En Toledo, el 19 de junio 1937, en una de sus arengas manifestó, llevado de su fervor patriótico y de sus ideas falangistas, su convicción de que una vez ganada la guerra los hasta ahora enemigos serían ganados de todo corazón por la nueva España: «Y ya veréis cómo reniegan de sus falsas ideas esos rojillos, valientes porque han nacido en esta España de héroes y bajo este sol que desata las pasiones y las hace violentas».[450]
Se manifestaba también enemigo abierto del saqueo por parte de las tropas nacionales al entrar en las poblaciones, pues en ellas vivían españoles, compatriotas, aunque fuesen partidarios del bando enemigo. Decía en Daroca, el 3 de febrero de 1938:
Hay que respetar la riqueza nacional y las haciendas particulares. Sólo con los destrozos inevitables de la guerra va a quedar nuestra economía nacional bastante resentida. El robo y el pillaje deshonran a los que los cometen y a la unidad a que pertenece el ladrón. El código lo castiga con penas severísimas, que serán aplicadas rápida y ejemplarmente.