IX LA GUERRA RELÁMPAGO DE YAGÜE POR ARAGÓN
El 12 de octubre de 1937 desapareció de una vez por todas el frente norte como consecuencia de la entrada de los nacionales en Gijón y Avilés. Esta victoria había dejado disponible una cantidad considerable de unidades que Franco, aconsejado por el Estado Mayor de la Legión Cóndor, iba a lanzar a la batalla para embolsar Madrid, reeditando la batalla de Guadalajara, pero ahora sin italianos. El general Rojo, consciente de la nueva amenaza que se cernía sobre la capital, preparó una ofensiva que obligase a las reservas enemigas destinadas al frente de Madrid a marchar al combate en otro lugar.
A estas alturas de la guerra Franco había reorganizado sus fuerzas armadas en tres grandes ejércitos para luchar en los tres campos de batalla donde se estaba dilucidando la guerra. Así tenía un ejército al sur, bajo el mando de Queipo de Llano, otro en el norte, a cuyo frente estaba el general Dávila, y otro en el centro mandado por Saliquet. Creó también cinco cuerpos de ejército operativos: el de Galicia mandado por Aranda, el de Navarra por Solchaga, el de Aragón por Moscardó, el de Marruecos (que quedaría de inmediato bajo el mando de Yagüe), y el de Castilla por Varela, a los que hay que sumar el CTV italiano.
El 4 de noviembre de 1937 fue cuando entregó el ya general de brigada Yagüe el mando del I° Cuerpo de Ejército del Centro al general Ponte en Villa del Prado para, inmediatamente, salir hacia Zaragoza, donde tenía que hacerse cargo de su nueva unidad situada en el frente de Aragón. Tomó la ruta de Soria y llegó a Zaragoza el día 8. Fue allí donde se hizo cargo del mando del Cuerpo de Ejército Marroquí.
En Daroca se reunió con su nueva Plana Mayor y con los mandos de las unidades para, al más puro estilo legionario, inspeccionar las posiciones que ocupaban sus hombres entre Daroca y el pueblo turolense de Monreal del Campo. Estas posiciones estaban amenazadas por las altas riberas del río Alambra y la sierra de Palomera, desde cuyas alturas el enemigo dominaba todos los campos colindantes, incluida la orilla del río y la carretera de Zaragoza a Teruel. El 21 trasladó su cuartel general a Daroca.
Pocos días después, el 24 de noviembre, en el sector de Vivel del Río, el Ejército Popular lanzó un duro ataque que fue rechazado por el Cuerpo de Ejército Marroquí. Este combate sirvió para que los hombres de Yagüe se apuntasen una pequeña victoria que mejorase ligeramente sus posiciones. A pesar de tales escaramuzas, este frente estaba tranquilo.
Ese mismo día revistó en Berlanga de Duero a las 14ª y 16ª Banderas de la Legión, destacadas en dicha población. El día 25 recibió orden del Generalísimo de proceder a la creación de la 17ª Bandera de la Legión. A pesar de llevar tiempo al frente de una gran unidad, como era un cuerpo de ejército, Yagüe seguía cumpliendo fielmente sus obligaciones como máximo responsable de la Legión.
La calma que reinaba en su sector permitió a Yagüe trasladarse el día 1 de diciembre a Burgos para asistir a los nombramientos de los nuevos consejeros nacionales de FET y de las JONS.
El día 2 de noviembre prestó juramento en el monasterio de las Huelgas de Burgos, ante el Generalísimo, de su cargo de consejero nacional. Permaneció en Burgos hasta el día 7, cuando marchó a Soria, donde visitó a Saliquet, general jefe del Ejército del Centro, para luego proseguir viaje hasta Atienza, cerca de Guadalajara, donde estableció su cuartel general. Franco había decidido que las tropas de Yagüe llevarían el peso de la ofensiva en la segunda batalla de Guadalajara, que pensaba desencadenar a mediados de diciembre para, por fin, embolsar Madrid.
El 15 de diciembre 1937 el Ejército Popular atacaba Teruel, justo la víspera de comienzo del nuevo asalto franquista sobre Madrid. Doce divisiones, unidades de anarcosindicalistas y varias brigadas internacionales se lanzaron sobre la capital turolense arrebatando, momentáneamente, la iniciativa a los nacionales.
Teruel era prácticamente una plaza cercada. Resultaba fácil cortar sus comunicaciones con la retaguardia, pues sólo existía una carretera y una línea de ferrocarril que la unía con Zaragoza a través de un estrecho pasillo. Tenía una guarnición muy pequeña, lo que hacía pensar que este sector del frente no parecía ser objeto de atención por parte del Estado Mayor de Franco, aunque desde Teruel resultaba muy fácil avanzar hasta el Mediterráneo y cortar en dos la zona republicana. Rojo parecía muy acertado en el objetivo que había elegido para lanzar al ataque sus divisiones.
La 11a División republicana logró, al igual que había hecho con éxito en Brunete, infiltrarse entre las líneas enemigas rompiendo el frente. Su 9ª Brigada Mixta llegó al enclave de San Blas, que carecía de guarnición, logrando cortar la carretera que unía Zaragoza con Teruel. La ciudad estaba aislada. La 34a División tomó los arrabales turolenses sin mucha resistencia. Todas las divisiones rojas avanzaban con éxito, haciendo retroceder hacia el centro de la ciudad a los defensores. El ataque alcanzó su punto culminante el día 18, cuando la 34a División republicana tomó la fuerte posición de La Muela, después de durísimos combates. Desde allí se dominaba toda la ciudad. Con esta victoria, las tropas defensoras se vieron obligadas a replegarse aún más al interior del casco urbano, haciendo que los combates calle por calle fuesen cada vez más encarnizados.
Simultáneamente, en el perímetro exterior las tropas del Ejército Popular combatían contra las unidades nacionales enviadas para liberar la ciudad. Teruel parecía una nueva Alesia en la que el papel de Julio César lo desempeñaban los mandos republicanos.
Al igual que había ocurrido en Brunete, Franco y su Estado Mayor reaccionaron con rapidez, dispuestos a convertir la ofensiva republicana en derrota. A toda velocidad fue enviada para socorrer Teruel toda la aviación nacional, así como los Cuerpos de Ejército de Castilla y Galicia, mandados por Varela y Aranda respectivamente, más las Divisiones 150 de Muñoz Grandes, la 54 de Marzo, y la 82 de Ceano, que estaban adscritas al Cuerpo de Ejército Marroquí. Franco se tuvo que olvidar de entrar en Madrid, centrando toda su atención en liberar Teruel. De esta forma seguía su premisa de no entregar un solo metro de territorio liberado al enemigo, al tiempo que planeaba una vez más la absoluta destrucción de las fuerzas rojas que combatían en el frente turolense.
El 16 de diciembre Aranda pasaba al contraataque. El 18 tomaba La Muela. El 19 recuperaba Puente Escandón, para llegar el 20 los soldados nacionales a los arrabales de la ciudad. El 21 se vencía toda la resistencia exterior, y el 22 entraban algunas tropas nacionales en sus calles. El contraataque de las tropas de Aranda y Varela parecía tener la victoria al alcance de sus manos. El 31 de diciembre las fuerzas de Franco eran dueñas absolutas de los arrabales de la ciudad y todo parecía listo para el último asalto, cuando una terrible ventisca de nieve paralizó la ofensiva. Las tropas republicanas, que estaban abandonando la ciudad, fueron obligadas a volver a Teruel. El clima iba a dar un giro inesperado a los acontecimientos. Los republicanos lanzaron un inesperado contraataque que frustró los planes de Franco y de sus generales. El 8 de enero, a mediodía, el Ejército Popular terminó con la resistencia de los últimos defensores de Teruel, mandados por el coronel Rey d'Harcourt, cuando las tropas que venían a auxiliarles estaban a tiro de piedra de liberarlos.
Ese mismo día Yagüe trasladó su cuartel general de Atienza a Navarrete, cerca de Calamocha, para luego llevarlo a Calatayud y, casi inmediatamente, otra vez a Daroca. Todo hacía pensar que las tropas del Cuerpo de Ejército Marroquí estaban llamadas a desempeñar un papel principal en las batallas que se iban a librar en Aragón. Madrid seguía desafiando, invencible, a los batallones nacionales que desde los arrabales contemplaban impotentes la capital.
El fracaso en liberar la ciudad y la rendición de la guarnición decidió a Franco a lanzar una gran contraofensiva en el sector turolense. La operación la encomendó a los Cuerpos de Ejército del Turia, Norte y Sur, siendo informado Yagüe, y se inició el 14 de enero. El 17 comenzó el contraataque con el asalto del Alto de Celadas y El Muletón, objetivos conseguidos gracias a la superioridad artillera franquista:
Ha continuado en el día de hoy la Batalla de Teruel.
Nuestras fuerzas han tomado por asalto toda la línea de posiciones enemigas de los Altos de las Celadas y del Muletón (cotas 1.205, 1.180, 1.140, 1.177, 1.165, 1.142, 1.063, 1.002, 1.088, 1.140, 1.189), derrotando a las fuerzas rojas establecidas en tan importante núcleo de posiciones desde hace más de un año, y persiguiéndolas por el valle del Alfambra.
El número de prisioneros enemigos pasa de seiscientos, siendo el de muertos incalculable, pues fueron materialmente deshechas las tropas que intentaron oponerse a nuestro avance y reaccionaron ofensivamente.