Una larga serie de mitos propagados por el Frente Popular aún perviven en la actualidad, falseando la realidad de los hechos, siempre a favor de la propaganda que en su día ampliamente difundió el Frente Popular con extraordinaria eficacia. Mentiras que el imaginario popular ha hecho suyas y que hoy resultan, en muchos casos, difíciles de cambiar, pues forman ya parte de nuestra memoria colectiva, una memoria falsificada en sus comienzos, pero que se ha convertido en «verdad incuestionable» por la reiteración y el paso del tiempo. Así, el bombardeo de Guernica, la defensa del Alcázar de Toledo por Moscardó, el enfrentamiento entre Unamuno y Millán Astray en Salamanca, las matanzas de Badajoz... forman parte de este imaginario posterior a la Transición, defendido a capa y espada por los nuevos panegiristas de lo políticamente correcto y de la memoria histórica oficial, sin capacidad para cuestionar y buscar la verdad, sea cual sea ésta.[221]
La mayoría de los testimonios que los historiadores han empleado en los últimos años sobre los sucesos que siguieron a la toma de Badajoz por las columnas de Yagüe, se han cimentado en las crónicas de los corresponsales de guerra que estuvieron en Badajoz tras su liberación y en sus escritos en prensa. La historiografia ha renunciado por lo general, quizá conscientemente, a la historia oral, por ser fácilmente manipulable —ya fuese durante el franquismo como durante la inmediata Transición—, y en cierta forma a la documentación existente en los archivos españoles sobre la Guerra Civil. En los últimos años algunos investigadores especializados en la represión durante la guerra han recuperado algunas fuentes orales de interés, pero siempre cuestionables dado el larguísimo tiempo que ha pasado desde que se produjeron estos sucesos y el momento de la entrevista. Seguimos a la espera del desenterramiento de las fosas comunes, actuación fundamental para conocer la verdad sobre este durísimo capítulo de la historia de España. La exhumación de las tumbas serviría, al menos, para conocer las cifras de los muertos en los combates, de ambos bandos, y los fusilamientos subsiguientes.
La base fundamental del debate historiográfico sobre los sucesos de Badajoz sigue teniendo como base las noticias aparecidas en la prensa de la época, con todas las limitaciones que ya conocemos. Así, lo escrito por periodistas como Mario Neves, Jay Allen, etc., sigue siendo objeto de intenso debate, a pesar del tiempo transcurrido desde su publicación, y sin que se haya llegado a hacer un estudio exhaustivo de la veracidad de sus afirmaciones.
Dada la proximidad de Badajoz a la frontera portuguesa, fue un corresponsal del país vecino el primero en llegar a esta ciudad una vez que cayó en manos de los sublevados.
Mario Neves, corresponsal de El Diario de Lisboa, llegó a Badajoz el día 15. Los combates habían terminado el día 14. El mismo día 15 entró en la ciudad. A las doce de la mañana interrogó brevemente a Yagüe en la Comandancia Militar de la plaza sobre el número de fusilados:
Estamos de nuevo en la Comandancia, donde hemos logrado llegar hasta el teniente coronel Yagüe. Es un hombre alto, fuerte, de cabellos grises, que está visiblemente atareado, recibiendo constantemente notas que sus oficiales le entregan y dando órdenes rápidas.
Nos recibe de pie y enseguida nos confiesa que se encuentra muy satisfecho con el resultado que las fuerzas a su mando lograron ayer. Y añadió: «La acción del ejército sublevado que se llevó a cabo ayer a las puertas de Badajoz ha sido la más importante desde que estalló la revolución». Le preguntamos si había muchos prisioneros. Nos respondió que sí y nos informó de que habían sido aprehendidos tres mil fusiles, algunas ametralladoras y una pequeña batería de cañones de infantería. «¿Y fusilamientos? —arriesgamos nosotros—. Hay quien habla de dos mil...». El comandante Yagüe nos mira sorprendido por la pregunta y declara:
—No deben de ser tantos...
—¿Van a quedarse mucho tiempo?
—Mi deseo es partir en cuanto pueda hacia Madrid.
—¿La campaña será larga?
Con una sonrisa, que cierra sus breves declaraciones:
—No. Ellos corren mucho...