Al enterarse de la noticia, Mola se sintió seriamente preocupado. Era lógico: si Yagüe era apartado del Tercio, lo que equivalía a decir de Marruecos, la conspiración perdería al coordinador y motor principal del golpe en el protectorado. Sin Yagüe en Ceuta, aunque no fuese detenido, el golpe era imposible o cuando menos tendría que ser retrasado sine die hasta que se encontrase un sustituto de sus cualidades. Yagüe era la clave para la sublevación del ejército de Marruecos:
El general Mola, al enterarse de la noticia, ha gesticulado con gran contrariedad. Y ha crecido su inquietud al tener conocimiento del saludo que la prensa roja dirige al teniente coronel. Mundo Obrero dice en grandes titulares: «YAGÜE DEBE SER ENCARCELADO INMEDIATAMENTE. El clamor popular, las masas laboriosas del país, piden y exigen el encarcelamiento de ese verdugo del pueblo, enemigo declarado del régimen republicano».
Pasadas cuarenta y ocho horas, en las que Mola estuvo pendiente de Madrid, respiramos aliviados al saber que el teniente coronel Yagüe había salido de nuevo para África.
Casares Quiroga, siempre atento, le había llamado porque se acordaba de él para ofrecerle un bonito cargo en el extranjero: agregado militar en una embajada.
Creo que Yagüe le contestó que su salida de África sería para pedir el retiro. Dicen que Yagüe tiene también muy buena voz.
A fin de cuentas, aunque desde luego no es lo mismo —decía Mola— estar en su pueblo que ser destituido, yo sé que Yagüe estará en África el día que reciba UN AVISO que lo espera.