[486] Cuando Franco nombró ministro del Aire a Yagüe, Kindelán escribió en sus memorias una conversación que sostuvo con aquél: «Mi deber, mi amistad y mi dignidad me dictan que debo marcharme. Estorbo y me eclipso; hoy, con prestigio; si lo aplazara, con vilipendio. Yo espero que usted no haya pensado en imponerme la humillación, que no merezco ni tolero, de servir a las órdenes de un general que era teniente coronel cuando yo era divisionario, y del que Ud. me ha manifestado varias veces el concepto que le merece. No me interesa el papel de víctima, ni quiero dar la sensación de discrepancia. Pido a Ud. que me facilite el quedar disponible al terminar la licencia de verano que Dios me depara... Alternativas: primero que él me indique me tiene reservado otro destino que no hiera mi dignidad. Acepto y le expongo mis agravios. Segunda, que él acuda a mi deber militar para imponerme otro cierto destino. Me niego a aceptarlo y me reservo el derecho a ser único juez de mi conciencia en materia de dignidad, estando dispuesto a aceptar cuantas responsabilidades y perjuicios se deduzcan en esa actitud, incluso expatriación o cárcel». Kindelán fue nombrado comandante general del archipiélago balear.<<