe, aunque carecía de los detalles del lugar y el momento en que se iba a producir. Éste no informó de estos detalles en buena medida porque no se conocieron exactamente hasta un poco antes de producirse, pero también por considerar que el apoyo que podían dar los falangistas al golpe era mínimo y los riesgos de que muchas personas conociesen los datos exactos podía frustrarlo. Yagüe era consciente de que una vez que se produjese la sublevación inmediatamente podría contar con los afiliados a Falange, como así ocurrió, sin necesidad de tenerles al corriente con exactitud de lo que se preparaba. En el verano de 1936 mucha gente, de ambos bandos, sabía que un alzamiento militar estaba en marcha y que más tarde o más temprano se iba producir.

Represión y conciencia social en el Yagüe falangista

Resulta incuestionable que durante los primeros meses de la guerra los falangistas tuvieron un papel muy destacado tanto en los combates, gracias a la formación de unidades de milicias —bajo el nombre de banderas— como en la represión de los partidarios del Frente Popular.

Los escasos miembros que tenía Falange antes del inicio de la guerra habían sido objeto de una especial persecución por parte del Gobierno del Frente Popular y de las milicias de los partidos de izquierdas. Anarquistas, socialistas y comunistas se habían ensañado especialmente contra los militantes de Falange, siendo la lista de asesinados y encarcelados enorme, especialmente para un partido que contaba con tan pocos afiliados y seguidores.[444]

Al comienzo de la guerra los numerosos falangistas que habían quedado en la zona republicana fueron perseguidos con encarnizamiento por los seguidores del Frente Popular, lo que resultó fácil dado su escaso número y al ser prácticamente la totalidad de sus militantes conocidos de sobra en las ciudades y pueblos donde vivían. Así, fueron masivamente confinados en las numerosas checas que poblaron la España republicana, siendo asesinados y masacrados durante las sacas que se produjeron durante toda la guerra. En muy pocos casos fueron sometidos a juicio, y casi siempre condenados a muerte —como el propio José Antonio Primo de Rivera—, por lo que fue muy escaso el número de falangistas que cayó en manos de la República y que pudo salvar su vida, casi siempre fugándose de la prisión o por medio de un canje. Por todo esto no resulta extraño que en el contexto de una terrible guerra civil los falangistas, una vez iban ocupando las tropas franquistas diferentes poblaciones, tomasen una decidida actitud represora con el claro objetivo de desquitarse y tomar venganza de los desmanes que sobre sus camaradas de partido se habían cometido por parte de las milicias rojas en el tiempo que la ciudad o pueblo recién conquistado había estado bajo control republicano.

Este tipo de represión desorganizada duró en la zona sublevada aproximadamente hasta noviembre de 1936, momento en que las autoridades militares empezaron a imponer el sistema de los tribunales de guerra que, a pesar de su carácter extraordinario, atemperaron de forma importantísima los fusilamientos indiscriminados, aunque con las lógicas pérdidas de garantías que conlleva cualquier sistema sumario militar respecto al sistema civil de justicia en época de paz. En la zona republicana, hasta el mismo final de la guerra se siguieron realizando fusilamientos indiscriminados por parte de los partidos y milicias que integraban el Frente Popular, sin que los tribunales de guerra lograsen convertirse en un sistema normalizado de aplicación de la justicia contra los enemigos de la República. Es de sobra conocido el intento de fusilamiento en las últimas semanas de la guerra en Cataluña del intelectual falangista Sánchez Mazas, hecho que narra la novela Soldados de Salamina.

Si es cierto que los falangistas tuvieron un papel destacado en la represión de los primeros momentos de la guerra, también lo es que del pensamiento social joseantoniano surgieran los primeros puentes, las primeras palabras y discursos de reconciliación de la España franquista.

En las filas de Falange, junto a un grupo de españoles que aspiraban a eliminar los partidos políticos y la lucha de clases, superándola, se encontraban otros vistiendo la camisa azul mahón obrera, provenientes, en muchos casos, de la izquierda, que encontraron en el falangismo una ideología con importante carga social y sin hipotecas internacionalistas. Así, Manuel Mateo venía del PCE y Nicasio Álvarez de Sotomayor de la CNT, por ejemplo. Esto les permitía trabajar para un nuevo y distinto modelo de sociedad que se les antojaba mejor y más justa, pero a veces era también la única forma de salvar la vida y de poder volver a reintegrarse a la sociedad española una vez evidenciada la victoria de Franco y sus partidarios. Muchos son los antiguos seguidores de partidos de extrema izquierda que encontraron en la Falange un nuevo ideal. Un buen ejemplo es el de Gerardo Salvador Merino, que venía del PSOE y sería jefe de los sindicatos azules; o el diputado en Cortes, durante todas las legislaturas franquistas, y presidente del Sindicato Vertical del Transporte, Vicente García Ribes, perteneciente a una familia de ferroviarios de tradición anarcosindicalista.

La derecha de siempre, la derechona que diría Umbral, en muchos casos enfundada en la camisa azul de la Falange, ocupando importantes cargos en el nuevo Estado del 18 de julio, acusaba a Falange y a los falangistas —a los de primera hora y a aquellos que seguían su ideario de ser una especie de partido de izquierdas. No en vano hablaban los azules de hacer una revolución social, económica y de las conciencias, su tan llevada revolución pendiente, la revolución nacionalsindicalista que debería trastocar el orden tradicional imperante en la España de la Restauración y que la II República no había podido realmente cambiar.

Una vez terminada la guerra se produjo un sentimiento de frustración en Yagüe y en muchos falangistas sobre el futuro de la victoria, debido a la gran cantidad de advenedizos que, vestidos con camisa azul, aprovechaban la coyuntura para beneficiarse personalmente o para llevar adelante actuaciones políticas que ni las urnas ni las armas les habían permitido practicar con anterioridad. El tirón popular de Falange durante la guerra civil y primeros años de la posguerra era innegable, cuando la Italia fascista y la Alemania del III Reich parecían ser los modelos de Estado llamados a dirigir Europa. Esto posibilitó que muchos aventureros y políticos de otros credos e ideologías hiciesen su agosto a la sombra de la bandera roja y negra.

En abril de 1943 recibe Yagüe una carta de su amigo el arquitecto burgalés y falangista José Luis Gutiérrez Martínez, en cuyas líneas se puede leer un buen análisis de por dónde iban los tiros en política, a criterios de muchos azules, junto a algunos comentarios sarcásticos y premonitorios sobre el futuro de España:

La dispersión de todos los amigos me ha dejado, políticamente, completamente aislado, por lo que agradezco mucho que, de vez en cuando, os acordéis de mí dándome ánimos para soportar la presencia de los enemigos, que ya ni siquiera nos combaten, por estimar que estamos completamente triturados.

Viven muy satisfechos, prostituyendo nuestra doctrina, a la que pretenden servir con el acatamiento de lo externo (uniformes, saludos, etc.), pero de la que ansían no dejar ni el recuerdo.

En los desfiles, las tribunas repletas de jerarcas, que es el disfraz adoptado por las antiguas fuerzas vivas, están ocupadas por las mismas personas (tanto en lo físico como en lo ideológico) que nos dirigían en los tiempos de Bugallal o de González Besada, y menos mal si, por la marrullería adquirida en el curso de los años, no resultan peores que aquellos inefables gobernantes.

Hay, pues, que limitarse por el momento, y procurando pasar desapercibidos, a la actividad profesional y a concurrir, los domingos, a los partidos de fútbol, por los cuales van sintiendo los burgaleses un alarmante apasionamiento. Y digo esto porque, como a más de un regular equipo de jugadores, tenemos un orfeón, siento el temor de que acabemos siendo separatistas, puesto que las manifestaciones deportivas y lírico-musicales, en estos pueblos del norte de la Península, han sido preludio de la aparición del hecho diferencial [subrayado en el original]. Para cuando llegue el caso, contamos también con el cobijo de un buen árbol, pues ya recordarás que en el ex frondoso Paseo de la Quinta se encuentra el árbol Monín, que no es moco de pavo, pero que es, desde luego, mucho más frondoso y de mejor estampa que el de Guernica...

Un abrazo de tu incondicional y buen amigo. [rúbrica]

¡Arriba España!

Yagüe: El general falangista de Franco
titlepage.xhtml
sec_0001.xhtml
sec_0002.xhtml
sec_0003.xhtml
sec_0004.xhtml
sec_0005_split_000.xhtml
sec_0005_split_001.xhtml
sec_0005_split_002.xhtml
sec_0005_split_003.xhtml
sec_0005_split_004.xhtml
sec_0005_split_005.xhtml
sec_0005_split_006.xhtml
sec_0005_split_007.xhtml
sec_0005_split_008.xhtml
sec_0005_split_009.xhtml
sec_0006_split_000.xhtml
sec_0006_split_001.xhtml
sec_0006_split_002.xhtml
sec_0006_split_003.xhtml
sec_0006_split_004.xhtml
sec_0006_split_005.xhtml
sec_0006_split_006.xhtml
sec_0006_split_007.xhtml
sec_0006_split_008.xhtml
sec_0006_split_009.xhtml
sec_0006_split_010.xhtml
sec_0006_split_011.xhtml
sec_0006_split_012.xhtml
sec_0006_split_013.xhtml
sec_0006_split_014.xhtml
sec_0006_split_015.xhtml
sec_0006_split_016.xhtml
sec_0006_split_017.xhtml
sec_0006_split_018.xhtml
sec_0007_split_000.xhtml
sec_0007_split_001.xhtml
sec_0007_split_002.xhtml
sec_0007_split_003.xhtml
sec_0007_split_004.xhtml
sec_0007_split_005.xhtml
sec_0007_split_006.xhtml
sec_0007_split_007.xhtml
sec_0007_split_008.xhtml
sec_0007_split_009.xhtml
sec_0007_split_010.xhtml
sec_0007_split_011.xhtml
sec_0007_split_012.xhtml
sec_0007_split_013.xhtml
sec_0007_split_014.xhtml
sec_0007_split_015.xhtml
sec_0007_split_016.xhtml
sec_0007_split_017.xhtml
sec_0007_split_018.xhtml
sec_0007_split_019.xhtml
sec_0007_split_020.xhtml
sec_0007_split_021.xhtml
sec_0007_split_022.xhtml
sec_0007_split_023.xhtml
sec_0007_split_024.xhtml
sec_0007_split_025.xhtml
sec_0007_split_026.xhtml
sec_0007_split_027.xhtml
sec_0007_split_028.xhtml
sec_0007_split_029.xhtml
sec_0007_split_030.xhtml
sec_0007_split_031.xhtml
sec_0008_split_000.xhtml
sec_0008_split_001.xhtml
sec_0008_split_002.xhtml
sec_0008_split_003.xhtml
sec_0008_split_004.xhtml
sec_0008_split_005.xhtml
sec_0008_split_006.xhtml
sec_0008_split_007.xhtml
sec_0008_split_008.xhtml
sec_0008_split_009.xhtml
sec_0008_split_010.xhtml
sec_0008_split_011.xhtml
sec_0008_split_012.xhtml
sec_0008_split_013.xhtml
sec_0008_split_014.xhtml
sec_0008_split_015.xhtml
sec_0008_split_016.xhtml
sec_0008_split_017.xhtml
sec_0008_split_018.xhtml
sec_0008_split_019.xhtml
sec_0008_split_020.xhtml
sec_0008_split_021.xhtml
sec_0008_split_022.xhtml
sec_0008_split_023.xhtml
sec_0008_split_024.xhtml
sec_0008_split_025.xhtml
sec_0008_split_026.xhtml
sec_0008_split_027.xhtml
sec_0008_split_028.xhtml
sec_0009_split_000.xhtml
sec_0009_split_001.xhtml
sec_0009_split_002.xhtml
sec_0009_split_003.xhtml
sec_0009_split_004.xhtml
sec_0009_split_005.xhtml
sec_0009_split_006.xhtml
sec_0009_split_007.xhtml
sec_0009_split_008.xhtml
sec_0010_split_000.xhtml
sec_0010_split_001.xhtml
sec_0010_split_002.xhtml
sec_0010_split_003.xhtml
sec_0010_split_004.xhtml
sec_0010_split_005.xhtml
sec_0010_split_006.xhtml
sec_0010_split_007.xhtml
sec_0010_split_008.xhtml
sec_0010_split_009.xhtml
sec_0010_split_010.xhtml
sec_0010_split_011.xhtml
sec_0010_split_012.xhtml
sec_0010_split_013.xhtml
sec_0010_split_014.xhtml
sec_0010_split_015.xhtml
sec_0010_split_016.xhtml
sec_0010_split_017.xhtml
sec_0010_split_018.xhtml
sec_0010_split_019.xhtml
sec_0010_split_020.xhtml
sec_0010_split_021.xhtml
sec_0010_split_022.xhtml
sec_0010_split_023.xhtml
sec_0010_split_024.xhtml
sec_0010_split_025.xhtml
sec_0010_split_026.xhtml
sec_0010_split_027.xhtml
sec_0010_split_028.xhtml
sec_0010_split_029.xhtml
sec_0010_split_030.xhtml
sec_0010_split_031.xhtml
sec_0010_split_032.xhtml
sec_0010_split_033.xhtml
sec_0010_split_034.xhtml
sec_0010_split_035.xhtml
sec_0010_split_036.xhtml
sec_0010_split_037.xhtml
sec_0010_split_038.xhtml
sec_0010_split_039.xhtml
sec_0010_split_040.xhtml
sec_0010_split_041.xhtml
sec_0010_split_042.xhtml
sec_0011_split_000.xhtml
sec_0011_split_001.xhtml
sec_0011_split_002.xhtml
sec_0011_split_003.xhtml
sec_0011_split_004.xhtml
sec_0011_split_005.xhtml
sec_0011_split_006.xhtml
sec_0011_split_007.xhtml
sec_0011_split_008.xhtml
sec_0011_split_009.xhtml
sec_0011_split_010.xhtml
sec_0011_split_011.xhtml
sec_0011_split_012.xhtml
sec_0011_split_013.xhtml
sec_0011_split_014.xhtml
sec_0011_split_015.xhtml
sec_0011_split_016.xhtml
sec_0011_split_017.xhtml
sec_0011_split_018.xhtml
sec_0011_split_019.xhtml
sec_0011_split_020.xhtml
sec_0011_split_021.xhtml
sec_0011_split_022.xhtml
sec_0011_split_023.xhtml
sec_0011_split_024.xhtml
sec_0011_split_025.xhtml
sec_0012_split_000.xhtml
sec_0012_split_001.xhtml
sec_0012_split_002.xhtml
sec_0012_split_003.xhtml
sec_0012_split_004.xhtml
sec_0012_split_005.xhtml
sec_0012_split_006.xhtml
sec_0012_split_007.xhtml
sec_0012_split_008.xhtml
sec_0012_split_009.xhtml
sec_0013_split_000.xhtml
sec_0013_split_001.xhtml
sec_0013_split_002.xhtml
sec_0013_split_003.xhtml
sec_0013_split_004.xhtml
sec_0013_split_005.xhtml
sec_0013_split_006.xhtml
sec_0013_split_007.xhtml
sec_0013_split_008.xhtml
sec_0013_split_009.xhtml
sec_0013_split_010.xhtml
sec_0013_split_011.xhtml
sec_0013_split_012.xhtml
sec_0014_split_000.xhtml
sec_0014_split_001.xhtml
sec_0014_split_002.xhtml
sec_0014_split_003.xhtml
sec_0014_split_004.xhtml
sec_0014_split_005.xhtml
sec_0014_split_006.xhtml
sec_0014_split_007.xhtml
sec_0014_split_008.xhtml
sec_0014_split_009.xhtml
sec_0014_split_010.xhtml
sec_0014_split_011.xhtml
sec_0014_split_012.xhtml
sec_0014_split_013.xhtml
sec_0014_split_014.xhtml
sec_0014_split_015.xhtml
sec_0014_split_016.xhtml
sec_0014_split_017.xhtml
sec_0014_split_018.xhtml
sec_0014_split_019.xhtml
sec_0014_split_020.xhtml
sec_0015_split_000.xhtml
sec_0015_split_001.xhtml
sec_0015_split_002.xhtml
sec_0015_split_003.xhtml
sec_0015_split_004.xhtml
sec_0015_split_005.xhtml
sec_0015_split_006.xhtml
sec_0015_split_007.xhtml
sec_0016_split_000.xhtml
sec_0016_split_001.xhtml
sec_0016_split_002.xhtml
sec_0016_split_003.xhtml
sec_0016_split_004.xhtml
sec_0016_split_005.xhtml
sec_0016_split_006.xhtml
sec_0016_split_007.xhtml
sec_0016_split_008.xhtml
sec_0016_split_009.xhtml
sec_0016_split_010.xhtml
sec_0016_split_011.xhtml
sec_0016_split_012.xhtml
sec_0016_split_013.xhtml
sec_0016_split_014.xhtml
sec_0016_split_015.xhtml
sec_0016_split_016.xhtml
sec_0016_split_017.xhtml
sec_0016_split_018.xhtml
sec_0016_split_019.xhtml
sec_0016_split_020.xhtml
sec_0016_split_021.xhtml
sec_0016_split_022.xhtml
sec_0017_split_000.xhtml
sec_0017_split_001.xhtml
sec_0017_split_002.xhtml
sec_0017_split_003.xhtml
sec_0017_split_004.xhtml
sec_0017_split_005.xhtml
sec_0017_split_006.xhtml
sec_0017_split_007.xhtml
sec_0017_split_008.xhtml
sec_0017_split_009.xhtml
sec_0017_split_010.xhtml
sec_0017_split_011.xhtml
sec_0017_split_012.xhtml
sec_0017_split_013.xhtml
sec_0017_split_014.xhtml
sec_0017_split_015.xhtml
sec_0017_split_016.xhtml
sec_0018_split_000.xhtml
sec_0018_split_001.xhtml
sec_0018_split_002.xhtml
sec_0018_split_003.xhtml
sec_0018_split_004.xhtml
sec_0018_split_005.xhtml
sec_0018_split_006.xhtml
sec_0018_split_007.xhtml
sec_0018_split_008.xhtml
sec_0018_split_009.xhtml
sec_0018_split_010.xhtml
sec_0018_split_011.xhtml
sec_0018_split_012.xhtml
sec_0018_split_013.xhtml
sec_0018_split_014.xhtml
sec_0018_split_015.xhtml
sec_0018_split_016.xhtml
sec_0018_split_017.xhtml
sec_0018_split_018.xhtml
sec_0018_split_019.xhtml
sec_0018_split_020.xhtml
sec_0018_split_021.xhtml
sec_0018_split_022.xhtml
sec_0018_split_023.xhtml
sec_0018_split_024.xhtml
sec_0018_split_025.xhtml
sec_0018_split_026.xhtml
sec_0018_split_027.xhtml
sec_0018_split_028.xhtml
sec_0018_split_029.xhtml
sec_0018_split_030.xhtml
sec_0018_split_031.xhtml
sec_0018_split_032.xhtml
sec_0019_split_000.xhtml
sec_0019_split_001.xhtml
sec_0019_split_002.xhtml
sec_0019_split_003.xhtml
sec_0019_split_004.xhtml
sec_0019_split_005.xhtml
sec_0019_split_006.xhtml
sec_0019_split_007.xhtml
sec_0019_split_008.xhtml
sec_0019_split_009.xhtml
sec_0019_split_010.xhtml
sec_0019_split_011.xhtml
sec_0019_split_012.xhtml
sec_0019_split_013.xhtml
sec_0019_split_014.xhtml
sec_0019_split_015.xhtml
sec_0019_split_016.xhtml
sec_0019_split_017.xhtml
sec_0019_split_018.xhtml
sec_0019_split_019.xhtml
sec_0019_split_020.xhtml
sec_0019_split_021.xhtml
sec_0019_split_022.xhtml
sec_0019_split_023.xhtml
sec_0019_split_024.xhtml
sec_0019_split_025.xhtml
sec_0020_split_000.xhtml
sec_0020_split_001.xhtml
sec_0020_split_002.xhtml
sec_0020_split_003.xhtml
sec_0020_split_004.xhtml
sec_0020_split_005.xhtml
sec_0020_split_006.xhtml
sec_0020_split_007.xhtml
sec_0020_split_008.xhtml
sec_0020_split_009.xhtml
sec_0020_split_010.xhtml
sec_0020_split_011.xhtml
sec_0020_split_012.xhtml
sec_0020_split_013.xhtml
sec_0020_split_014.xhtml
sec_0021.xhtml
sec_0022.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_000.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_001.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_002.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_003.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_004.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_005.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_006.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_007.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_008.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_009.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_010.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_011.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_012.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_013.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_014.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_015.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_016.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_017.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_018.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_019.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_020.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_021.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_022.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_023.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_024.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_025.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_026.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_027.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_028.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_029.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_030.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_031.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_032.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_033.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_034.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_035.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_036.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_037.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_038.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_039.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_040.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_041.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_042.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_043.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_044.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_045.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_046.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_047.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_048.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_049.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_050.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_051.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_052.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_053.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_054.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_055.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_056.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_057.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_058.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_059.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_060.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_061.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_062.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_063.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_064.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_065.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_066.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_067.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_068.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_069.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_070.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_071.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_072.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_073.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_074.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_075.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_076.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_077.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_078.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_079.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_080.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_081.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_082.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_083.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_084.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_085.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_086.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_087.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_088.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_089.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_090.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_091.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_092.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_093.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_094.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_095.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_096.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_097.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_098.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_099.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_100.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_101.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_102.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_103.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_104.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_105.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_106.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_107.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_108.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_109.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_110.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_111.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_112.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_113.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_114.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_115.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_116.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_117.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_118.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_119.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_120.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_121.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_122.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_123.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_124.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_125.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_126.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_127.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_128.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_129.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_130.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_131.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_132.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_133.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_134.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_135.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_136.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_137.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_138.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_139.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_140.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_141.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_142.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_143.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_144.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_145.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_146.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_147.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_148.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_149.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_150.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_151.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_152.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_153.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_154.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_155.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_156.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_157.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_158.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_159.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_160.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_161.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_162.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_163.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_164.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_165.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_166.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_167.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_168.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_169.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_170.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_171.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_172.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_173.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_174.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_175.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_176.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_177.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_178.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_179.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_180.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_181.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_182.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_183.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_184.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_185.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_186.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_187.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_188.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_189.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_190.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_191.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_192.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_193.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_194.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_195.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_196.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_197.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_198.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_199.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_200.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_201.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_202.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_203.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_204.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_205.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_206.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_207.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_208.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_209.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_210.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_211.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_212.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_213.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_214.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_215.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_216.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_217.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_218.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_219.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_220.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_221.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_222.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_223.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_224.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_225.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_226.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_227.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_228.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_229.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_230.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_231.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_232.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_233.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_234.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_235.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_236.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_237.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_238.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_239.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_240.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_241.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_242.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_243.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_244.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_245.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_246.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_247.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_248.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_249.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_250.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_251.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_252.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_253.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_254.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_255.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_256.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_257.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_258.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_259.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_260.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_261.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_262.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_263.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_264.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_265.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_266.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_267.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_268.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_269.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_270.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_271.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_272.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_273.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_274.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_275.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_276.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_277.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_278.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_279.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_280.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_281.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_282.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_283.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_284.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_285.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_286.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_287.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_288.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_289.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_290.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_291.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_292.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_293.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_294.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_295.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_296.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_297.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_298.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_299.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_300.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_301.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_302.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_303.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_304.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_305.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_306.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_307.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_308.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_309.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_310.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_311.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_312.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_313.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_314.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_315.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_316.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_317.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_318.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_319.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_320.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_321.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_322.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_323.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_324.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_325.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_326.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_327.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_328.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_329.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_330.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_331.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_332.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_333.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_334.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_335.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_336.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_337.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_338.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_339.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_340.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_341.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_342.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_343.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_344.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_345.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_346.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_347.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_348.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_349.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_350.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_351.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_352.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_353.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_354.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_355.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_356.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_357.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_358.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_359.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_360.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_361.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_362.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_363.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_364.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_365.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_366.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_367.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_368.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_369.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_370.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_371.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_372.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_373.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_374.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_375.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_376.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_377.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_378.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_379.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_380.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_381.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_382.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_383.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_384.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_385.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_386.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_387.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_388.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_389.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_390.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_391.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_392.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_393.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_394.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_395.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_396.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_397.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_398.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_399.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_400.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_401.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_402.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_403.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_404.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_405.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_406.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_407.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_408.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_409.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_410.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_411.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_412.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_413.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_414.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_415.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_416.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_417.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_418.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_419.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_420.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_421.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_422.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_423.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_424.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_425.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_426.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_427.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_428.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_429.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_430.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_431.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_432.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_433.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_434.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_435.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_436.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_437.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_438.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_439.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_440.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_441.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_442.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_443.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_444.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_445.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_446.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_447.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_448.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_449.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_450.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_451.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_452.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_453.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_454.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_455.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_456.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_457.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_458.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_459.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_460.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_461.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_462.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_463.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_464.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_465.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_466.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_467.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_468.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_469.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_470.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_471.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_472.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_473.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_474.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_475.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_476.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_477.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_478.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_479.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_480.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_481.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_482.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_483.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_484.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_485.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_486.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_487.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_488.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_489.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_490.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_491.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_492.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_493.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_494.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_495.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_496.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_497.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_498.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_499.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_500.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_501.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_502.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_503.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_504.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_505.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_506.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_507.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_508.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_509.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_510.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_511.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_512.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_513.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_514.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_515.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_516.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_517.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_518.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_519.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_520.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_521.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_522.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_523.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_524.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_525.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_526.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_527.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_528.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_529.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_530.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_531.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_532.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_533.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_534.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_535.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_536.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_537.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_538.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_539.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_540.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_541.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_542.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_543.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_544.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_545.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_546.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_547.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_548.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_549.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_550.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_551.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_552.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_553.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_554.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_555.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_556.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_557.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_558.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_559.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_560.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_561.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_562.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_563.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_564.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_565.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_566.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_567.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_568.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_569.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_570.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_571.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_572.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_573.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_574.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_575.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_576.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_577.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_578.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_579.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_580.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_581.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_582.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_583.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_584.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_585.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_586.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_587.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_588.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_589.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_590.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_591.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_592.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_593.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_594.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_595.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_596.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_597.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_598.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_599.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_600.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_601.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_602.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_603.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_604.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_605.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_606.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_607.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_608.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_609.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_610.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_611.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_612.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_613.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_614.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_615.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_616.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_617.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_618.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_619.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_620.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_621.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_622.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_623.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_624.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_625.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_626.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_627.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_628.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_629.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_630.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_631.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_632.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_633.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_634.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_635.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_636.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_637.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_638.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_639.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_640.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_641.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_642.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_643.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_644.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_645.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_646.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_647.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_648.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_649.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_650.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_651.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_652.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_653.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_654.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_655.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_656.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_657.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_658.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_659.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_660.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_661.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_662.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_663.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_664.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_665.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_666.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_667.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_668.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_669.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_670.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_671.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_672.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_673.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_674.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_675.xhtml