Como vemos, Yagüe concedió especial atención a los vuelos sin motor, que llegarían a alcanzar un importante grado de desarrollo con su apoyo. Por decreto de 15 de septiembre de 1939 se autorizó a la Secretaria General del Movimiento a organizar en todo el territorio nacional escuelas de vuelo sin motor, en cada una de las cuales habría una sección de aeromodelismo. La dirección correspondía al Ministerio del Aire, pero los gastos corrían a cuenta de la Secretaría General. La escuela de Monflorite, que ya contaba con un lejano prestigio, fue el centro primordial y en ella se formaron los que habrían de ser inspectores de vuelo. Este impulso, que venía de Huesca, movió la actividad de los restantes centros de Llanes, Somosierra, Cerro del Telégrafo, etc. De las mismas fechas fue el decreto por el que se autorizaba a constituir aeroclubs en cualquier lugar de España.
El día 22 de octubre de 1939 se trasladó en avión al Burgo de Osma, para asistir a un vuelo de los Flechas y Cadetes de FET y de las JONS de San Leonardo sobre varios pueblos de la provincia de Soria. Desde el final de la guerra Yagüe comenzó a trabajar para mejorar la situación económica y la calidad de vida de los vecinos del pueblo en que nació, San Leonardo, una actitud que continuaría a lo largo de toda su vida. En todos los puestos en los que estuvo no desperdició ninguna oportunidad para beneficiar a San Leonardo.
En su breve mandato reparó los numerosos campos de aterrizaje dañados por la guerra. Puso en funcionamiento una línea regular de pasajeros entre Madrid y Lisboa. Protegió a la incipiente industria aeronáutica privada española, llegando en sus últimos días como ministro a promulgar la ley de 7 de junio de 1940 por la que se concedió la exclusiva del transporte aéreo español a la compañía mercantil anónima Iberia. Abrió al tráfico internacional los aeropuertos de Barajas, la base de hidros de Barcelona, Muntadas de Barcelona, Pollensa y Son Bonet en. Mallorca y San Pablo en Sevilla. Creó y mejoró los talleres para la reparación y mantenimiento de los aparatos de aviación —tanto civiles como militares—, dándoles equipamiento, al tiempo que construía edificios para alojar a los miembros de las Fuerzas Aéreas en las proximidades, cuando no en las mismas instalaciones militares. La enorme actividad organizadora de Yagüe se ve en los numerosos e importantes decretos que salieron de su despacho durante los escasos diez meses que fue ministro.[496] El tener responsabilidades de ministro no le impidió seguir poniendo de manifiesto constantemente su preocupación social y su interés y capacidad para construir viviendas para las clases más desfavorecidas. El ser miembro del Gobierno le ayudaba en esta labor regeneracionista a la que dedicó buena parte de sus energías desde el final de la Guerra Civil:
BOE n° 352 de 17 de diciembre de 1939. Decreto de 15 de diciembre de 1939 declarando urgentes las obras para la construcción de la Barriada de Casas Obreras en la Maestranza de Sevilla:
Siendo urgente la necesidad de proceder a la construcción de una barriada de Casas Obreras en la Maestranza de Sevilla, para lo cual se precisará la expropiación de varias parcelas que tienen en total una extensión de ciento noventa y siete mil cuatrocientos once metros cuadrados, a propuesta del ministro del Aire, y previa deliberación del Consejo de Ministros.
DISPONGO:
Artículo único: se declaran urgentes, a los efectos que determina la ley de 7 de octubre último, las obras para la construcción de la barriada de Casas Obreras en la Maestranza de Sevilla.
Los ambiciosos y, en cierta forma, irrealizables planes de Yagüe pronto le llevaron a chocar con diferentes estamentos de la Fuerzas Armadas y del Estado:
El error de Yagüe fue apoyarse desde el principio en los mandos inferiores, en los que volaron y combatieron gloriosamente en la guerra, dejando en segundo lugar a antiguos y prestigiosos aeronáuticos. Claro que todo esto se habría vencido si Yagüe hubiese podido estar más tiempo al frente de aquel departamento, pues ante su magnífica intención, ante la obra realizada, los descontentos no habrían tardado en cambiar de actitud y colaborar, llenos de fe, con el ministro.