El domingo 27 de septiembre Nicolás Franco cruzó la frontera desde Lisboa para hablar con su hermano en Cáceres, donde también estaba Yagüe, de baja por enfermedad.[302] Kindelán pidió a Nicolás Franco que interviniese para que Franco tomase la iniciativa. Nicolás decide hablar con Yagüe para que sea éste el que fuerce la situación.[303] El propio Yagüe relató la entrevista a Vegas Latapie cuando éste estaba alistado en el Tercio bajo el nombre de José López Vega:
Según me dijo, muy malhumorado, Nicolás fue a verle a su cuarto, donde reposaba, y comenzó a tutearle de buenas a primeras, empleando el mismo diminutivo amistoso que el general:
—Oye, Juanito, tú tienes gran influencia con mi hermano. Acabo de llegar de Lisboa, donde he hablado con los embajadores de Italia y Alemania y con el Gobierno portugués. Todos opinan que no puede continuar lo de un ejército en el norte al mando de Mola y otro en el sur al de mi hermano. Es absolutamente necesario un mando único, y cree que es Paco el que debe ejercerlo. Pero él no quiere... Convéncele tú...
Así requerido, el teniente coronel Yagüe, muy amigo y entusiasta entonces de Franco, se levantó de la cama para hablar inmediatamente con él. Irrumpió en su despacho y le soltó de pe a pa —fueron sus palabras— cuanto le había dicho Nicolás, pero agregó un argumento que resultaría decisivo:
—Fíjate bien, mi general, es necesario que haya un mando único. En eso parece estar todo el mundo de acuerdo... Si tú te empeñas en no querer aceptarlo, entonces... no tendremos más remedio que nombrar a otro.
Sin darle tiempo a que respondiera, volvió a su cuarto y se metió en la cama. A los pocos minutos Nicolás le abrazaba con lágrimas en los ojos:
—¿Qué es lo que le has dicho?
—Pues le he dicho, sencillamente, que todos pensamos en él, pero que si no quiere... tendremos que nombrar a otro.
Ese mismo 27 de septiembre era liberado el Alcázar de Toledo, tras un asedio de setenta días. La repercusión nacional e internacional de la liberación de los defensores del Alcázar fue enorme. Puede que Franco perdiese la oportunidad de tomar Madrid, pero la moral y el prestigio de la España nacionalista, y la palabra empeñada por Franco de acudir en su socorro, exigían la liberación de Toledo, de los niños, mujeres y hombres sitiados en la Academia de Infantería. La salvación de la guarnición del Alcázar proyectó en todo el mundo la imagen heroica que acompañaría a los nacionales hasta la II Guerra Mundial, y de la que Franco, indudablemente, salió beneficiado.
A la caída de la noche Milán Astray organizó, junto con el jefe provincial de Falange, José Luna Meléndez, una manifestación para celebrar la liberación del Alcázar. Franco salió al balcón del Palacio de los Golfines de Arriba y pronunció una arenga. Le acompañaban Kindelán, Milán Astray y Juan Yagüe. Los manifestantes, tras hablar Franco, pidieron a gritos que hablase Yagüe. Franco se unió a la petición. Sabemos por el diario cacereño Extremadura sus palabras:
Yagüe... precursor del Salvador de España, anuncia urbi et orbe que la nación tendrá dentro de breves horas su nuevo primer magistrado y el ejército invicto su generalísimo indiscutible.
Balcón de Cáceres antiguo. Para el cicerone del mañana se escribió anoche el último renglón de tu guía.
Desde aquí, puntual y ritual, el 27 de septiembre de 1936 fue proclamado el general Franco, regente de España.
Yagüe dice [...] mañana tendremos en él a nuestro generalísimo, al jefe del Estado, que ya era tiempo que España tuviese un jefe de Estado con talento.